Fue una noche donde miles de ojos de Nyx parpadearon sobre el horizonte.
Perséfone, quien de repente sintió escalofríos, abrió sus ojos y miró por la ventana. El bosque estaba inmerso en las sombras de la noche. Había silencio detrás de la puerta bien cerrada. Un breve pensamiento surgió, sobre lo pesada que sería la vigilancia de las ninfas y si sería posible escabullirse. Sin embargo, la desgana que resultó de la consideración cautelosa fue breve, y la capa estaba al alcance de la mano.
Perséfone, vistiendo hábilmente una capa, se arrastró debajo de la cama y cuidadosamente «lo» sacó de la caja. Luego se escabulló por la puerta trasera. No sintió la presencia de las ninfas.
A diferencia del día, el bosque por la noche daba una extraña sensación, como si algo dentro de él estuviera al acecho. Al mirar el camino envuelto en un aire misterioso los humanos tenían la sensación de estar mirando un camino que han recorrido por primera vez en su vida. Hoy en especial, se sentía de esa manera.
Una extraña sensación recorrió los nervios de todo su cuerpo.
Levantó la lámpara y miró alrededor. Las hojas caídas y las sombras de las ramas hicieron parecer que los árboles se precipitaba hacia ella con la boca abierta. El sonido usual de las olas que provenían desde lejos parecía estar burlándose de ella.
Perséfone abrió la cerca del patio delantero y salió cuando sus ojos atraparon, a través de la pegajosa oscuridad, un narciso amarillo tirado en el suelo.
Los narcisos no eran una especie de flor común en la isla, sino una flor rara que se podía ver cuando las semillas que se cansaban de estar en los brazos de Notus1 y Boreas1, echaban raíces. ¿Por qué estarían aquí?
Sus flores favoritas.
Una leve sonrisa colgó de los labios de Perséfone, quien agarró la flor y la olió. Vio otra flor un poco lejos y se acercó a ella, como si algo la hubiera poseído. Empezó a pensar que algo andaba mal mientras seguía recogiendo las flores.
Una, y otra…
‘…¿Qué podría ser?’
Perséfone, que sostenía preciosamente seis o siete narcisos, se salió del camino y terminó en un pequeño terreno baldío en el bosque.
Mientras se agachaba para recoger el último narciso que quedaba, sus oídos picarón ante el abrupto cambio en la armoniosa sinfonía de la naturaleza.
Crujidos
Sus ojos amarillos se abrieron cuando entro en un estado de alerta.
Perséfone permaneció calmada y miró alrededor. Solo había ramas y árboles dejando caer sus hojas por todos lados. Su garganta se secó y su corazón estaba latiendo rápidamente.
«…¿Naiadas? ¿Cyane? ¿O acaso es Arethusa? ¿Me siguieron?»
La sinfonía de la naturaleza había vuelto, ya que las desviaciones se habían ido. Solo se oían los gritos del viento que arañaban el bosque y los sonidos burlones de las hojas.
Su grito nunca salió de su boca.
***
Clink, Clank.
Escuchó el sonido de la capa de invisibilidad rodando a través de la hierba y las piedras.
Su boca estaba cerrada y sus ojos fueron cubiertos inmediatamente. Solo tomo unos pocos segundos para que ‘la diosa de la invisibilidad’ se convirtiera en ‘la diosa ciega’.
Se dio cuenta que la mano que agarraba su barbilla y cubría su boca le pertenecía a un hombre. Perséfone no supo cómo lidiar con esta extraña situación porque nunca había experimentado algo similar antes. Empezó a moverse vigorosamente para liberarse, pero ya era demasiado tarde.
«Ugh, ¡arghh!»
Este era el lugar más oculto y seguro en la tierra que Deméter, su madre, había creado. Debería de serlo. Viviendo por varias décadas en esta isla, nunca había visto pasar un barco humano, y muy raramente sólo los dioses que montaban el viento con un trineo pasaban. Era una isla sin entrada ni salida.
Trató de empujar con sus pies, sacudió su cabeza para de alguna manera liberarse de la tela que cubría sus ojos, pero las manos que ataron la pieza fueron muy fuertes.
«Quién, ¡¿Quién demo…!»
Entonces sintió la mano de un hombre agarrar su cabello.
«Ahh!, ahhhh! ¡Para!»
Perséfone, cuya cabeza fue forzada hacia atrás, sintió los dientes de un hombre mordisqueando su cuello, luego su cuerpo se puso rígido.
La voz de su madre pasó por su cabeza.
-«El mundo fuera de la isla no está lleno de grandes aventuras, fe, y felicidad como en tu imaginación… Un día no pasa sin que belicistas, que son atrapados por la lucha engañosa de Ares, busquen pelea. Y aquellos como Zeus están dispersos por todas partes te harán fruncir el ceño… Cuando pienso en él, se me pone la piel de gallina por todo el cuerpo… ¿Cómo puedo enviarte a un mundo así sabiendo que tú, mi hija, va a sufrir?»
Como si se burlara de su insignificante intento de voltear su cuerpo, de alguna manera unos fuertes brazos empujaron su cintura hacia él.
-Durante el día la isla es completamente tuya, y por la noche… es como el interior de una serpiente.
«Hush-» Lo primero que dijo el hombre fue una orden.
«Deméter te escondió tan bien… tuve muchos problemas tratando de encontrarte.»
La capa de Perséfone fue quitada como si hubiera sido arrancada.
Y sus hombros temblaron sin piedad cuando un hechizo frío la golpeó. El pecho del hombre estaba contra él de ella, y en un instante, el dobladillo de su bata se levantó hasta su vientre. En ese momento no pudo reconocer su voz.
«Perséfone, Perséfone.»
Su lengua trazaba un camino sobre su cuello.
«¿Por qué estás actuando como una oveja asustada? ¿No dijiste que no tenías miedo?»
Y por la manera en la que se burló de ella. Ella lo supo todo.
Se le erizó la piel por todo el cuerpo. El miedo de que fuera raptada, incapaz de ver algo mientras desaparecía sin dejar rastro, y por una razón diferente a la anterior, su corazón empezó a latir con fuerza.
«Él me ha encontrado».
1 Las Aurae son los cuatro vientos direccionales que también están asociados con las estaciones.
Zephyrus : El viento del oeste, asociado con la primavera.
Boreas : El viento del norte, asociado con el invierno.
Notus : El viento del sur, asociado con el verano.
Eurus : El viento del este, asociado con el otoño.
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