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Sobreviviendo en un nuevo mundo – Capitulo 11

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—Oye, dije que estoy bien, así que…

—Te dije que te quedes allí, ahora espera, terminaré de preparar la comida —insistió Iris, viendo que en su pequeño bolso aún le quedaban cuatro hojas llenas de sal marina. “Aún me queda sal… Esas cosas parecían ser lastimadas por la sal. ¿Por qué siento que he visto una reacción parecida en alguna parte?”, pensó mientras tomaba una de las hojas y colocaba pequeñas cantidades de sal en el suelo de la entrada de la cueva para evitar que los Yumaf entraran.

—Está listo, Shuu, ¿puedes sentarte? —preguntó Iris, viendo que la apariencia de Shuu se veía cada vez peor. Entonces se dio cuenta de que la herida en la espalda de este era profunda y parecía cada vez más roja y en mal estado. “Lo había olvidado, él está herido. Como él estaba nuevamente con la capa, se me olvidó su lesión”, pensó Iris preocupada y sintiéndose culpable, ya que sabía que esa herida se había provocado mientras él la rescataba de las garras del Yumaf. “Es mi culpa, él me salvó y yo me olvidé por completo de su lesión”.

Iris, al no poder despertar a Shuu, salió corriendo de la cueva buscando hojas grandes para poder hacer un plato y recolectar agua. “Harvey me enseñó cómo hacer un plato hondo con hojas de plátano, así que será fácil mientras consiga hojas de un tamaño adecuado”, pensó encontrando unas rápidamente. Hizo el plato y corrió hacia la cascada que estaba cerca de la cueva y recolectó un poco de agua para tratar a Shuu.

—Shuu, Shuu, ¿puedes oírme?

—Hmm…

—Shuu, vamos, necesito que te sientes un segundo. Vamos, debes tomar un poco de agua —dijo Iris, pero Shuu no parecía escucharla con claridad. Así que ella se sentó a su lado y trató de sentarlo mientras lo sostenía con sus brazos—. Vamos, bebe un poco de agua y descansa.

Iris tomó un poco de tela y la empapó con agua para poder bajar la temperatura de Shuu. “Espero que mejore, ahora debo limpiar y desinfectar la herida en su espalda”, pensó mientras abría su pequeño bolso y sacaba algunas flores del interior. “Solía usar la caléndula cuando tenía heridas en mis viajes porque al principio, cuando practicaba la escalada, solía hacerme heridas”. Puso las flores de caléndula dentro del agua caliente y esperó unos minutos, luego puso un trozo de tela en esta y, con el paño húmedo, limpió la herida en la espalda de Shuu, quien hizo un pequeño gesto de dolor.

—Lo siento, lo siento, trataré de ser más cuidadosa —dijo Iris, preocupada al ver que este parecía estar sufriendo. “La caléndula debería ayudar para desinfectar la herida y hacer que cicatrice más rápidamente”, pensó. Después de unos minutos, Iris tomó las hojas que habían quedado en la superficie del agua y las molió para luego colocarlas dentro del paño y ponerlas en la espalda de Shuu—. Esto debería ayudar para que no se infecte y aliviar un poco el dolor y la inflamación.

Iris se quedó todo aquel día cuidando a Shuu mientras le bajaba la fiebre. Fue cuando este ya estaba completamente recuperado que ella al fin pudo tomarse un respiro, quedándose dormida al lado de él. Al despertar, Shuu vio a Iris durmiendo a su lado y sintió el paño fresco que ella había puesto en su espalda.

—¿Qué? ¿Qué es esto?

—Hm… ¿Shuu? Qué bien, ya despertaste. ¿Cómo te sientes? Espera, espera, deja que te sirva un poco de té de caléndula para que te sientas mejor —dijo Iris.

Shuu se quedó en silencio mientras observaba a Iris atenderlo servicialmente. Ella tomó un poco de té y se lo dio a Shuu para que se sintiera mejor. “Es la primera vez que veo a una mujer comportarse tan atenta con alguien… Es extraña. ¿Por qué me ha estado cuidando?”, se preguntaba Shuu mientras miraba a Iris.

