—Estoy deseando que llegue una nueva vida. Un niño que se parece a ustedes dos… Estoy seguro de que será muy bonito.
—Yo también estoy deseando que llegue. De alguna manera parece un sueño. De hecho, hay muchas ocasiones en las que todavía no lo siento.
—Será cada vez más difícil, así que cuida tu salud. Si hay algo que necesites o quieres, házmelo saber en cualquier momento.
—Sí, padre.
Ante mi respuesta, arrugó los ojos y sonrió aún más.
En el pasado, el duque era extremadamente tacaño con su sonrisa, pero hoy en día es agradable ver a menudo la sonrisa de su padre.
Ver a Enrique crecer un centímetro cada vez que lo visito y observar el crecimiento de los gemelos Seymour, que alguna vez fueron ferozmente competitivos entre sí, pero que ahora están encontrando su propia felicidad y aptitud.
Fue agradable cerrar los ojos y sentir en silencio al niño aún desapercibido en mi estómago, y lo mejor fue que Isidor siempre estuvo a mi lado.
Siento esto cada vez, pero él me hizo sentir especial y una gran persona. Infunde confianza y coraje de que incluso si sopla un viento fuerte, puede temblar pero no caer.
Y a veces, cuando sentía pena por mí misma, su interminable aliento me ayudaba a respetarme y amarme aún más.
—¿Pero cuál sería un buen apodo para nuestro bebé?
No existía el concepto de «nombre prenatal» en el Imperio, por lo que Isidor estaba muy feliz cada vez que llamaba «Tuntun» al bebé en mi vientre.
Sonrió y besó mi estómago aún plano.
—He estado pensando mucho en encontrar un nombre mejor que Tuntun…
Isidor alcanza la mesita de noche y desdobló un grueso cuaderno. Me reí entre dientes mientras miraba los rastros de agonía.
—Creo que todas las buenas palabras del mundo están contenidas aquí.
—¿Te gustaría elegir el que más te guste entre estos?
—Umm…
Mientras miraba el cuaderno atentamente, de repente hubo un nombre que me llamó la atención, así que lo señalé con el dedo.
—Si es niña, Vanessa, y si es niño, Vares. ¿Qué opinas?
—Está bien.
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