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Sobreviviendo en un nuevo mundo – Capitulo 5

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—¿Entonces para qué has traído una mujer aquí, Harvey? Es la primera vez que lo haces, ¿acaso no evitabas a las hembras siempre? ¿Quieres que la recibamos aquí y le demos asilo? —preguntó Bokeer mientras miraba a Iris, quien lo observaba con el ceño fruncido.

—No, no pretendo dejar a Iris aquí. Ella solo vino conmigo porque yo quise acompañarla. En realidad, vamos en camino a otro lugar, pero tu aldea quedaba de paso y ella quería conoceros —respondió Harvey, sintiéndose molesto al ver cómo Iris y Bokeer se miraban el uno al otro.

—Ni lo pienses, ella no se quedará en tu aldea. Aquí tienes algunas mujeres, si estás interesado en el matrimonio, piensa en una de ellas y quita tu vista de Iris porque ella no te aceptará —añadió, tomando la mano de Iris repentinamente y dando un paso al frente.

—Yo no he dicho nada, Harvey. Parece ser que esta mujer te tiene muy cautivado, ¿no es así? —comentó Bokeer.

—Eso no tiene nada que ver contigo. Solo no te metas con ella… Iris, creo que sería mejor que sigamos al este. No podemos dejar que se nos haga más tarde o nos podríamos encontrar con un Yumaf al regresar —respondió Harvey, mientras el corazón de Iris se aceleraba.

—Si tienen que seguir su camino, pueden ir libremente, pero si tienes miedo de encontrarse con un Yumaf al regresar porque se está haciendo tarde, pues pueden quedarse a pasar la noche aquí —ofreció Bokeer, mostrándose serio.

—Está bien, lo pensaremos cuando vengamos de vuelta, ya que aún falta un poco para llegar al mar —aceptó Harvey.

—¿Van al mar? ¿Quieren que los acompañe? —preguntó Bokeer.

—No, no es necesario —respondió Harvey sin esperar que Iris lo interrumpiera.

—Sí, serías de gran ayuda —añadió Iris.

—¡! —Harvey miró a Iris sorprendido.

—Bien, entonces, ¿qué debo hacer exactamente? —preguntó Bokeer.

—Solo necesitamos recipientes para transportar agua a la aldea, nada más —explicó Harvey.

—Bien, creo que tenemos algunas bolsas de cuero para transportar agua y unas calabazas. ¿Servirán? —preguntó Bokeer.

—Sí, claro que sí, gracias, Bokeer —respondió Iris, mostrándole una genuina sonrisa.

Durante los siguientes minutos, ambos fueron a la playa y recogieron varios litros de agua marina porque Iris quería procesarla y hacer sal para condimentar los alimentos.

—¿Será suficiente esta cantidad de agua? —preguntó Harvey.

—Sí, es más que suficiente. Si necesito un poco más, después puedo venir, ahora sé dónde es —respondió Iris.

—Bien, Iris, pásame esas calabazas, yo las llevaré —dijo Harvey, tratando de ayudar.

Al llegar a la aldea de Bokeer, este preparó su choza e invitó a Iris a quedarse con él junto con Harvey, quien aún parecía molesto.

—He arreglado algunas pieles más gruesas para la cama, espero que no pases frío, Iris —comentó Bokeer, sonriéndole.

Durante las siguientes horas, Bokeer e Iris estuvieron charlando un buen tiempo, mientras Harvey se mostraba molesto.

—Iris, creo que es mejor que ya vayas a dormir. Mañana partiremos temprano a la aldea —sugirió Harvey.

—Está bien, tienes razón, Harvey. Bueno, Bokeer, gracias por dejarme usar tu cama. Eres increíble —respondió Iris, y se fue a dormir.

Bokeer y Harvey se quedaron parados uno frente al otro, mirándose a los ojos.

—Ni lo pienses, Bokeer. Iris jamás te tomaría como su cónyuge, así que deja de perseguirla, ¿queda claro? —advirtió Harvey.

—No, no queda claro. Mira, Harvey, puede que ella en estos momentos no tenga pensado tomar un cónyuge, pero eso no quita la posibilidad en el futuro. Ella es una mujer hermosa e inteligente y puedo notar claramente que es muy diferente a otras mujeres de nuestras tribus. ¿Acaso no es por eso que a ti también te gusta? —preguntó Bokeer, dejando a Harvey sin palabras.

—Será mejor que te vayas a dormir, Harvey. Yo aún tengo que revisar la seguridad de los alrededores de la aldea. Llevan días sin salir los Yumaf, pero aun así debemos mantener la guardia alta. Las fogatas no logran alejarlos por completo —concluyó Bokeer, saliendo de la tienda.

Harvey se acostó al lado de Iris y se quedó dormido sabiendo que la seguridad de la aldea de los caballos era segura. A la mañana siguiente, Iris y Harvey se prepararon para marcharse sin esperar que Bokeer pidiera acompañarlos.

—¿Estás seguro de que está bien que vengas con nosotros, Bokeer? —preguntó Iris.

—Sí, claro. Yo comparto el liderazgo de mi aldea con mis dos hermanos, así que ellos se encargarán en mi ausencia —respondió Bokeer.

—Entiendo —dijo Iris.

Harvey, Bokeer e Iris llegaron a la aldea de los jaguares con varios litros de agua marina, los cuales ella pidió que dejaran en la cueva que compartía con Harvey. Al entrar allí, Iris tomó tres de los platos de piedra que tenía Harvey y cuatro cuencos de madera, vertiendo en estos toda el agua marina. Los platos de madera los dejó al sol para que el agua se evaporara con la luz solar, mientras que los platos de piedra los ponía en el fuego.

—Iris, ¿necesitas que te ayudemos en algo? —preguntó Harvey.

—No, no es necesario. El agua de las vasijas de madera se evaporará solo con la luz solar, lo cual tomará más tiempo, pero esta agua que tengo aquí no debería demorar mucho más. Miren, ya más de la mitad del agua se ha evaporado por completo —explicó Iris.

—¿Qué es esa cosa que está al fondo? —preguntó Harvey, intrigado.

—Eso es sal, es lo que queda después de que el agua se evapora —respondió Iris, mostrándoles la sal que había empezado a formarse.

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Chapter 5