El mayordomo que veía al príncipe mucho mejor volteo a ver a Helena y frunció el ceño algo confundido “¿Cómo una simple plebeya que se convirtió en mucama sabe tanto sobre medicina?” Se preguntó el mayordomo mientras entrecerraba los ojos mirando a Helena, a los pocos minutos el príncipe se sentó sobre la cama sintiendo un gran alivio en su espalda, esta que siempre le pesaba y le era sumamente dolorosa, ahora apenas parecía generar un malestar “¿Qué es lo que hizo esa mujer?” Se preguntaba el príncipe mirando a Helena ordenar las cosas que se encontraban en la habitación, ya que todo parecía haber quedado desordenado después de curar al príncipe.
—Su alteza, sería mejor que se quede recostado por un tiempo más, los medicamentos no hacen efecto tan rápido, así que debe de descansar más. —Hablo Helena mientras se acercaba al escritorio que se encontraba en la habitación del príncipe.
Tomo una pluma y una hoja para escribir, luego de terminar le entrego lo que había escrito al mayordomo.
—Deberían de comprar estas hierbas, son fáciles de encontrar y los cazadores muchas veces las encuentran en el bosque, así que puede encargarles a ellos que se las proporcionen, ayudaran mucho al tratamiento de su alteza. —Dijo Helena mientras mantenía una expresión de concentración en su mirada.
— ¿Estas hierbas para qué son? —Pregunto el mayordomo entrecerrando los ojos mientras miraba a Helena.
—Son hierbas medicinales, con ellas me encargaré de hacer un medicamento para el príncipe, aparte las infusiones también serán bastante útiles. —Concluyo Helena mientras tomaba la bandeja con varios paños y salía de la habitación.
Inés quedó mirando hacia la puerta confundida, puesto que todos pensaban en Helena como una simple plebeya que había ido donde ellos para encontrar un buen trabajo, pero jamás hubieran pensado que ella siendo como era podría saber algo de medicina, menos aún que supiera escribir lo cual los había sorprendido aún más. El mayordomo salió del castillo y fue en búsqueda de un cazador que le consiguiera las plantas que Helena le había pedido. “Es increíble que esté siguiendo las órdenes de una jovencita, pero bueno, ella fue capaz de sanar al príncipe mucho más rápido que otros médicos, así que confiaremos en ella, por esta vez” pensó el mayordomo mientras observaba a qué cazador le pediría el trabajo.
—Señorita Helena, ¿está preparado el desayuno de su alteza? —Pregunto Inés al día siguiente al encontrarse con Helena en la cocina.
—Su señora Inés, acabo de terminar de preparar la infusión, le iré a dejar el desayuno de inmediato a su alteza Noah. —Contesto Helena mientras tomaba la bandeja y caminaba hacia la habitación del príncipe.
Al llegar a la habitación, el príncipe dio el permiso a que ella entrara de inmediato, Helena dejo la bandeja al lado de la cama y ayudo al príncipe a sentarse “Los medicamentos que le di es imposible que le quiten todo el dolor, solo podría aliviarlo un poco y solo por algunas horas, pero él se ve tan… Acostumbrado a sentirse así” pensó Helena mientras que el príncipe se sentaba en la cama y comenzaba a comer.
—Su alteza, creo que sería bueno que le aplicará algunas compresas en la espalda, para aliviar el dolor y la inflamación, eso lo hará sentirse mucho mejor. —El príncipe miro a Helena y se dio cuenta de que él la observaba con completa normalidad.
—No, no es necesario, deja las compresas, me las aplicaré yo mismo, será repugnante para sí si lo haces. —Contesto el príncipe.
— ¿Por qué lo dice su alteza?, no entiendo, es lo mismo que hice ayer, y es algo completamente normal, esas compresas aliviaran el dolor y la inflamación, le aseguro que se sentirá mejor. —Contesto la mucama mirando a Noah.
El príncipe Noah al escuchar las palabras de Helena recordó como el día anterior había despertado mientras era tratado por ella “Ella realmente estuvo cuidando de mí todo el tiempo, ¿cómo puede acercarse de esa manera a mí?”, se preguntaba el príncipe mientras veía a Helena humedecer los paños para colocar en la espalda del príncipe.
—Vamos su alteza, debe de voltearse para que pueda aplicarle las compresas. —Dijo Helena.
El príncipe confundido la miro mientras ella parecía actuar con total libertad.
—No es necesario, hoy no es tan doloroso. —Respondió el príncipe.
—Entiendo, pero no es como que no le doliera nada, ¿verdad? Así que voltéese, es más fácil si está sentado para aplicarle esto. —Respondió Helena a las palabras del príncipe mientras que él la miraba confundido.
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