Zachary se encontró de repente en un lugar extraño. Miró a su alrededor sin comprender. El escudo de la bandera que ondeaba en el muro del castillo le resultaba familiar. Era el castillo de Blanchefort.
¿Cuándo llegó a Blanchefort?
Su mente estaba nublada, como si hubiera niebla en su cabeza.
Zachary paseó por el territorio, siguiendo la estructura del castillo de Blanchefort. En poco tiempo alcanzó el jardín. Es de mala educación irrumpir en un castillo sin invitación, sin importar cuán parientes sean. Sin mencionar el apoyo en el interior del castillo. Zachary inmediatamente trató de girar.
Sin embargo, desde el interior del jardín trasero, escuchó a una niña lloriquear. En el castillo de Blanchefort, la única niña que podía llorar era Colette, la hija de Johaseng de Blanchefort.
Zachary se debatió entre aplacar a su sobrin aceptando la descortesía de entrar al castillo sin aviso, o fingir no saber.
Era cuestionable si Collette dejaría de llorar incluso si iba de todos modos. Collette tenía dificultades con su tío, Zachary.
Cuando pienso en ello, se preguntó dónde estaba la dificultad. Como Bianca en el pasado, lloraba porque tenía miedo de ver su rostro. Una pequeña sonrisa se extendió por la boca rígida de Zachary al recordar el pasado.
En ese momento, su esposa lloró mucho. De hecho, Zachary nunca había visto otra expresión de la joven Bianca que no sea de llanto. Eso fue un poco desafortunado. Al menos una vez, le habría gustado ver sonreír a la pequeña Bianca. Pero el tiempo ya pasó. Cuando llegó a un lugar desconocido, comenzó a pensar en cosas diferentes a lo habitual. Zachary se burló de sí mismo al verse pensando cosas inútiles.
Mientras tanto, el llanto de la niña no cesaba. Podría terminar desmayándose de tanto llorar. Hubo un momento en que Alex sollozó y lloró durante horas antes de finalmente desmayarse. A juzgar por el hecho de que no había nadie alrededor, parecía que no había nadie para consolar a la niña excepto Zachary. Zachary dejó de preocuparse por qué hacer y se trasladó al lugar donde se suponía que debía estar la niña.
En el momento en que dio la vuelta al muro del jardín cubierto por los arbustos y miró hacia abajo, Zachary murmuró involuntariamente.
—¿… Bianca?
El familiar cabello castaño rojizo y las mejillas rojas regordetas con lágrimas rodando. Era igual a Bianca el día de la boda.
La niña que lloraba tembló ante la presencia de un extraño.
La niña levantó la cabeza, miró a Zachary y preguntó.
—¿Quién, quién es usted?
Era Bianca. No podía no saberlo. Era exactamente igual a la apariencia de Bianca en los retratos que intercambiaron antes de la boda, que Zachary trazó una y otra vez.
Esto es un sueño.
Tan pronto como notó la presencia de Zachary, el miedo creció en los ojos verde pálido de la joven Bianca.
Zachary del pasado no pensó que sería una amenaza para Bianca, pero ahora lo sabe. Zachary se alejó rápidamente de Bianca, y cuando eso no fue suficiente, se arrodilló y bajó la mirada. Aun así, la altura sentada de Zachary eclipsaba a la de Bianca.
Ahora que sabía que era un sueño, decidió ser un poco más serio. Zachary dijo una mentira piadosa.
—Soy un invitado en Blanchefort.
—L-le mostró un lado vergonzoso.
Bianca, quien se sintió aliviada cuando la otra persona se alejó, respondió fingiendo ser una adulta. Si hubiera sido Bianca de adulta, no se habría sentido tan aliviada. Se rió de la estupidez de Bianca de muchas maneras, pero al mismo tiempo le preocupaba qué hacer con tal falta de vigilancia.
—S-soy Bianca, la única hija del Conde Blanchefort. ¿Y usted Lord?
Bianca, que aún es joven pero tiene buen ojo, reconoció de inmediato el atuendo de su oponente. No era llamativo, pero el jubón de seda de alta calidad, los zapatos bien curtidos y el cabello plateado tenían una apariencia aristocrática, por lo que creyó las palabras de Zachary de que era un invitado.
Zachary se sorprendió cuando Bianca le habló con más facilidad de lo que pensaba. Ahora que lo piensa, cuando Zachary y Bianca se conocieron, la niñera Jean discrepó con la tela áspera de Zachary. Quizás la aversión de Bianca hacia sí mismo también se debía en parte a su ropa vieja. Su esposa es más exigente de lo que pensaba.
Incluso después de que la relación progresó, actuó como si desaprobara su ropa.
«Tal vez no le gustó la forma en que me vestí desde la primera vez que nos conocimos.»
Zachary reflexionó sobre si revelar o no que él era de Arno. No importará ya que es solo un sueño de todos modos… Por alguna razón, sintió que no debía revelarlo. Zachary respondió.
