— ¡Bienvenidos! Los habíamos estado esperando. —Dijo la diseñadora Karina al ver a Noah y Helena entrar en su tienda.
Helena miró a Noah mientras que Karina les hablaba a sus ayudantes de manera enérgica.
—Ustedes ayuden a la señorita Helena a cambiarse, la condesa vendrá en unos minutos. Señorita Helena, confié en nuestras manos, la dejaremos deslumbrante. —Exclamo Karina mientras sus ayudantes corrían guiar a Helena hacia un gran probador.
Noah al ver la situación no pudo evitar sonreír, Helena se veía tan avergonzada y tímida, mientras que todos se centraban en ella. Helena se veía completamente tierna ante los ojos de Noah.
—Su alteza Noah, usted venga por acá por favor, ya tenemos listo su traje, estuve trabajando todo el día de ayer y la noche hasta hoy para tener ambos trajes listos a tiempo, ahora deben de probárselos y si quieren que cambiemos algo pueden hacérmelo saber y lo arreglaré de inmediato para que este perfecto para el baile en dos días. —Hablo Karina mientras sonreía entusiasmada, dejando ver claramente dos grandes ojeras bajo sus ojos.
Noah y Helena comenzaron a probarse cuando un fuerte ruido se escuchó fuera de los probadores. Noah y Helena salieron de los probadores con la ropa recién cambiada, viendo en el suelo un gran jarrón destruido en el suelo y una de las ayudantes de la diseñadora de rodillas frente a un hombre regordete, el cual parecía estar vestido como un noble puesto que llevaba en él varias joyas costosas.
— ¡Apestosa, ¿Por qué tienen trabajando aquí a mujeres inútiles, cómo está? ¡Quiero hablar con el dueño ahora! —Gritaba el hombre una y otra vez, mientras que pisaba la mano de la mujer arrodillada en el suelo.
—Mi señor, por favor, perdonadme, yo, no quise, no fue mi intención chocar con usted, yo no lo vi, yo… ¡Aaah! Mi señor, por favor yo, no. —Helena miraba a la mujer de rodillas sobre el suelo sin poder entender lo que sucedía, como podía alguien hacer algo como aquello.
Helena confundida miró a una de las personas que la habían estado ayudando a vestirse tratando de hacer que esta le explicara lo que sucedía, pero la mujer solo bajo la mirada y se quedó en silencio “¿Qué es esto?” Helena vio como un guardia tomaba por el brazo a la mujer que se encontraba en el piso y la levantaba fuertemente para sacarla de la boutique mientras que las rodillas de la mujer se encontraban sangrando por los trozos del jarrón que se había roto e incrustado en sus rodillas. Helena molesta dio un paso al frente para ayudar a la mujer, pero antes de que ella pudiera hacer algo, Noah intervino sujetando fuertemente la muñeca del guardia que sujetaba a la mujer, mientras que Helena se apresuró a tomar la mano de la mujer y abrazarla con cuidado.
— ¡¿Qué crees que haces?! ¡Suéltame! —Grito el guardia al sentir un dolor punzante en su muñeca y antebrazo.
Helena, al ver al guardia levantar la otra mano para atacar a Noah, volvió a intervenir, mientras que el noble regordete que se encontraba allí, fruncía el ceño molesto y seguía quejándose de la mala educación de los empleados.
— ¡Detente ahora! Dime, ¿Acaso te duele algo tan inofensivo como eso? —Pregunto Helena mirando el agarre de Noah en la muñeca del guardia, quien deseaba golpear a Noah.
Noah miró a Helena entendiendo de inmediato lo que esta estaba haciendo, se suponía que nadie podía saber que él se encontraba en la capital aún. A excepción de algunas personas del condado, los caballeros del duque, y la diseñadora, nadie más sabia de la estancia del príncipe Noah en la capital, por lo que Helena tenía que intervenir para evitar que este tuviera que ocupar su autoridad.
— ¿Y tú quién eres? ¡Descarada! ¡Incluso los clientes de esta boutique ahora han bajado tanto de nivel como para rebelarse contra mí, el barón Bauer! —Grito el hombre molesto mientras se acercaba molesto a Helena.
Helena observó al barón molesta y levanto la mirada cuando Karina, la diseñadora, intervino en la discusión.
— ¿Qué está sucediendo aquí Barón Bauer? Dígame ¿Qué asuntos tiene con Lady Helena? Si es algo importante, creo que sería mejor llamar a su señoría, la condesa Verónica, ya que ella ama mucho a su hija y querrá saber que es lo que sucede. —Dijo la diseñadora Karina mirando al barón, quien parecía quedarse en completo silencio al escuchar el nombre de la condesa ser mencionado.
El príncipe, que aún mantenía firme el agarre en la muñeca del guardia, lo soltó al darse cuenta de que el barón parecía asustado.
— ¿La Condesa? Yo no sabía que… Que la condesa tenía una hija, creo que es mejor que me vaya, ahora no tengo tiempo que perder aquí. Guardias, tomen a esa mujer y llévenla a la calle doce ahora, y que su marido venga a mí cuando pague lo que debe. —Dijo el barón saliendo de la tienda, mientras esperaba que su guardia tomara a la mujer para salir.
Helena, molesta, se puso por frente del guardia, impidiéndole dirigirse hacia la mujer que deseaba llevar.
—Mi lady, por favor, no intervenga, esa mujer es solo una plebeya y ha ofendido a mi maestro, es mi deber darle un castigo por orden de mi señor. —Hablo el guardia intentando ser respetuoso con Helena.
Aun así, Helena no se movió, miro al guardia mientras fruncía el ceño. Un leve mareo invadió la mente de Helena, mientras que el guardia frente a ella comenzaba a dar pasos hacia atrás sin decir una sola palabra. Karina junto a sus ayudantes miraron la escena sorprendida, Helena parecía alguien completamente diferente, fue entonces que la mujer que se encontraba detrás de Helena sujeto la manga de la ropa de Helena dando un pequeño tirón para llamar su atención. Helena volteo a mirar a la mujer mientras que el guardia caminaba hacia atrás encontrándose detrás de él Noah.
—Mi, mi lady, yo, estoy bien, esto no es nada, no quiero ocasionar más problemas. —Dijo la mujer mirando a la diseñadora y viendo como los demás clientes del lugar parecían observarla con molestia.
—Tú no tienes nada de que preocuparte, todos los gastos que se han ocasionado hoy los pagaremos nosotros, Noah, por favor hazlo. —Hablo Helena, Noah, que entendía de inmediato la molestia de Helena en sus ojos y comprendiendo lo que ella quería, tomo la muñeca del guardia, la cual había lastimado anteriormente a la mujer, y quebró su brazo con un solo movimiento.
Luego Noah se acercó al oído del guardia y dijo hablo en voz baja asustando a este por completo.
—Tienes suerte de que la señorita esté aquí, si no fuera así, esto no terminaría con solo un brazo roto, ve al templo y agradece estar vivo aún… Si tu maestro sigue siendo tan arrogante como hoy, puede que su baronía termine pronto. —Susurro Noah al oído del guardia, quien escapo rápidamente del lugar.
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