—No hagas eso, es irritante, tú solo obsérvame y te lo demostraré. —Susurro Lidia con una voz molesta mientras se apartaba del agarre de Cion y se ponía de pie.
Lidia no obtuvo respuesta, pero aun así miro el número de días que le quedaban y dio un suspiro preocupada, “Solo treinta y cuatro días… Está bien, no pasa nada, solo tengo que demostrarle a esa Diosa que el amor si existe, lo importante que es y los cambios que puede generar, sé que puedo hacerlo…” Pensó Lidia, aún preocupada, porque solo tenía un poco más de un mes para ganar la apuesta, y así evitar que el rumbo de la novela siguiera el curso original de esta. Durante la siguiente semana, Diego y Cion comenzaron a preparar pequeña y humilde ceremonia para así poder unirse oficialmente Lidia y Cion como pareja.
— ¡Lidia! —Grito Cion que veía venir a Lidia caminando hacia él por la calle.
Lidia sonrió al verlo tan feliz, sintiendo como las manos de Cion la sujetaban por la cintura para levantarla y abrazarla fuertemente, Lidia sonrió alegremente mientras sentía los besos de Cion llenar sus mejillas.
—Cion, ja, ja, ja, ¿Qué haces? Da cosquillas. —Dijo Lidia entre risas.
—Ya está casi todo listo para mañana, Lidia, Diego consiguió un vestido, iremos a la pequeña capilla de la colina frente al lago para la ceremonia. —Respondió Cion que parecía ansioso por lo que sucedería al día siguiente.
— ¿Diego consiguió un vestido? Pero si les dije que tenía algunos vestidos que podrían servir para la ceremonia, entonces ¿Por qué? —Pregunto Lidia confundida.
—No puedo dejar que te cases sin tener un vestido de novia, mi amor. —Respondió Cion besando a Lidia en los labios.
Lidia, al sentir los labios de Cion contra los suyos, sujeto a este por el cuello e intensifico el beso sin querer separarse de él, fue entonces que Camila apareció frente a ellos tosiendo fuertemente para dar aviso de su presencia en el lugar.
— ¡Camila! ¡Qué bien! ¿Qué haces aquí? —Preguntaron Cion y Lidia a la vez.
Fue entonces que ambos se sorprendieron al darse cuenta de que esta no venía sola, detrás de ella se encontraba Cristian, quien tenía la misma expresión inexpresiva de siempre, este era amable, educado, caballeroso y muy respetuoso, con todos, sin importar el rango, aun así, su rostro inexpresivo lo hacía ver feroz ante todos.
— ¿Sir Cristian? ¿Qué hace usted aquí? —Pregunto Lidia mirando a Cristian, quien antes había sido su caballero escolta.
—Buen día, señorita Lidia, hemos venido junto a mi prometida a darles nuestras felicitaciones por su boda de mañana, esperamos que sean muy felices, ambos se lo merecen, y, bueno, hemos venido también para entregarles personalmente la invitación para nuestra boda. —Hablo Cristian, quien tenía la mano sujetada de Camila.
Lidia abrió los ojos al escuchar las últimas palabras de Cristian.
— ¿Qué? ¿Ustedes? Wow, felicitaciones. —Dijo Lidia abrazando a Camila y felicitando la pareja.
Cion que se encontraba escuchando sonrió al ver la feliz noticia de la pareja. Esa noche, Lidia y Camila compartieron una habitación, puesto que Camila se ofreció en ayudar a Lidia el día siguiente en prepararse para la ceremonia.
—He traído mi carruaje, creo que será lo suficientemente cómodo como para ir a la capilla. —Dijo Camila con una sonrisa mientras acomodaba su ropa sentada en la cama.
—Gracias por venir Camila, en serio estoy muy feliz, puesto que tú estarás allí, igual me hubiera gustado que la señorita Irene viniera, pero… Bueno, supongo que es difícil por su posición como hija del duque. —Hablo Lidia.
—A, sobre eso, la señorita me envió un mensaje para ti, dijo que esperaba verte mañana en la ceremonia, dijo que ella no se lo perdería. —Contesto Camila a las palabras de Lidia.
Después de unos minutos ambas se acostaron en la cama y sonrieron felices, Camila comenzó a contarle a Lidia, como la historia de ella, y Cion le dio el valor para confesarse a Cristian a pesar de las leyes de los caballeros. Lidia al escuchar la historia de Camila se emocionó, dándose cuenta de que el amor de ella y Cion ya había logrado cambiar a una pareja, y había hecho que estos cambiaran su manera de pensar y actuar.
— ¿Estás feliz Camila? —Pregunto Lidia mientras se acomodaba en la cama mirando a Camila recostada a su lado.
