4. 동상이몽 (misma cama, diferentes sueños.)
(N/T: Se refiere a dos personas que miran lo mismo, pero tienen pensamientos diferentes al respecto.)
Al día siguiente, como estaba previsto, llegó Zachary. Como era de esperar, Bianca lo saludó con la calma que esperaba, pero fue difícil controlar su expresión hasta que vio a la gente que lo seguía. Robert, Gaspard y Sauveur. Estos eran los tres comandantes de Zachary.
Bianca parpadeó ante la aparición inesperada. Como el escolta es por razones nominales, pensó que lo mejor sería poner a un caballero ordinario, pero se trata de un comandante en jefe. Fue un resultado totalmente inesperado.
Parecía que Bianca no era la única que estaba atónita por esta situación. No había alma en los rostros de los comandantes. En esta situación, Zachary era el único normal. Asintió con calma y señaló a los tres comandantes detrás de él.
—Todos son muy talentosos. Por favor elige.
—… No creo que sean personas que puedan perder el tiempo con mi escolta.
—Ser tu escolta no es una pérdida de tiempo.
Si lo es. Bianca gimió para sí misma. Trató de deshacerse del engorroso vigilante, pero Zachary no parecía tener la menor intención de retroceder. Bianca respiró hondo y vio a los tres comandantes de pie detrás de Zachary. Todos esperaban que Bianca no los eligiera.
Parecía que estaban siendo arrastrados dondequiera que mirara. Vienes a mí con una cara como esa. Incluso la persuasión no parece correcta. Bianca sonrió amargamente ante la hostilidad desesperada.
La conjetura de Bianca era cierta.
Ayer por la noche, Zachary convocó apresuradamente a los comandantes. Ante la repentina orden de llamada, los comandantes dejaron sus trabajos y se dirigieron rápidamente a la oficina de Zachary. Quizás Aragón ha vuelto a atacar. Entonces tenían que formar un ejército y salir inmediatamente. ¡Acaban de regresar ayer…! Los comandantes de unidad se apresuraron, con la esperanza de que no fuera una expedición.
Sin embargo, la realidad fue más aterradora y vergonzosa que la noticia de la expedición.
¡Se trataba de ser la escolta de su señora, la Condesa de Arno! Sauveur quemó su voluntad para protestar, diciendo: «Qué historia tan ridícula», tan pronto como la fría mirada de Zachary lo tocó. Gaspard, como siempre, tenía una cara de piedra, y Robert, que estaba en la escena en la que Bianca estaba castigando a Ante, se quedó en silencio, notando que esta situación ridícula estaba relacionada con lo que había sucedido antes.
Mientras los dos restantes mantenían la boca cerrada, Sauveur estaba a punto de volverse loco. ¿Todos entienden esta situación? Sus ojos mirando a sus colegas decían eso. ¿Pero qué hacer? Sauveur miró a Zachary a los ojos y gruñó.
—¿Por qué? Después de todo, la señora solo deambula por el castillo.
—Estaba deambulando por el castillo, pero eso sucedió antes.
La voz de Zachary era tranquila, pero estaba claro que estaba disgustado. Bajo su voz, los comandantes inclinaron la cabeza sin entender. Robert, que era el único que conocía la situación, bajó especialmente la cabeza. Después de todo, es cierto que la escandalosa misión de escolta tiene algo que ver con el asunto anterior. Un sudor frío se estaba formando en el rostro bien cuidado de Robert.
Los apoyabrazos de la silla en la que se sentaba Zachary estaban tallados como si la cabeza del lobo, símbolo de la familia Arno, fuera a saltar en cualquier momento, y el respaldo estaba cubierto con terciopelo azul.
Era una silla cómoda y colorida. Sin embargo, la persona sentada parecía muy incómoda. Zachary golpeó el reposabrazos con el dedo.
—No dejo el castillo solo para ver eso, Vincent.
—Tomaré medidas enérgicas contra los sirvientes para que nunca vuelva a suceder.
Vincent, que estaba en diagonal junto a los tres comandantes, inclinó la cabeza. Gaspard y Sauveur se miraron sin entender la situación. Sólo Robert tenía los ojos fijos en el suelo. Adivinando que Robert sabía la verdad, Sauveur empujó a Robert en el costado, pero Robert mantuvo la boca cerrada y no dijo nada.
—Dice que una criada la acompañará. Eso no es tranquilizador.
La voz de Zachary era lánguida, como si estuviera cansada.
¿Una criada acompañando a la condesa? Los comandantes fruncieron el ceño mientras miraban hacia atrás para ver si habían oído bien. Bianca siempre estaba sola. Era una mujer que parecía creer seriamente que solo hablar con una sirvienta los haría escalar, y cuanto más se acercaran a ella, más baja sería su clase.