—No estoy en posición de ser llamado Lord por usted. Por cierto… ¿te gusta el pastel de chocolate?
—¿Cómo lo sabe?
Bianca preguntó sorprendida. En lugar de responder, Zachary se rió por lo bajo. Había mucho chocolate alrededor de la boca de Bianca, así que no pudo evitar notarlo. También fue sorprendente. La Bianca que Zachary conocía no comía demasiada fruta, y mucho menos pastel de chocolate, diciendo que era demasiado dulce.
Zachary sabía que su tono sonaba brusco. Fue porque Bianca diría algo sobre su tono cada vez que tenía la oportunidad. Para ser precisos, era más como una queja de que su hija mayor, Alex, no debería parecerse a Zachary en su tono.
«Estoy acostumbrada ahora, pero ¿sabes lo aterrador que fue al principio? Creó muchos malentendidos… Bueno, por supuesto, ¡eso no significa que Alex tenga que aprender mi forma de hablar! ¡Sé que mis habilidades para hablar no son tan buenas!»
Bianca dijo «Ya me acostumbré», no «Ya está bien». Así que Zachary habló lo más suavemente que pudo con Alex.
—Solo pregunté porque pensé que te gustaría.
Era una voz que se suavizó hasta el punto de que Zachary nunca había creído posible. Sin embargo, hay un límite en la forma en que un tigre puede hacer sonidos de gato, por lo que, a los ojos de los demás, todavía era el epítome de un caballero contundente.
Aún así, no fue un intento sin sentido, pero Bianca murmuró una respuesta con una expresión hosca.
—Me gusta… Pero no quiero comerlo ahora.
Bianca recordó la textura fangosa en su boca. Normalmente, era una comida que le gustaba tanto que le rogaba a su padre para que le permitiera comer.
Cuando pensó en pastel de chocolate, también recordó el tema que salió con él. Los ojos de Bianca se llenaron de lágrimas nuevamente. La pequeña Bianca sollozó y enterró la cabeza en su regazo, olvidando que había un extraño frente a ella.
—No quiero casarme… No quiero salir de casa…
La pronunciación del diálogo interno mezclado con el llanto fue casi ahogada, pero Zachary entendió exactamente a Bianca. Fue entonces cuando Zachary se dio cuenta de que este era el momento en que él y Bianca estaban hablando de matrimonio.
Al darse cuenta de eso, la Bianca frente a él parecía aún más joven. Se sintió amargo. Su yo pasado tenía tanto miedo de esta niña. No sabía cómo tratar con este ser desconocido…
Mientras tanto, los sollozos de Bianca se hicieron más fuertes. Zachary se sintió nervioso, sin saber cómo aplacar a Bianca.
¿Qué podría gustarle a Bianca a esta edad? Ir de compras era lo único que disfrutaba Bianca, pero ahora mismo, ni siquiera eso era lo suyo.
«Sería bueno que cayeran joyas del cielo…»
Zachary soñó con una ilusión engañosa. Si fuera un sueño, estaría bien si fuera un poco absurdo como un sueño, pero el sueño de Zachary parecía muy real. Pronto, la mirada de Zachary vio piedras lisas rodando por el suelo.
—Aquí. Mira esto.
Después de llamar la atención de Bianca, Zachary recogió cinco piedras, las arrojó frente a Bianca y repitió atrapándolas. Era el juego que aprendió de Bianca. Escuchó que Bianca jugaba a menudo con su niñera, por lo que probablemente ya sabía como jugar Gonggi.
Zachary logró atrapar las piedras. No fue tan complicado como la primera vez que jugó con Bianca, pero todavía fue descuidado. Incluso para la joven Bianca, las habilidades de Zachary deben haber sido mediocres.
—Señor, realmente es malo en esto.
Zachary miró fijamente a Bianca. Era una niña que podía ser así. Zachary, que solo recordaba la forma en que lloró en el salón de bodas y la forma en que fruncía el ceño y lo evitaba cada vez que lo veía, no pudo evitar admirar este momento.
—Lo intentaré.
Bianca extendió la mano y tomó las piedras de Zachary. Luego, con hábiles movimientos de manos, comenzó a jugar con las piedras. La mano del tamaño de la palma de la mano de Zachary sujetó hábilmente las piedras.
Zachary la miró fijamente. A pesar de que sus ojos estaban hinchados por el llanto, no podía apartar la mirada de su rostro sonriente tan pronto como sucedió algo interesante frente a su nariz. Al mismo tiempo, la admiración y el arrepentimiento lo cubrieron.
—Uno, dos…
Bianca, que lanzaba piedras repetidamente y las atrapaba en el suelo, levantó la cabeza triunfalmente después de completar un círculo completo.
—Así se hace… ¿señor?
Cuando Bianca levantó la vista, Zachary frente a ella ya había desaparecido. Bianca saltó de su lugar y miró a su alrededor.
—¿Señor?
Sin embargo, en el jardín trasero no había otra presencia que no fuera la de Bianca.
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