—No, está bien así, Shuu, ya que prenderás las fogatas en la entrada, es mejor mantenerlos un poco alejados —respondió Iris.
—Hmm… Entiendo.
Shuu respondió mientras Iris terminaba de cocinar, sin poder dejar de pensar en el beso que se habían dado anteriormente. Durante las siguientes horas, Iris intentó evitar a Shuu, lo cual se hacía bastante evidente para él, ya que por el gran frío que hacía en el lugar, era extraño que Iris estuviera tan lejos. “Ella está extraña desde que comenzamos el viaje, ¿estará molesta por algo? Tal vez… ¿Me odia por haberla besado sin su permiso?” Se preguntó Shuu, asustado al ver cómo Iris se alejaba cada vez que él trataba de acercarse.
—Iris… ¿Estás molesta conmigo? —preguntó Shuu.
—¿Qué?
—¿Me odias por besarte cuando aparecieron los Yumaf?
Iris se quedó en silencio y miró el rostro angustiado de Shuu, quien frotaba sus manos, nervioso, esperando la respuesta de ella.
—No, claro que no, Shuu. Yo no podría molestarme contigo por algo como eso. Tú eres quien me salvó y rescató de ese Yumaf el primer día que nos conocimos. También has estado conmigo todo este tiempo, así que me sería imposible odiarte.
Iris sintió la mano de Shuu tomar la de ella cuidadosamente mientras se acercaba más y más a ella.
—¿De verdad no me odias?
—Claro que no, no te odio.
Shuu miró a Iris a los ojos y dos lágrimas rodaron por su mejilla al sentir el alivio de no ser odiado por ella. Iris, al ver a Shuu tan conmocionado, acarició su rostro, secando sus lágrimas y dándole más tranquilidad. Fue entonces que vio cómo él se acercaba más y más a ella, quedando a solo unos centímetros de sus labios.
—Iris, por favor, no, no me odies.
—Shuu, ya te dije que no…
—No me odies por esto…
Shuu se acercó aún más a Iris y la besó tiernamente en los labios, un beso suave y dulce que dejaba ver todos aquellos sentimientos que Shuu sentía por ella. “La quiero, es la primera vez que siento algo como esto, pero ahora sé exactamente qué es: yo… yo la quiero, la amo, quiero que ella esté feliz y a salvo siempre”, pensó Shuu mientras sentía los suaves labios de Iris contra los suyos, los cuales esta no apartaba, correspondiéndole completamente.
—Iris, yo…
—Está bien, está bien, no, no te odio —respondió Iris mientras se acercaba a él y le devolvía el beso, haciendo que Shuu sintiera una gran alegría en su pecho. “No quiero alejarme de ella jamás, la quiero, quiero que esté conmigo, pero… pero ella quiere volver con sus cónyuges y yo, ella se olvidará de mí en cuanto regrese con ellos”, pensó Shuu al ver a Iris en sus brazos.
Iris durmió abrazada a Shuu aquella noche, mientras este no dejaba de pensar en el día que tendría que dejarla ir. A la mañana siguiente, Iris se despertó temprano y vio cómo Shuu dormía a su lado, mientras fruncía el ceño entre sueños.
—Siempre pareces enojado incluso entre sueños, pero eres el chico más amable y tierno que he conocido, Shuu. Y pensar que cuando te vi por primera vez me asusté por lo intimidante que parecías. Ja…
Iris besó la frente de Shuu mientras este dormía y se recostó a su lado. A los pocos minutos, Shuu se despertó, sonrojándose al ver el rostro de Iris tan cerca de él mientras dormía.
—I… Iris.
—Lo siento, ¿te desperté?
—Eh, no, no, claro que no. Yo suelo despertarme temprano. Lo siento, es la primera vez que duermo hasta tan tarde, no sé por qué.
Shuu miró a Iris y se sonrojó mientras se ponía de pie y caminaba hacia la entrada de la cueva para buscar algo de comer. Iris sonrió al ver cómo el cuello y las orejas de Shuu se habían sonrojado. “Es demasiado inocente y tierno”, pensó Iris, mientras sentía un cálido sentimiento invadir por completo su pecho. Horas después, Iris y Shuu se prepararon para marcharse, pero debido a las heridas de Shuu que aún no habían sanado por completo, decidieron quedarse dos días más en aquella cueva.
—Solo avanzamos siete kilómetros. Lamento que tengamos que parar por culpa de mi herida, Iris.
—No, no, ni lo digas. Te lastimaste por ayudarme a mí, así que no tienes por qué pedirme perdón. Es más, soy yo quien debería disculparse.
