Helena puso el agua al lado de la cama y espero a que el príncipe se sentara dándole la espalda, al ver la espalda de este, ella inmediatamente levantó la camisa del príncipe asustando al príncipe, quien pareció sentir un escalofrío “Ella verá mi espalda desnuda, esto es…” Noah bajo su mirada avergonzado, pensando en el rostro que pondría Helena al ver su gran joroba.
—Su alteza debe decirme si le molesta o duele en algún momento. —Helena comenzó a poner las compresas en la espalda del príncipe, mientras que él avergonzado levanto la mirada.
El príncipe no podía creer lo que veía cuando, en el reflejo del espejo que estaba frente la cama, pudo ver el rostro de Helena mientras aplicaba las compresas, “Ella… Está completamente concentrada, toca mi piel sin hacer ningún gesto molesto ni… Incluso sonríe mientras me habla” pensó el príncipe mientras observaba a detalle el rostro de Helena que lo curaba.
—Su alteza, es mejor que se quede con las compresas en su espalda por unos minutos, tome le pasaré las galletas que deje en la mesa, están deliciosas, son de manzana, son mis favoritas, tome abra la boca, le daré una. —Dijo Helena actuando con total naturalidad al recordar a los pequeños niños con los que vivía, olvidando por completo que quien tenía frente a ella era el príncipe Noah.
Sin embargo, el príncipe la miro tan alegre y cómoda, que no dudo en hacer lo que ella le había dicho y abrió sus labios esperando que Helena lo alimentara. Helena estuvo durante unos minutos dándole de comer, mientras que el sorprendido al ver la actitud de ella poco a poco comenzó a sentirse más y más cómodo.
—Dime, ¿te arrepientes de trabajar aquí? —Pregunto el príncipe mientras veía a Helena ordenar la habitación.
— ¿He? ¿Por qué me arrepentiría? Pagan muy bien, y no tengo que hacer mucho, es cómodo y todos son amables conmigo, así que no, no tengo razón como para arrepentirme, al contrario, me siento muy bien y cómoda, gracias a este trabajo mis hermanos ahora pueden tener una vida mucho más a gusto. —Respondió Helena mientras que el príncipe Noah la observaba.
— ¿Hermanos? —Pregunto el príncipe intrigado por la historia de Helena.
Al escuchar la pregunta del príncipe, Helena se sentó relajadamente sobre la cama y comenzó hablar.
—Sí, bueno, somos dieciocho personas viviendo en una casa que está en el bosque fuera del pueblo, la casa al principio no estaba en buenas condiciones y era bastante pequeña, pero entre mis hermanos y yo fuimos ampliándola y arreglándola poco a poco, luego llegaron los hermanos menores, así que preparamos todo para que ellos pudieran vivir seguros con nosotros. Se volvió algo difícil conseguir dinero para los alimentos y otras cosas, fue por eso que vine hasta aquí, gracias a este trabajo ahora pueden vivir mucho mejor, incluso les lleve una pequeña piedra mágica térmica, para que así no pasen frío durante las noches. —Le contaba su historia Helena al príncipe, evitando decirle que ella y los demás niños habían escapado de un hogar.
—Parece que los quieres bastante. —Dijo el príncipe al escuchar hablar a Helena.
—Sí, son tan lindos, tiernos y adorables, sería imposible no amarlos. —Contesto Helena con una gran sonrisa en su rostro.
El príncipe miraba a Helena mientras esta hablaba de los niños, y se sentía cautivado por la gran sonrisa en el rostro de Helena y aquellos ojos que brillaban cuando ella pensaba en sus hermanos “Parece ser que ama mucho a su familia… Ojalá mi padre y hermanos también fueran así conmigo” pensó el príncipe sin poder evitar que una sonrisa se dibujara en su rostro al ver lo animada que era Helena frente a él, ella se veía cómoda al hablar con él, y parecía no mirarlo ni con lástima ni con asco, era alguien que lo miraba con normalidad, como un igual. Al terminar de hablar, Helena levanto y ordeno todo en la habitación, ayudando al príncipe a recostarse nuevamente y ella salió del cuarto volviendo a la cocina. Inés, que se encontraba allí revisando los suministros, vio a Helena y le pidió ayuda para revisar los estantes más altos. “Parece que ella viene de la habitación del príncipe, desde que está niño llego, todo se siente mucho más alegre y animado en el castillo, incluso el príncipe se ha mostrado más cálido y tranquilo, ella, es una bendición para nosotros” pensó la jefa de las mucamas. Antes de que Helena llegara, el príncipe había estado en su peor momento, parecía deprimido, se saltaba las comidas y el dolor era más intenso, parecía haber perdido las ganas de vivir, pero después de que la nueva mucama llegara al castillo todo había cambiado totalmente.
—Señora Inés, llego una carta para el príncipe Noah, ¿qué haremos? Es una carta del gran duque Hurelbad, el mensajero dijo que debemos prepararnos porque llegará pronto, no le hemos podido entregar la carta al príncipe aún por la condición en la que se encontraba estos días, pero ahora… —El mayordomo le paso la carta a Inés, y juntos caminaron a la habitación del príncipe preocupados.
— ¿Quién será ese? —Se preguntó para sí misma Helena en voz alta cuando se quedó completamente sola.
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