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Por Perséfone – Capítulo 4 La Palabra De Un Hombre Muerto (2)

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Según las historias, el río Aqueronte era el borde de la tierra más allá de las tumbas, era tan vasto que no se podía ver el final, y el agua parecía no tener límite. Perséfone se preguntó cuán vasta era la tierra en realidad, esperando a verlo con sus propios ojos- La tierra donde todos volvían. También había un palacio dorado en el inframundo, y no había nada parecido en la superficie de la tierra.

 

El Lord a cargo de la tierra más allá de la tumba también era el gobernante de los muertos- un dios que era servido y seguido por todas las personas ricas. El mito que decía que su palacio es mejor que el templo de los dioses en el Olimpo era cierto.

 

Perséfone quería ver como lucía todo– oro y plata brillando intensamente como si estuvieran amontonados en una colina, campos que se desbordan en monedas, y la existencia de la más fina joyería que el hombre jamás había conocido parecían ilimitadas.

 

Sin embargo, ella estaba más interesada en algo mucho más simple que eso- el ‘casco invisible’, quien hace al portador invisible a la vista. Quinair (1) era el tesoro del inframundo que ni siquiera Argos, que tenía cientos de ojos, podía ver.

 

Pero Caronte no la dejaba pasar, mantenía una postura implacable mientras se burlaba.

 

“Vete de aquí si no puedes pagar.”

 

“Tú, mujer vil. ¿No entiendes lo que acabo de decir?”

 

“Esta perra.”

 

Él estaba frustradamente determinado, llevando a cabo sus deberes con una voluntad inquebrantable. No hay moneda significa no hay entrada, era tan simple como eso. Y fue lamentablemente desafortunado para Perséfone, quien nunca había tenido una en toda su vida.

 

Envidiaba a todos los que podían abordar la barca sin retrasos. Hirviendo en su lugar, sintió un cambio en el aire, la niebla se movía hacia el otro lado de manera extraña.

 

‘Él’ subió al bote justo cuando estaba a punto de partir. No necesitaba monedas porque él era el rey, el señor del inframundo – una poderosa entidad, y el simbolismo de la muerte.

 

Los muertos se rieron entre ellos de la inmóvil Perséfone.

 

“¿Qué está haciendo ella aquí? No parece que pertenezca aquí.”

 

“Solo se estaba paseando aquí, ¡debería irse!”

 

“Mira a esa moza de ahí, con ojos amarillos como pajillas de arroz. ¡Deshágase de ella!” Exclamó Caronte con la voz ronca.

 

El hombre giró su cabeza y siguió la dirección en la que apuntaba Caronte. Miró fijamente a la mujer, y cuando ella se volvió hacia él, todo cambió a partir de ese momento.

 

“¿Cuán tonta es esta mujer? ¡Ni siquiera expresó sus respetos hacia Aqueronte! ¡Tirela por la borda!”

 

Escuchando las voces a su alrededor, Perséfone estiró el cuello hacia arriba del bote y vio a un hombre que la miraba fijamente. La oscuridad parecía estar nadando detrás de los orbes grises del hombre y eso, era seductoramente hipnotizante, justo como la luna en medio del cielo nocturno. Perséfone sintió que estaba siendo succionada mientras le devolvía la mirada, nada más que el sonido de su nombre resonaba con fuerza en su cabeza.

 

‘¿Nos encontramos de nuevo?’ Hades dijo en su cabeza.

 

Hades. El señor del inframundo y la muerte del mundo invisible.

 

“¿Cómo vino todo el camino hasta aquí con su sombra siguiéndola? ¿Estás perdida niña? (2)” Perséfone oyó su voz en su cabeza en medio del alboroto. Ella respondió en apuros.

 

“¿Has olvidado quién soy?”

 

No recibió respuesta, la barca dejó el muelle, con Hades en ella.

 

Perséfone tenía su propia percepción sobre él después de haber oído muchas historias hablando del señor del inframundo. Ella supo que tenía que mantener su distancia, pero su voz suave y penetrante, junto a los ojos que parecían un abismo, la hicieron cruzar los límites, cerrándose en la brecha que separaba la tierra y el inframundo.

 

A partir de ese momento, todo juicio que sostenía contra él se había desvanecido en un abrir y cerrar de ojos, dejándola vulnerable a la intemperie.

 

La muerte era algo ajeno a ella, habiendo pasado toda su vida en la isla, donde todo estaba dispuesto solo para ella. Vio calidez detrás de sus ojos penetrantes, viendo a través de su forma dominante.

 

“Esa persona de ahí”. Perséfone susurró para ella, diciéndolo como una oración.

 

¿Sería esta la primera vez que una firme creyente de Delfos se enfrenta a la luz? Sentía que su pecho estaba ardiendo. Dio un paso atrás, su pie apartando al otro mientras susurraba su nombre repetidas veces.

 

Ella quería hablar con el señor del inframundo. Quien sabe, podría ser la clave de su libertad.

 

 

***

 

1 ¿El nombre del casco de Hades?

 

2 En ingles esta pregunta, ¿Estás perdida niña? está como, Are you lost Little girl?, me recordó al audio de tik tok, Are you lost baby girl? *Inserte grititos de emoción.

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