Como Bianca no podía apartar los ojos de la tela, el rostro de Catherine se puso tan caliente que era difícil notar la diferencia con su cabello rojo. Catherine entrelazó las yemas de sus dedos, susurrándo en voz baja.
—Estoy seguro de que será un bebé bonito que se parecerá a Bianca.
—Podría parecerse a mi esposo.
—Creo que sería mejor parecerse al duque. Tengo envidia. Yo también estoy tratando de tener hijos…
Los hombros de Catherine se hundieron.
Catherine tenía menos años de matrimonio que Bianca, pero el momento de su anexión fue mucho antes. Además, nunca antes había usado anticonceptivos, así que debería haber quedado embarazada antes, pero el cielo no siempre era justo.
—Mi esposo dice que está bien porque no hay prisa por tener un sucesor, pero… No se trata de tener un sucesor. Yo solo quiero dar a luz al hijo de mi esposo…
—Será pronto, Catherine. Serás una buena madre, y para las que estén preparadas, las respuestas siempre vendrán del cielo.
—Gracias, Bianca.
Ante el sincero consuelo de Bianca, Catherine tomó su mano.
Como Catherine, había estado dando vueltas hasta ahora porque no tenía amigas cercanas, estaba muy feliz de tener una amiga con quien pudiera compartir abiertamente sus preocupaciones.
Y fue lo mismo con Bianca. Bianca en el pasado estaba más familiarizada con la envidia, los celos y el desprecio. Así que hizo oídos sordos y actuó con más arrogancia. Como si no pudiera lastimarse por mucho que luchara.
Como tal, le conmovió recibir una bendición tan pura. Era una felicidad cotidiana pacífica que nunca antes había sentido.
Así es. Ahora que lo piensa… Bianca recordó entonces el consejo que le había dado a Catherine. Lo olvidó por un momento mientras se concentraba en la historia. Bianca agregó, como una persona experimentada, con la mayor sinceridad.
—Y, por cierto, ahora estoy bien, actuo como si no me importara, pero cuando Catherine quede embarazada, el conde de Davoville definitivamente querrá cargarte para todos lados.
—¿Qué? De ninguna manera.
Catalina preguntó sorprendida. Una mirada de incredulidad goteaba de sus ojos redondos. Bianca miró a Catherine con lástima.
Si Catherine quedaba embarazada, Bianca podía estar segura de que el conde de Davoville no sería menos que Zachary.
Y eso sería demasiado.
* * *
Después de la guerra, no solo Sevran y Arno estaban optimistas. El Vaticano también se regocijó al conmemorar la victoria de la Orden de los Paladines.
No sólo eso. También se llevó a cabo la ordenación del arzobispo Francis como cardenal, que hasta ahora se había retrasado debido a circunstancias extremas.
Después de la ordenación de Francis, tuvo lugar un consejo de cardenales. Todos los cardenales entregaron un mensaje de felicitación a Francis.
—Jajaja. Estoy aliviado ahora. Estuvo muy cerca. Si tan solo hubiera notado la existencia de la Santa un poco más tarde…
—Así es. Arzobispo Francis, no. Ahora es cardenal. El cardenal Francis ha hecho un gran trabajo.
El título de Arzobispo, que fue escupido inconscientemente, fue intencional.
No todos estaban a favor de Francis. Uno de ellos fue el cardenal John, el padre de Marceau, quien hizo que Marceau apoyara a Zachary.
Fue bueno hacer que Marceau apoyará a Zachary. ¿Qué tan feliz se sintió cuando se enteró que había llegado antes que los Paladines?
Si Francis tuvo algún mérito al descubrir a la Santa, John pretendía hacer un gran trabajo para cumplir la voluntad de Dios. ¡Usando a su hijo Marceau!
Sin embargo, después de escuchar la historia, el trabajo de Marceau fue un poco insuficiente para decir que salvó la vida de Zachary. No pareció haber ayudado mucho a deshacerse del enemigo de Zachary, el Segundo Príncipe Jacob.
Aunque se dijo que Marceau había ideado un esquema, no había un resultado tangible visible.
Si la causa es insuficiente a los ojos de los demás, basta con escuchar a la persona interesada.
Convertirse en Papa siempre fue una lucha por la causa. Si la Santa pudiera decir una palabra de que pudo cumplir la voluntad de Dios gracias a Marceau, a quien envió, sería una ganancia tremenda.
Así que Marceau debería ser un confidente cercano de Zachary y ser reconocido por él…
Pero el comportamiento de Marceau fue tibio. En lugar de correr hacia Zachary, ¿no resultó herido en la guerra antes de que Zachary se convirtiera en duque? En momentos como estos, debería estar aún más al lado de Zachary…
Tal vez dado que el conde se convirtió en duque de la noche a la mañana y en colaborador de la próxima Reina, se sintió celoso.
«Pensé que eras inteligente, niño estúpido.»
No sabe si incluso mencionó su nombre. El cuerpo de John se endureció ante la traición de Marceau, en quien confiaba.
Francis acaba de convertirse en cardenal y, el Papa aún está en su sano juicio, por lo que hay espacio. John trató de persuadirse a sí mismo, pero no pudo ahogar la palabra aguda que salió de su boca sin darse cuenta.
Francis había estado en el círculo social de Sevran durante más de una década. No había forma de que no pudiera leer los giros restrictivos ocultos en las virtuosas palabras de John. Francis respondió con la cabeza inclinada más modestamente a propósito, como si rascara los sentimientos del cardenal John.
—¿Cómo puede ser esa mi virtud? Después de todo, ¿no fue gracias al buen apoyo de los Paladines?