Pero las palabras de Zachary no terminaron ahí. Sin mencionar por qué Bianca necesita una escolta o qué no es un alivio, hizo un gesto con la mano y agregó que mañana la elección del escolta sería realizada por Bianca, fue una orden de despido.
Al salir de la oficina, suspiraron sin saber quién fue el primero. Fue solo después de que escaparon de la mirada de Zachary que Sauveur y Gaspard supieron lo que estaba pasando a través de Robert. Era demasiado tarde incluso para afirmar que era injusto.
Es un alivio que supieran por qué patearon sus traseros al barro.
Así que esto es lo que sucedió después de todo. ¿Tal vez dos cabezas más grandes que Bianca? Los tres hombres altos, inclinaron la cabeza frente a Bianca, esperando que Bianca no los eligiera.
No fue fácil para todos manejar sus expresiones faciales en una situación desconocida. Robert trató desesperadamente de ocultar su insatisfacción y sus preocupaciones, y Sauveur ni siquiera lo intentó. Como un cerdo al que llevan al matadero, el rostro de Sauveur revelaba el horror de la situación.
Fue Gaspard quien lucía «calmado». Inicialmente, Gaspard tardaba en expresar emociones como vergüenza y sorpresa, incluyendo alegría y tristeza. Por primera vez en sus vidas, Sauveur y Robert sintieron envidia de la expresión pétrea de Gaspard.
Mientras esperaban la elección de Bianca para ser sentenciados a muerte y tragaban saliva, Yvonne, una criada, vino a visitar a Bianca.
—Señora. Es hora de caminar… ¡Oh, lo siento, mi señor…!
Yvonne asustada al encontrar a Zachary inmediatamente inclinó la cabeza. Era muy raro que Zachary y Bianca estuvieran juntos. Además, tres comandantes estaban reunidos aquí, y esta ni siquiera era la oficina del señor. ¿Por qué estarían en la habitación de la condesa? Esta es, sin duda, una situación inusual en muchos sentidos. El sonido pulsante le recorrió la nuca y llegó a los oídos de Yvonne.
Bianca sonrió levemente ante la aparición de Yvonne. Se encontraba sin aliento entre los cuatro hombres que la empujaban a un terrible dilema que no quería elegir, pero la aparición de Yvonne la alivió. Bianca saludó a Yvonne con una voz muy amistosa.
—Está bien, Yvonne. Voy tarde. Iré de inmediato, ¿puedes esperar un momento?
—… sí.
Yvonne puso los ojos en blanco y miró alrededor de la habitación. Era una situación que no entendía objetivamente, pero el ambiente en sí no estaba mal. Por supuesto, dos comandantes parecían estrangulados, pero…. dado que Zachary y Bianca parecían tranquilos, eso fue todo. Yvonne, preocupada de que pudieran estar hablando con Bianca sobre lo de ayer, relajo su corazón.
Todos quedaron sorprendidos por la aparición de Yvonne. ¡Hay una criada que habla amablemente con «esa» Bianca! Notaron que Yvonne era la «criada» de la que Zachary había hablado ayer. Pero lo que fue aún más sorprendente para ellos fue que Bianca respondió a las palabras de la criada. También de forma muy dulce y amable. ¡¡Hasta con una sonrisa!!
La sonrisa de Bianca era muy débil, pero fue suficiente para que las personas a su alrededor se sintieran alienadas.
Sorprendidos, los comandantes no podían creer lo que habían visto, por lo que sus ojos se abrieron como platos. Normalmente, ni siquiera habría escuchado lo que dijo la criada. Pero, obviamente, Bianca dijo: “Está bien”. ¿Alguna vez han escuchado su voz decir «está bien»? Los tres comandantes negaron con la cabeza. Nunca.
Si estaban avergonzados o no, Bianca no lo sabía. Porque ella también estaba muy avergonzada. Que trajera a los tres comandantes frente a ella, significa que Zachary no tiene intención de retroceder.
Tendrá que elegir de alguna manera. Yvonne también está esperando. Si es un problema que debe abordarse de todos modos, es mejor hacerlo rápidamente. Bianca dejó escapar un pequeño suspiro y se humedeció los labios.
En ese momento, hubo un oponente que habló un momento por delante de Bianca.
—Yo.
La voz baja tenía un eco profundo como el golpe de un martillo. Bianca miró a su oponente con la boca abierta. Allí estaba un hombre, que siempre había tenido una expresión sombría en su rostro desde el momento en que entró en esta habitación, que parecía una montaña o un muro de piedra.
Todavía tenía un rostro inmutable, como si estuviera tallado en una piedra. Sin embargo, si miras de cerca, notarás que su rostro bronceado por el sol se encuentra muy levemente sonrojado. El hombre rocoso, Gaspard habló despacio, pero claro y firme.
—Seré su escolta.
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