—Sí, y mucho, desde que estábamos en la academia que admiraba mucho a Cristian, él era tan inteligente, fuerte y amable, siempre educado y sin prejuicios, todos los demás jóvenes de la academia se jactaban de sus posiciones como nobles, pero Cristian, él era completamente diferente, siempre busco la justicia y el respeto sin importar las posiciones de los demás, él era… Es, un hombre increíble, el hombre que, he amado desde hace mucho. La verdad es que tenía mucho miedo, cuando ambos entramos como caballeros estuve feliz, estaría más cerca de él y podría hacer algo por el reino, me sentía feliz, pero luego, luego me entere durante el examen anual que yo era infértil, y fui recibida oficialmente como un guardia del palacio, entonces lo supe… Yo jamás podría tener un matrimonio ni una familia, menos aún, con Cristian, él era un caballero y según la ley no podíamos estar juntos, aparte ¿Quién se querría casar con una mujer infértil? —Dijo Camila mientras bajaba la mirada con una sonrisa triste.
Lidia acarició el corto cabello de Camila consolándola, pero Camila levanto la mirada felizmente, y siguió hablando.
—Eso, eso es lo que pensaba hasta que los conocí a ustedes, todo lo que hicieron ambos por estar juntos, todo lo que hicieron para protegerse el uno al otro, no les importo quien fuera el oponente, ni que obstáculos debían enfrentar, ambos estaban dispuestos a hacer lo que fuera necesario por asegurar la seguridad y felicidad del otro, fue por eso, por ustedes que me di cuenta, si jamás lo intentaba, entonces como podía estar segura de lo que sucedería, esa fue la razón por la que quise intentarlo, quise saber realmente que es lo que Cristian pensaba de mí, quise intentarlo, me le confesé, si él me rechazaba, por lo menos iba a saber que lo intente, pero si él no lo hacía, si él aceptaba mi confesión, si él sentía lo mismo, entonces todo valdría la pena, así que se lo confesé, lo hice… Lo hice y él, él se me declaró.-Camila sonrió felizmente mientras sus ojos brillaban de emoción al contarle todo a Lidia que la escuchaba atentamente.
—Eso es genial, oh, que felicidad Camila. —Dijo Lidia abrazando a Camila.
—Sí, él, él me dijo, dijo que me había estado observando desde el primer día de la academia, él me vio llegar en el carruaje de mi familia el primer día, y dijo, dijo que cada día, cada día me observo, y que se enamoró de mí rápidamente, dijo que, que fue el hombre más feliz de todos cuando se enteró de que trabajaríamos ambos en el palacio, dijo que le pidió a la diosa que nos tocara en el mismo escuadrón para seguir viéndome, aun así, a pesar de todo, dice que tenía mucha vergüenza de confesarse, que tenía miedo de ser rechazado y volver incomoda nuestra relación en caso de que yo lo rechazara, puesto que todos sabían que yo había declarado que jamás me casaría, así que prefería seguir a mi lado como mi compañero para no volver incomoda nuestra relación, pero ahora, ahora pues, él dice que pedirá el permiso al príncipe heredero para que nos den el permiso de casarnos, ya hablamos con nuestros padres y ellos nos apoyan, ahora solo falta el permiso de su alteza, y si no la conseguimos, pues, uno de nosotros tendrá que dejar su puesto. —Concluyo de hablar Camila mientras se aferraba a Lidia que la abrazaba.
Lidia miró la sonrisa feliz de Camila y no pudo evitar sentirse aliviada por ella, Camila era su amiga, ella los había apoyado a su manera en los momentos difíciles, fue por eso que no podía dejarla sola. Lidia, que abrazaba a Camila en la cama, sintió la respiración tranquila y constante de Camila entre sus brazos, dándose cuenta así que esta se había quedado profundamente dormida, la miro por unos segundos y luego dando un gran suspiro sonrió. “Es bueno verte feliz, fuiste la única que estuvo junto a Cion en aquel momento, y estoy segura de que gracias a ti él estuvo mucho mejor en ese lugar, sé que lo hiciste porque lo considerabas tu amigo y compañero, pero aun así me siento agradecida” pensó Lidia mientras tocaba el vientre de Camila que se encontraba dormía, una luz blanca envolvió el abdomen bajo de Camila y Lidia sonrió satisfecha.
—Espero que esto sea suficiente, mereces ser feliz y tener la familia que deseas con el hombre que amas amiga, sé que serás una excelente madre, y sé muy bien que serás feliz con él. —Susurro Lidia en voz baja mientras se quedaba dormida al lado de su amiga.
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