Por un breve momento, los dos intercambiaron miradas agudas. Sin embargo, gracias a las bendiciones de los otros cardenales que siguieron, los nervios se hundieron rápidamente hasta el fondo del agua.
—Por cierto, ¿dijo que fue nombrado duque esta vez? De un caballero a duque… Excepto por el período de fundación, esto no tiene precedentes en ningún reino.
—Es una persona talentosa, así que tal vez por eso Dios eligió a la Santa para salvarlo.
El tema de la historia pasó de Francis a Zachary. Sir Henry, el paladín que regresó de la cruzada, no dudó en alabar a Zachary en cada oportunidad que tuvo.
Es un excelente caballero, su esposa es muy considerada y escucha las opiniones de sus subordinados… Más tarde, incluso el estilo de vida trivial de levantarse temprano en la mañana y dormir hasta tarde en la noche fue lo suficientemente elogiado. Gracias a eso, había infinitas cosas de qué hablar.
Los cardenales contaron las historias de Zachary que habían escuchado, uno por uno, y todos coincidieron en que debía ser un héroe lo suficiente importante como para que Dios diera una revelación.
¿Cómo sucedió una conversación tan amistosa? Un cardenal, que estaba constantemente inmerso en sus pensamientos, planteó cuidadosamente el tema.
—Pero es extraño. La guerra terminó, ¿acaso la vida del duque no está a salvo ahora?
—Sí. ¿Quién podría estar contra él?
—Entonces, ¿por qué todavía no hay respuesta de Dios?
—Ahora que lo pienso…
La atmósfera que había sido tan ruidosa hasta hace un momento terminó en un instante y fue engullida por la ansiedad.
Todos susurraron y se miraron.
El Santo que ve un futuro infeliz a través de la revelación divina intenta cambiar el futuro. De alguna manera, se puede decir que es para el futuro feliz del mismo Santo, pero también un requisito previo para que el futuro que Dios deseaba se hiciera realidad.
Por lo tanto, para recompensar el arduo trabajo del santo que logró el futuro que deseaba, cuando se realizó la voluntad de Dios, Dios creó un milagro y bendijo al santo.
Quedaron varios registros de milagros en los registros históricos, como nubes que revoloteaban como cortinas moradas en el cielo, flores que florecían en primavera y el cielo nocturno que destellaba como el mediodía. Lo cierto era que Dios expresaba Su voluntad de una forma u otra.
Que el milagro no haya sucedido es lo mismo que que la voluntad de Dios aún no se haya cumplido.
Los cardenales, que se dieron cuenta demasiado tarde, inclinaron la cabeza y miraron a Francis. Sus ojos parecían gotear nerviosismo.
—¿La Santa no dijo nada? ¿Notó alguna señal…?
—No escuché nada, pero…
El rostro de Francis también se endureció. Regocijándose con la idea de que las cosas habían ido bien después de que terminó la guerra, no pensó en los milagros después de la revelación de Dios.
Los cardenales comenzaron a discutir entre ellos.
—Tal vez hay una amenaza personal para el Duque Arno de la que no somos conscientes.
—Ser un duque no significa que no irá a la guerra, por lo que siempre habrá amenazas personales…
—No, entonces, ¿tenemos que enviar a los Paladines cada vez? ¡Disparates!
—¿Qué debemos hacer?¿Deberíamos pedirle a Sevran que no envíe al duque de Arno al campo de batalla? No escucharán de todos modos.
—Es por eso que deberíamos haber llevado a la Santa al Vaticano. ¿No sucedió esto porque no fue directamente administrada por el Vaticano?
—¿Cómo puedes traer a alguien que ya está casada al Vaticano?
Francis frunció el ceño como si no tuviera sentido. Dado que los temas y tiempos expresados por los Santos son diferentes, no era necesario ingresar al Vaticano solo por ser una Santa.
La historia de la fundación del Reino de Castilla fue uno de esos ejemplos.
El primer rey de Castilla era el líder de un grupo de pescadores, y mientras daba un paseo para controlar su mente perturbada por una pelea con otra tribu, accidentalmente consiguió una caracola blanca.
Dentro de la caracola blanca había otras cinco caracolas y, al mismo tiempo, también había cinco tribus que tenían fricción con él.
Esta era la historia de la fundación de Castilla, que a través de la unión de las cinco tribus, logró establecer el Reino de Castilla.
Pero tiene una historia de fondo. Fue su pequeña hija quien dio el significado de la caracola que el primer rey de Castilla encontró. Ella era Santa Hanna.
Su misión fue convencer a su padre. Y Santa Hanna logró la voluntad de Dios con su propio poder.
El día de la fundación del Reino de Castilla, las olas estuvieron cargadas de peces y moluscos durante todo el día. El pueblo de Castilla se regocijó por la abundancia de alimentos. Ese fue el milagro que Dios dio.
Pero, ¿qué hubiera pasado si Hanna fuera consagrada como Santa e inmediatamente perteneciera a la iglesia? ¿Se hubiera fundado alguna vez el Reino de Castilla?
Para lograr lo que Dios quiere, el Santo no tiene que estar atado por la Iglesia. En la Iglesia, la única forma de obedecer la voluntad de Dios es apoyar a los santos para que fueran libres e hicieran lo que quisieran.
Teniendo en cuenta el estado y las circunstancias de Bianca, no tenía sentido pedirle que volviera a la Iglesia. Y sobre todo, Bianca no quería eso.
Otros cardenales estuvieron de acuerdo con la respuesta de Francis y comenzaron a abordar la situación desde un ángulo diferente.
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