A última hora de la mañana siguiente, Yvonne se dirigió a su habitación para asistir el desayuno de Bianca como es habitual.
Los brazos de Yvonne estaban llenos de los materiales habituales que utilizaba Bianca por la mañana, entre ellos una copa de vino para humedecer su garganta, agua para lavarse la cara, y maquillaje para su rostro.
Como había un banquete para celebrar la victoria del torneo esta noche, había mucho que hacer.
Tan pronto como Yvonne entró en la habitación y levantó la cabeza, sus ojos se encontraron con Zachary, que estaba acostado en la cama.
Anoche le avisaron con antelación que el Conde y la Condesa dormirían juntos. Sin embargo, en el momento en que se encontró con un extraño en un espacio familiar, no pudo evitar sorprenderse. Sobre todo si el extraño se trataba del Conde semidesnudo. Fue una suerte que los objetos en sus brazos todavía estuvieran intactos.
Recostado en la cama, Zachary miró a Yvonne y luego volvió a mirar a Bianca. Mientras miraba a Bianca, que murmuraba mientras daba vueltas, sus labios dibujaron un arco.
Aún así, mantuvo las manos quietas y solo la miró, como si ni siquiera pudiera pensar en tocarla.
Yvonne aclaró su vergüenza y se preparó en silencio para despertar a Bianca. Escuchó que dormirían juntos, así que se preparó en consecuencia, pero, sinceramente, no creía que eso sucedería. Porque fue demasiado repentino para que eso sucediera.
Desde que llegaron a la capital, Zachary y Bianca se han vuelto más cercanos, pero aun así, han sido muchos años de distanciamiento el uno del otro. Como esperaba que avanzaran paso a paso, este fue un agradable golpe en la nuca.
Pero no era nada malo para la relación marital de la pareja a la que sirve.
Si Vincent hubiera venido a la capital con ellos, estaba claro que habría saltado de alegría. Yvonne chasqueó la lengua.
Cuando Yvonne terminó de prepararse para asistir a Bianca, Bianca se despertó justo a tiempo. El momento fue tan perfecto que era difícil saber si Bianca se adaptaba a Yvonne o Yvonne a Bianca.
Bianca se frotó los ojos bajo el sol de la mañana y preguntó con voz somnolienta.
—… ¿Yvonne?
—Sí, señora. ¿Está despierta?
—Sí…
Bianca bostezó ruidosamente y parpadeó. Su visión se llenó con el pecho firme de un hombre. Bianca saltó de su lugar, sobresaltada.
La cama estaba llena de rastros de su aventura amorosa. Ambos estaban desnudos, y la piel blanca de Bianca estaba llena de marcas de mordedura y chupones.
Fuera de la cama, Yvonne, que estaba preparando el desayuno de Bianca, la miró avergonzada.
Sí, es cierto. Ayer se acostó con él.
Acababa de despertar, así que su cabeza no funcionaba correctamente. Bianca, recordando lo que pasó ayer, rápidamente recuperó la compostura.
—¿Bianca…?
—Estoy bien. Es solo que no estoy acostumbrada a dormir con otra persona. Lo siento si te sorprendí.
—Está bien. Puedes acostumbrarte.
Zachary reaccionó sin rodeos, pero había un evidente alivio en su voz. Después de todo, la novia, que pasó la primera noche, parecía asustada y aterrorizada a la mañana siguiente, lo que lo puso ansioso.
Bianca sonrió y bebió el vino que le pasó Yvonne. A diferencia de ayer que odiaba mostrar su piel desnuda frente a Zachary, era modesta frente a Yvonne. Aunque Yvonne siempre la atendía, y era natural que también asistiera su baño.
—Yvonne, ¿qué hay de la bañera?
—Ya está lista, señora.
Yvonne, que tenía todo lo que Bianca deseaba, como la palma de su mano, respondió con agilidad. Bianca intentó levantarse con su fino chal puesto, pero le temblaban las piernas y no tuvo más remedio que volver a sentarse.
—Yvonne, ¿puedes ayudarme?
—Te ayudaré.
Antes de que Yvonne pudiera responder, Zachary, que había estado acostado lánguidamente detrás de Bianca, respondió.
Avergonzada, Bianca dudó en hablar, mientras que la ingeniosa Yvonne inclinó la cabeza y salió de la habitación sin molestarla, pero sin olvidar sus modales.
Mientras Bianca entraba en pánico, sin saber qué hacer, Zachary se levantó de la cama.
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