—Su señoría, ahora ¿A dónde iremos? —Pregunto Helena.
—A casa, vamos a casa, llevamos mucho tiempo afuera y debo encargarme de algunas cosas al llegar. Pero no te preocupes pequeña, ya mandé a llamar a la diseñadora para que se encargue del vestido con el que iras al banquete, ¿de acuerdo?, serás la joven más hermosa allí. —Contesto la Condesa mientras sonreía sutilmente y luego se volteaba a mirar por la ventana del carruaje.
Helena podía notar algo de molestia y angustia en la mirada de la condesa, pero aun así no quiso decir nada por qué aún no se sentía en la confianza de entrometerse en la vida de quien ahora se hacía llamar su madre. “Debe de haber sucedido algo grave para que tenga esa expresión” pensó Helena volteando a mirar por la ventana. Al llegar a la mansión, Helena fue recibida por Noah, quien se corrió hacia ella y la saludo con una gran sonrisa en el rostro, mientras que Helena notaba a este completamente sudado.
—Su alteza, ¿estaba entrenando? —Pregunto Helena mientras que él se acercaba más a ella y dándole un pequeño beso en la frente, le contestaba.
—Sí, el duque dijo que sería bueno compartir con los caballeros y entrenar con ellos, así podríamos ganar más confianza los unos con los otros y me conocerían mejor, aunque… —El príncipe se quedó en silencio de repente preocupando a Helena.
— ¿Qué sucede?, ¿Paso algo?, ¿Alguien le ha dicho algo su alteza? —Exclamo, Helena molesta al pensar que algunos de esos caballeros podrían haberlo lastimado con palabras crueles.
El príncipe volteo la mirada y luego dando un largo suspiro continúo hablando.
—No, no es nada de eso, solo que… Parece que se cansaron de entrenar conmigo, después de apenas dos horas todos quisieron detenerse, dijeron que estaban cansados y que no podían seguir entrenando conmigo, tal vez no estuvo bien haber hecho eso con ellos. —Murmuro, el príncipe sintiéndose algo confundido.
Noah quería ganarse el favor de los caballeros tanto como el favor de la condesa. Se suponía que debía convencerlos de que era un príncipe digno de confianza, fuerte, inteligente y capaz de liderar con justicia y sabiduría. Debía demostrar su capacidad para proteger el reino y su disposición para servir a su pueblo con dedicación y humildad. Por lo tanto, temía haberlos decepcionado en aquel entrenamiento, el cual se había preparado por el duque para que los caballeros pudieran conocer mejor al príncipe.
—A, es eso… Bueno, su alteza, talvez sea todo lo contrario a lo que usted cree. ¿Les ha preguntado directamente si es que a ellos les ha molestado realmente el haber compartido con usted hoy?, si le soy sincero su alteza, creo que más que estar molestos, están simplemente agotados, usted hoy les demostró que está a la par de ellos. Incluso usted se ve enérgico, pero me dice que ellos quedaron agotados, así que puedo suponer que ellos deben de estar admirando su resistencia y entusiasmo, su alteza. —Contesto Helena con una sonrisa reconfortante en su rostro.
— ¿Admirando? No, eso… ¿De verdad piensas eso Helena? —Pregunto nuevamente el príncipe.
Helena miró a Noah y luego volteo a ver su alrededor, al ver que nadie se encontraba cerca de ellos, esta se puso de puntillas y beso la mejilla de Noah con cariño.
—Claro su alteza, así como yo logre admirarlo y amarlo, estoy segura de que otras personas también podrán ver el gran valor que usted tiene su alteza. —Respondió con una sonrisa Helena, haciendo que Noah la sujetara de la mano jalándola hacia él para abrazarla con ternura.
Durante el transcurso del día, Helena se encontró con el duque, quien había conversado previamente con ella para evitar que Helena interfiriera en la relación entre Noah y la condesa, ya que lo ideal era que Noah fuera capaz de obtener la confianza de la condesa para recibir su apoyo. Por lo tanto, había prohibido a Helena intervenir.
—Pero si la condesa respalda a su alteza, entonces nosotros… —Helena se encontraba conversando con el duque en su habitación.
—Lo sé, tranquila, yo también soy consciente de eso, pero debemos confiar en mi sobrino, sé que él es capaz de lograr ganarse el favor de todos los que necesitemos, incluso los caballeros que antes dudaban de él, ahora lo admiran, supongo que Noah ya te lo ha dicho ¿verdad? —Pregunto el duque.
—Bueno, algo me ha contado al respecto su alteza, pero, aun así, deberíamos de ayudarlo un poco, no sé, se supone que vine aquí para darle mi apoyo y ayudarlo en lo que él necesitara y hasta ahora solo he estado al lado de la condesa, jugando a la familia feliz. —Respondió Helena mientras se sentaba en uno de los sofás del lugar, sujetándose la cabeza frustrada.
El duque miró a Helena y sonrió sintiendo claramente los sentimientos de esta. Era lógico que Helena estaba preocupada y quería ser útil por el bien de Noah, pero ella con su sola presencia ya estaba haciendo mucho más de lo que se esperaba.
—Helena, puedes estar tranquila, Noah está bien, y estará bien, confía en él, tú lo conoces mejor que nadie, sabes de lo que es capaz mi sobrino, aparte de eso, el hecho de que tú estés junto a la condesa también nos ayuda, recuerda que al ser su hija adoptiva y entrar con su alteza al salón el día del banquete, todos considerarán que Noah tiene el apoyo del condado tanto como el del ducado. Puede que la condesa no respalde al príncipe, pero mientras tú estés con él, entonces no tendrá otra opción que aceptar ayudarlo, aunque sea un poco, y por mi parte, el ducado siempre respaldará a mi sobrino. —Contesto el duque intentando tranquilizar a Helena, quien se sentía bastante inquieta ante la situación.
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