— ¿Qué le sucedió a ella, señor? —Pregunto la subordinada.
—No lo sé Ámbar, creo que algo la asusto mucho, pero no sé qué, de pronto se quedó en silencio y cayó al piso mientras su tez se palidecía, hah… Llama a uno de nuestros médicos y luego envía a algunos de nuestros chicos a la posada de Cion, diles que sean discretos, que nadie los vea, deben traer a Javier, el hermano pequeño de Cion aquí. Y también deben de traer todo lo que Cion, su hermano y Lidia pudieron tener allí, no deben quedar rastros de ninguno de ellos en ese lugar. A los dueños de la posada solo díganle que se mantengan en silencio, por lo que me dijo Cion ellos aprecian a Lidia y a Javier, así que no dirán una palabra, pero es mejor de igual manera asegurarnos. —Dijo Diego mientras enviaba a su subordinada en búsqueda del médico y a comunicar a los demás mercenarios las palabras de Diego para que estos hicieran el trabajo.
[Dos días después]
—Ella aún no despierta, cuando me dijeron que ella estaba aquí, estaba feliz de volver a verla, pero… ¿Por qué ella no ha despertado aún? —Preguntaba Diego, preocupado mientras sostenía la mano de Lidia, quien se mantenía en un profundo sueño.
[Sueño]
— ¿Qué es este lugar?… Qué ruidoso. —Lidia se despertó encontrándose tendida en el suelo de una gran habitación, la que parecía una biblioteca completamente repleta de libros.
Los grandes y altos estantes repletos de libros llenaban la habitación, mientras que otros tantos libros, se encontraban tirados en el suelo del lugar, Lidia, camino por la habitación, confundida intentando encontrar a alguien que le explicara en donde se encontraba y como había llegado allí “Yo… Lo último que recuerdo es estar hablando con Diego, entonces ¿Cómo? ¿Cómo llegué aquí?”, pensó Lidia, recordando así también la voz de la Diosa a quien había escuchado en su cabeza antes de desmayarse.
—Debe haber sido ella. —Susurro para su misma Lidia.
Lidia siguió caminando siguiendo un extraño sonido que se escuchaba en cada pasillo de aquel gran y enorme cuarto “Ese ruido, es… Creo haberlo escuchado antes” pensaba Lidia mientras seguía el ruido que hacía eco en todo el lugar, llegando de esa manera frente a una mujer la cual se encontraba sentada en un pequeño escritorio escribiendo sin parar en una máquina de escribir.
— ¿Por qué? ¿Por qué no hace lo que digo?… Sigue cambiando la historia original… —Susurraba molesta la mujer quien tenía el cabello desordenado y el ceño fruncido.
—He… Perdón, perdón, ¿me podría decir donde me encuentro? —Pregunto Lidia notando que la mujer parecía no escucharla al estar tan concentrada en lo que estaba escribiendo.
—Es mi historia, mi mundo, yo decido quién está con quien, como se atreven a cambiar lo que escribo, debería darle una lección. —Susurraba la mujer mientras fruncía el ceño.
Lidia se acercó aún más a la mujer mientras que observaba su alrededor notando varias hojas tendidas en el suelo, fue entonces que Lidia se dio cuenta de que algo extraño estaba sucediendo, el contenido de las hojas parecía moverse, cada letra parecía flotar sobre la página de forma desordenada. Lidia al notar esto miro directamente a la máquina de escribir que estaba usando la mujer y se sorprendió al darse cuenta de que aunque esta parecía escribir una palabra, era otra la que se escribía en la página.
—Que… ¿Qué es eso? —Se preguntó para sí misma en voz alta Lidia sin esperar recibir una respuesta.
—Esto es tu culpa, desde que llegaste a este mundo solo estás cambiando el destino de mis personajes. —Dijo la mujer volteando para mirar a la cara a Lidia.
La mujer tenía una apariencia completamente sombría, su mirada molesta y cabello descuidado dejaban ver claramente su cansancio.
—Tú, ¿Quién eres? —Pregunto Lidia al notar que la voz de la mujer le era conocida.
—Si no fuera por ti, si no fuera por tu culpa, todos en este mundo serían felices, tú arruinaste mi historia, te atreviste a entrar en mi mundo sin mi autorización e interviniste en los destinos ya escritos para cada personaje. —Dijo la mujer mientras comenzaba a gritar molesta.
Lidia ya lo tenía claro, solo una persona podría hacerle tal reclamo “Es la Diosa” pensó Lidia viendo la apariencia furiosa de la Diosa a quienes todos adoraban en aquel mundo “No se ve para nada como la representan en las pinturas y esculturas del palacio o el templo” pensó Lidia.
— ¿Cómo te atreves a juzgar mi aspecto? —Reclamo la mujer notando la mirada de Lidia sobre ella.
—Tú eres la Diosa, ¿verdad? —Pregunto Lidia sin temor.
— ¡¿QUIÉN TE DA EL DERECHO DE HABLARME TAN DESCARADAMENTE?!! ¡¡YO SOY LA DIOSA DE ESTE MUNDO, QUIEN ESCRIBE LOS DESTINOS DE CADA UNO, DE Mí DEPENDE QUIEN VIVE Y QUIEN MUERE EN ESTA HISTORIA ¿CÓMO TE ATREVES A IR EN MI CONTRA?!! —Grito exaltada la Diosa.
La mujer caminó hacia Lidia mientras que su voz se escuchaba retumbando en todos lados, una voz molesta, fuerte e intimidante, la cual en el fondo mostraba frustración e impotencia “Ella… Realmente da mucho miedo, aun así, aun así, no debo dejar que vea a través de mí” pensó Lidia intentando parecer tranquila, la diosa, quien se encontraba de pie, parada frente a ella, observo detenidamente.
—Maldito sea Razor, todo este desastre es tu culpa. —Dijo bajando la voz la diosa, desviando la mirada hacia uno de los pasillos.
Lidia, sin entender lo que estaba sucediendo, intento no verse intimidada ante la gran aura de la diosa, dándose cuenta así que esta no desviaba su mirada de uno de los pasillos.
— ¡Sal de ahí ahora, Razor! —Grito la Diosa con frustración.
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