—Helena ¿Qué haces aquí? No sabía que ya habías vuelto. —Pregunto la jefa mientras la observaba preparar un té caliente.
—He… Llegue hace poco, vine a la cocina para avisar que ya había llegado, pero, vi al príncipe afuera y pensé que podría tener frío, así que estoy preparando un poco de té caliente con miel, será bueno para que su alteza no se enferme. —Respondió Helena mientras miraba hacia la puerta, puesto que ya no se escuchaba el corte del hacha afuera.
—Bueno, si es así no hay problema, gracias por preocuparte por el príncipe Noah señorita Helena. —Respondió Inés mientras una genuina sonrisa se dibujaba en sus labios, dejando ver claramente sus arrugas.
Fue entonces que la puerta de la cocina se abrió, apareciendo frente a ambas el príncipe, quien cargaba varios trozos grandes de madera y los colocaba a un costado de la estufa. La señora Inés miró al príncipe y se acercó a él mientras le decía que se sentara.
—Iré a preparar un baño caliente, su alteza, es peligroso que se quede así, se puede enfermar. —Hablo la jefa de las mucamas mientras se dirigía hacia el segundo piso.
Al marcharse la jefa de las mucamas, el príncipe Noah quedo solo con Helena en la cocina, este miro la taza de té en las manos de Helena y luego volteo para salir del lugar.
— ¡Su…! ¡Su alteza! —Grito Helena sin darse cuenta, esperando que el príncipe se detuviera.
Noah volteó y miro a Helena esperando que ella siguiera hablando.
—Yo… Le he preparado una taza de té caliente, tiene algo de miel, le hará bien para el frío, estar allí afuera puede hacer que se enferme, entonces yo, creo que estaría bien que usted, bueno, digo que, espero que acepte…-Helena nerviosa al verse delante del príncipe completamente sola por primera vez, comenzó a hablar sin parar.
—Está bien, detente, entiendo, lo beberé, dile a Robert que lo lleve a mi habitación. —Dijo el príncipe mientras bajaba la mirada al suelo.
—Pero, se enfriará… —Interrumpió Helena, poniéndose nerviosa al darse cuenta de que estaba contradiciendo al príncipe.
El príncipe Noah miró a Helena en silencio por unos segundos y luego desvió la mirada nuevamente antes de volver hablar.
—Será incómodo que yo esté en la cocina, les quitaré el apetito, así que envía a Robert con eso a mi cuarto. —Repitió el príncipe mientras se marchaba.
Helena miró la espalda del príncipe marchándose de la cocina, “No entiendo por qué el príncipe se comporta así, este es su castillo, él puede ir donde quiera, no necesita la aprobación de los demás, entonces ¿Por qué?” Se preguntó Helena mientras ella misma ordenaba la bandeja con el té y algunos biscochos dulces para el príncipe. Al salir de la cocina con la bandeja hacia la habitación del príncipe, Helena vio al mayordomo conversando con la señora Inés, algo preocupados con una carta en sus manos “¿Qué es eso?” Helena los miro unos segundos antes de seguir su camino hacia la habitación del príncipe. Al llegar frente a la habitación, ella tocó la puerta escuchando luego la aprobación del príncipe para entrar.
—Adelante… —Contesto el príncipe con una voz cansada.
—Su alteza, he traído el té, también traje algunos bocadillos dulces para que… —Helena miro hacia el príncipe, viendo a este acostado en la cama con todo su cabello mojado.
Al acercarse al príncipe se pudo dar cuenta rápidamente que él no se encontraba bien, “Tiene fiebre” pensó Helena preocupada. Helena intentó sentar al príncipe, pero este parecía completamente perdido en sí mismo, sin poder responder a las palabras que Helena le decía.
—Su alteza, su alteza, ¿me escucha?, vamos su alteza, siéntese, debe de sacarse esta ropa, se enfermará más si no se cambia. —Decía Helena mientras gritaba hacia afuera para que alguien fuera ayudarla.
— ¿Por qué no viene nadie? —Se preguntaba preocupada Helena.
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