—Sí, supongo que teóricamente tiene razón, pero… Bueno, no importa, y dígame ¿está buscando algún libro en especial? —Pregunto Lidia a Irene mientras entraban a la gran biblioteca de la familia real.
—Solo busco algunos libros sobre el origen de mi familia y un poco de filosofía, nada en especial, el problema está en que libros de filosofía solo puedo encontrar aquí en el palacio, ya que nadie más los vende. —Dijo Irene mientras que Lidia la observaba admirada.
Al entrar en la biblioteca, Lidia e Irene se dirigieron hacia el bibliotecario que resguardaba los libros y documentos de la familia real, preguntándole a este sobre los libros que estaban buscando “Irene, ella es mucho más genial de lo que imaginaba, es tan hermosa, elegante e inteligente, no entiendo como el príncipe heredero no vio todas esas cualidades cuando se encontraba con ella” Se decía Lidia mientras que admiraba a la hermosa villana que tanto había deseado conocer en persona.
—Oye he… ¿Lidia dijiste que te llamas verdad? —Pregunto Irene a Lidia.
— ¡Sí! Sí, soy Lidia, y tú te llamas Irene, ¿cierto? Lo escuché de los escoltas —Respondió Lidia emocionada.
—Sí, si soy Irene, hija del duque Fernando, pero… ¿Puedo preguntarte por qué me has estado observando de ese modo todo este tiempo? —Pregunto Irene, sintiéndose intimidada por la mirada de Lidia, quien no le quitaba los ojos de encima.
Lidia, sintiéndose atrapada por la pregunta de Irene, se quedó en silencio y observando hacia todos lados comenzó a titubear.
—He… Bueno es que, la vi el otro día cuando vino al palacio, y usted, se veía tan hermosa y elegante, fue refrescante verla de nuevo, estaba emocionada cuando la vi fuera de mi cuarto, así que, lamento si fui algo grosera al intervenir hoy en el pasillo. —Dijo Lidia disculpándose sin esperar que Irene, quien era conocida en el libro como la villana, le sonriera tan gentilmente.
—Entiendo, bueno, entonces supongo que, si te estás quedando en el palacio, nos veremos seguido, ya que mi padre suele ser llamado aquí con frecuencia y yo lo acompaño para aprovechar la biblioteca real. —Contesto Irene con una sonrisa en su rostro.
Mientras ambas leían en la biblioteca fueron interrumpidas por la voz del príncipe, quien molesto abrió la puerta del lugar observando con furia a Irene “¿Por qué se ve tan molesto?” Se preguntó Lidia mientras observaba al príncipe Ryan caminar hacia ellas y arrancarle el libro de las manos a Irene.
— ¡¿Qué haces aquí con Lidia?! ¡¿Quién te permitió acercártele?! —Grito el príncipe mientras tomaba la muñeca de Lidia con fuerza y la apartaba del lado de Irene.
—Saludos, su alteza príncipe heredero, lamento si mi presencia le ha incomodado, pero déjeme recordarle que yo soy la hija del duque Fernando, quien es la mano derecha de su majestad, el rey, por lo que no puede tratarme como si yo fuera un delincuente, merezco respeto.
Dijo Irene mientras se levantaba de su silla tranquilamente para luego caminar hacia el príncipe, mirándolo directo a los ojos sin titubear.
—Eres una altanera y desvergonzada, todo el reino sabe que estás buscando el lugar de princesa heredera al acercarte a mi padre, pero eso jamás sucederá, Lidia, ella es la única que merece ser mi princesa, tú solo eres una mujer malvada con aires de grandeza que codicia algo que jamás será suyo. —Dijo el príncipe insultando a Irene.
Irene no bajo la mirada ni un segundo y solo paso de mirar al príncipe a los ojos, para luego ver a Lidia quien estaba siendo sujeta por la muñeca fuertemente por la mano de Ryan “Pobre, ella parece amable e ingenua, lamento que esté atrapada con este príncipe” pensó Irene para luego dar un paso más hacia Lidia.
—Señorita, nuestra hermosa tarde de lectura ha sido arruinada, pero espero que podamos encontrarnos en otra ocasión, usted es una dama muy amable y elocuente, si alguna vez desea algo, no dude en enviarme una carta, responderé a usted lo más pronto me sea posible. —Dijo Irene mientras extendía su mano para sujetar la mano de Lidia.
Lidia tomo la mano de Irene sintiéndose emocionada al sentir que su personaje favorito le mostraba su aprecio “Le, le di, le di la mano a Irene, a la fabulosa, elegante y hermosa Irene, ella, ella me dijo que puedo enviarle cartas” Lidia sonrió de oreja a oreja mientras que sus mejillas se sonrojaban.
— ¡Lidia no tiene por qué enviarte cartas! ¡Tú no eres nada de ella, así que…! —Lidia, al escuchar al príncipe levantar la voz, molesto nuevamente hacia Irene, intervino.
—Amigas, somos amigas, amigas de lectura, ¿verdad señorita Irene? —Pregunto Lidia con ojos brillantes.
Irene al ver el rostro nervioso de Lidia sonrió y asintió con la cabeza.
—Sí, tienes razón Lidia, somos amigas de lectura, los libros pueden abrir paso a todo tipo de relaciones, es una pasión que puede unir a la gente. —Dijo Irene mientras sonreía sacando su abanico abriéndolo antes de despedirse y salir de la biblioteca.
Lidia, que quedo sola con el príncipe en el interior de la biblioteca, sintió la mano de este colocándose sobre su muñeca antes de llevarla con el de vuelta a la habitación, “¿Qué pasa con él? Sé que en la novela él y la villana no tenían una buena relación, pero, ¿Cómo puede ser tan grosero siendo el príncipe?” Se preguntó Lidia, mientras que sentía la mano del príncipe apretar su muñeca mientras pedía a los escoltas que abriera la puerta, siendo uno de ellos Cion quien frunciendo el ceño obedeció “No puedo revelarme ante lo que está haciendo o pondré en peligro a Lidia también” pensó Cion sabiendo claramente el gran poder y habilidad que tenía el príncipe heredero. Al entrar al cuarto, Lidia sintió la mano del príncipe, soltar su agarre en la muñeca.
—Su alteza, ¿Qué sucede? Parece molesto. —Hablo Lidia sin quejarse por el agarre del príncipe y fingiendo inocencia.
— ¿Por qué te acercaste a Irene? Ella no es buena, es peligrosa, una mujer vanidosa, orgullosa, calculadora, ambiciosa e hiriente, es del tipo de mujer que no le importa lastimar a las demás si estos no la obedecen, Lidia, mi princesa, no puedes acercarte a ella, ella es mala, alguien tan inocente y delicada como tú no puede ensuciarse al estar junto a una mujer así. —Dijo el príncipe mientras que Lidia trataba de ocultar su molestia al escucharlo hablar.
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