Iris se acercó a Shuu mientras él parecía estar concentrado, trabajando en trenzar algunas lianas. Durante ese día, Iris trató de acercarse a Shuu, pero él parecía estar completamente concentrado en lo que hacía.
—Shuu, ¿qué haces?
…
—Shuu…
—Oh, lo siento, Iris, estaba concentrado en esto. ¿Qué me decías?
Iris se quedó en silencio y volteó, dándole la espalda a Shuu, mientras él volvía a lo que estaba haciendo. Después de unas horas en completo silencio, Iris se acercó a Shuu primero, dándose cuenta de que este estaba haciendo algo muy parecido a una canasta. “¿Qué es eso? ¿Por qué hace algo como eso?” Se preguntó Iris, sentándose al lado de Shuu mientras este seguía trenzando las lianas y sentía la cabeza de Iris contra su hombro, lo cual no pudo ignorar, sonrojándose y mirando a esta de reojo.
—Shuu…
—¿Sí?
—Por favor, no me ignores. Me… siento sola cuando no te escucho.
Dijo Iris, sintiendo algo de angustia al ver a Shuu distraído en algo más que en ella. “Es la primera vez que me siento de esta manera. Con Harvey y Bokeer era parecido, pero Shuu… Shuu es diferente”. Iris miró la cicatriz en el rostro de Shuu y extendió su mano para acariciarla, mientras él se ponía nervioso al sentir el tacto de Iris contra su mejilla.
—No te alejes.
Dijo Iris antes de inclinarse hacia él y besarlo en los labios con ternura. Al ver la reacción de timidez que este le estaba mostrando, Iris deseó aún más de él, empujándolo hacia el suelo y colocándose sentada sobre él. “Es tan lindo, me gusta esa inocencia y timidez que me muestra, haciéndome sentir deseada y poderosa”, pensó Iris mientras se inclinaba sobre él y lo besaba desde sus labios hasta lo desnudo de su pecho. “Es tan fuerte”. Shuu sentía su cuerpo contraerse con cada uno de los besos que Iris colocaba sobre su piel.
—I… Iris, esto, yo… creo que, creo que es mejor que, que pares… Yo…
Iris, que seguía bajando por el abdomen de Shuu, se dio cuenta del gran bulto que se veía bajo la falda de este y, sorprendida, sonrió satisfecha, metiendo la mano entre la falda de él y tomando con su mano el gran bulto que este escondía. “Es muy grande. Es tan tímido e inocente que no pensé que sería así de grande”, pensó Iris mientras escuchaba a Shuu respirar agitadamente.
—¿Te duele?
—Hah… No, no, no me duele. Hah, es hah…
Shuu, agitado, mordió su labio al tratar de reprimir sus gemidos, lo cual hacía a Iris más ansiosa por querer complacerlo y escucharlo.
—No estés nervioso, no te haré daño.
Iris bajó a la parte más íntima de Shuu y lo acarició con sus labios, haciendo que este se estremeciera por completo.
—Iris… no, no hagas, no hagas eso…
Dijo Shuu, avergonzado, mientras miraba a Iris, quien tenía una sonrisa complacida en el rostro. “Ella, ella parece feliz al hacer eso, pero, pero yo no soy su cónyuge y sé que ella no me aceptará como uno de ellos”, pensó Shuu cuando sintió a Iris sentarse sobre él y tomar sus manos para colocarlas en su cintura.
—Ya no pienses en nada, Shuu, solo concéntrate en esto.
Shuu sintió cómo todo su cuerpo se estremecía de placer mientras acariciaba el cuerpo de Iris centímetro a centímetro. “La quiero, no quiero que me deje, no quiero perderla, quiero hacerla toda mía”, pensaba Shuu mientras sostenía a Iris en sus brazos, hundiéndose en aquel placer tan irreconocible para él. Durante los siguientes dos días, Iris y Shuu estuvieron preparándose para seguir el camino, el cual parecía un trayecto bastante largo hasta la aldea de los jaguares.
—Creo que hay una aldea cerca de aquí también. ¿Te parece si nos detenemos allí por suministros? —preguntó Shuu, mientras revisaba el bolso con las pocas cosas que les quedaban para comer y seguir el viaje. “Son muy pocas cosas, no creo que alcancen de aquí a llegar a la aldea de Iris. Tendremos que cazar de camino hacia allá o pedir asilo en alguna aldea cercana para conseguir suministros”, pensó Shuu mientras bajaba de la cueva y veía a Iris seguirlo sin problemas.
Después de caminar por casi dos horas, Iris pidió detenerse, ya que no se sentía del todo bien.
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