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Sobreviviendo en un nuevo mundo – Capitulo 20

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[Dos horas después]

Bokeer se acercó a Shuu.

—Hola, soy Bokeer. ¿Tú eres Shuu, verdad?

—¿Eh? Sí, soy yo. ¿Iris dónde…?

—Ven conmigo.

Bokeer lo guio hasta la cueva donde se encontraba Harvey. Al llegar, Shuu vio a Iris durmiendo al lado de Harvey, aferrada a él sin querer soltarlo.

“Parece que lo ama demasiado,” pensó Shuu, notando los párpados rojos de Iris, evidenciando cuánto había llorado.

—¿Él es…?

—Él es Harvey, el primer cónyuge de Iris. Ha estado buscando a Iris todo este tiempo hasta que su cuerpo no pudo resistirlo más. Lleva ya dos semanas sin despertar. Necesitará mucho de Iris para volver a abrir los ojos. El vínculo que tienen es muy puro, así que si ella está junto a él, el tiempo necesario para despertar seguramente disminuirá.—explicó Bokeer.

Shuu miraba el rostro triste de Iris, aferrada fuertemente al cuerpo de Harvey, quien seguía inconsciente.

—Entonces, ¿qué se debe hacer para que él se recupere pronto? —preguntó Shuu.

—Por ahora, tú y yo no podemos hacer nada, solo esperar a que él sienta la presencia de Iris todos estos días hasta que se despierte. El vínculo de ambos es fuerte, así que no tomará mucho tiempo. Mientras tanto, Iris me contó sobre ti y los niños. Eres bienvenido a quedarte. Hablaré con el resto de los aldeanos para que te den la bienvenida también. Estoy seguro de que estarás bien aquí, así que no estés nervioso —dijo Bokeer con amabilidad.

Durante los siguientes cuatro días, Iris se quedó todo el tiempo junto a Harvey, mientras Bokeer y Shuu se encargaban de los niños, quienes ya habían comenzado su proceso de desarrollo y lograban transformarse en bestias jaguares, igual que Harvey.

—Han crecido bastante en tan pocos días. Es increíble, Bokeer —comentó Shuu.

—Eso es porque aquí pueden ver a muchos bestias jaguares, lo cual los ayuda a imitar lo que ven —respondió Bokeer, mientras Shuu sonreía ante la actitud de los pequeños, quienes parecían crecer mucho más rápido que un niño humano normal ahora que podían tomar su forma animal.

—Bokeer, ¿Iris está con Harvey todavía? ¿Sabes si ha comido algo? —preguntó Shuu.

—Sí, comió un poco de fruta hace unas horas. Si quieres, puedes llevarle algo mientras tanto. También debemos ir a buscar agua marina en un rato. ¿Vendrás, verdad? —preguntó Bokeer, ya que Iris había estado planeando conseguir hacer la mayor cantidad de sal posible.

—Sí, claro, te acompañaré. Será más rápido llegar al mar si vamos por aire, así podemos traer más agua —respondió Shuu.

Bokeer tomó algunas bolsas y calabazas para transportar el agua. Tras unas horas, Bokeer y Shuu volvieron con el agua del mar, vertiéndola en grandes cuencos de piedra que podían almacenar hasta veinte litros cada uno, llenando cuatro cuencos y guardándolos en diferentes cuevas para dejarlos secar al sol durante el día.

—¿Será suficiente con esta agua? —preguntó Shuu.

—Sí, por ahora estará bien. Iris dijo que debemos esperar a que se seque toda el agua. Mientras tanto, algunos hombres están cocinando un poco de agua para evaporarla con fuego, eso acelerará el proceso un poco —dijo Bokeer.

Escucharon la voz de Iris acercándose.

—También será necesario ir por un poco de café. Creo que eso podría servir de repelente. Mis compañeros y yo, cuando salíamos a escalar y debíamos quedarnos a la intemperie, dejábamos granos de café molido cerca de los campamentos para evitar que ciertos insectos se acercaran.

—¿Café? ¿Y dónde conseguimos eso? —preguntó Bokeer.

—Puede ser complicado distinguirlo, pero les daré una descripción para que puedan encontrarlo —respondió Iris.

Iris describió a los aldeanos cómo identificar el cafeto y les especificó de qué color debían estar los granos.

“Si conseguimos granos de café, podremos molerlos y esparcirlos en los alrededores para mantener alejados a los Yumaf,” pensó Iris, mientras veía a algunas mujeres reunirse en el interior de una cueva. Se acercó a ellas por primera vez desde que había llegado, ya que había estado cuidando de Harvey.

—Iris, ¿qué haces aquí? Pensábamos que estabas con el jefe —preguntó Kathy, mirando a Iris.

—Sí, estaba con él, pero llegaron los chicos y les pedí que fueran por algunas otras cosas.

—Iris, ¿estás segura de que esa cosa blanca llamada sal nos ayudará contra los Yumaf? —preguntó una de las mujeres.

—Entiendo que duden, pero les aseguro que esto será útil y nos ayudará mucho para mantenernos seguros —respondió Iris.

Las mujeres se miraron entre sí y sostuvieron a sus hijos. Iris se sentó en el suelo junto a ellas y comenzó a contarles algunas cosas que había descubierto.

—Cuando ese Yumaf me llevó, intenté defenderme y escapar, pero fue inútil. Estuve casi dos horas luchando para que me soltara. Lo golpeé, forcejeé con él, pero nada funcionó. Su fuerza era mucho mayor a la mía. Como ya saben, la piel de los Yumaf parece absorber el impacto de los golpes. Por eso son tan poderosos. Pero mientras luchaba, tomé una de las bolsas de sal que había hecho para los alimentos y al caer sobre él, gritó. Luego, al darme cuenta de eso, introduje un poco de sal en su boca y pareció tener una reacción de rechazo extremo a la sal en su piel.

—¿Quieres decir que estás segura de que funcionará? —preguntó nuevamente una de las mujeres.

—Iris asintió—. Sí, estoy segura.

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Chapter 20