—¿Sabes? Yo creo que tendrías que descansar durante algunos días más hasta que se cure por completo tu herida. No creo que tengamos demasiados problemas en este lugar como para conseguir alimento y agua, así que, ¿te parece esperar unos días antes de irte? —preguntó Iris mientras le quitaba el paño con pétalos de la espalda a Shuu para cambiarlos y volver a limpiar la herida.

—He… sí, sí, supongo que está bien. No puedo hacer mucho en este estado de todas formas —respondió Shuu mientras miraba el corto cabello castaño oscuro de Iris y aquel delgado cuerpo. “Es delgada, pero sus brazos parecen ser fuertes. Debe de estar acostumbrada a ayudar a las personas”, pensaba Shuu mientras miraba cómo Iris se manejaba tan bien en cuidarlo. Durante los siguientes siete días, Iris estuvo cuidando de Shuu mientras charlaban sobre sus vidas. Este le contó que había abandonado su aldea en las montañas templadas, ya que toda su familia había muerto y el jefe de la aldea del lugar no aprobaba su estancia allí.

—Pero, ¿acaso no había otra opción para quedarte? Ese jefe no tenía derecho a correrte solo por ser hijo de tus padres.

—Lo sé, pero aun así no me importa. Yo tampoco pretendía quedarme allí porque no tenía a nadie que me importara en ese lugar —respondió Shuu.

Iris mostró un rostro doloroso. “Él está solo. Tal vez Harvey lo acepte en nuestra aldea… Sí, quizás lo acepte. Pero estamos a más de doscientos treinta kilómetros de la aldea de los jaguares. Será difícil llegar allí solo caminando”, pensaba Iris mientras miraba de reojo a Shuu.

—Shuu, ¿te gustaría ir conmigo a mi aldea? Estoy segura de que Harvey te dará la bienvenida felizmente. Él es muy amable, así que…

—No, no, Iris. Yo sí puedo acompañarte a llegar allí, pero no pienso quedarme. Además, no creo que a tus cónyuges les agrade mucho la idea de que lleves a un hombre contigo para quedarse a vivir allí.

—¿Qué? Pero Shuu, lo digo en serio, yo…

Iris miró el rostro de Shuu, quien parecía decidido, y luego se quedó en silencio. “No me voy a rendir, aún tengo tiempo para convencerlo de quedarse a vivir en la aldea”, pensó Iris, quien no siguió hablando del tema, pero aun así no pensaba en rendirse. Ella sabía que tenía una posibilidad de convencer a Shuu de quedarse a vivir en la aldea de los jaguares y confiaba plenamente en que Harvey no se negaría en aceptarlo.

—Iris, llevamos siete días aquí. Creo que ya es tiempo de que me dejes ayudarte un poco más en las cosas. Yo ya me siento mucho mejor, por lo que no tienes que preocuparte demasiado y así se nos puede hacer más fácil el poder seguir en este lugar los dos —dijo Shuu mientras Iris preparaba algo de comida.

—He… preferiría que sigas descansando, pero puedo entender que estés algo frustrado de estar acostado todos estos días, así que, sí, está bien, puedes ayudarme. Pero no te exijas demasiado, por favor, ya que puedes abrir la herida.

—Bien, entonces, si me das permiso, ¿en qué puedo ayudarte ahora?

—¿Ahora? Ahora, pues en nada, la comida ya la tengo casi lista. Así que… no sé, ¿puedes traer un poco de agua de la cascada y colocar las dos fogatas en la entrada? —Iris apuntó hacia la entrada de la cueva y Shuu asintió rápidamente, tomando algunas ramas secas y acomodándolas para hacer una fogata antes de que cayera la noche.

[Mientras tanto]

—¡Harvey, cálmate, no puedes seguir así, eres el jefe de la aldea!

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