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Me convertí en la sirvienta del príncipe olvidado (Novela) – Capitulo 34

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Después de aquel dulce beso, el príncipe apartó con delicadeza sus labios de Helena, pero sin alejarse demasiado. Sus ojos se encontraron con los de ella, y en ellos se reflejaba un amor puro y sincero.

― Helena, me preocupé tanto por ti, estabas inconsciente y no sabía si… si volverías… ―Susurró el príncipe con voz suave, acariciando suavemente su mejilla con el dorso de la mano.

Helena asintió con una sonrisa tierna, sintiendo el cálido contacto de la mano del príncipe en su piel.

― Estoy bien ahora su alteza ―Respondió ella, con una voz cargada de sentimientos.

El príncipe tomó una profunda respiración antes de comenzar a relatar lo sucedido.

― Después de que te desmayaste, el duque que me había acompañado a ir por ti a la montaña, me explicó que, aunque tus heridas físicas fueron curadas por las piedras de maná, tu cuerpo aún necesitaba recuperar la energía que perdiste al curarme. Me dijo que despertarías cuando tu energía estuviera completamente recuperada, pero no podía decir cuánto tiempo tomaría. —Helena asintió, escuchando atentamente cada palabra del príncipe.

― Además, el duque mencionó algo sobre una tribu extinta, a la que pareces pertenecer… ―El príncipe vaciló, sabiendo qué había más por descubrir sobre el pasado de Helena, pero decidió no presionarla en ese momento.

Helena asintió nuevamente, sin estar del todo segura de lo que significaba su conexión con esa tribu extinta.

― Y sobre Jessica… Después de que regresamos al castillo, la envié a los calabozos como castigo por lo que hizo. No puedo creer que haya intentado hacerte daño de esa manera… Desde hace un tiempo, he estado desconfiando de ella y había planeado investigarla más de cerca para averiguar quién la envió, pero jamás pensé que eso podría ponerte en riesgo a ti, esa gente siempre apuntaba directamente a mí. ―Continuó el príncipe, con una mirada seria en sus ojos y sintiéndose culpable por lo sucedido.

Helena asintió comprensivamente, agradecida por la protección y el cuidado del príncipe.

― Y ahora… Voy a llamar a tus hermanos para que sepan que has despertado y puedan venir a verte a la habitación. Ellos quieren verte tanto como yo, así que espero que pases un buen momento con tu familia ―Dijo el príncipe tomando la mano de Helena entre las suyas, y mirándola con ternura.

Helena sintió un nudo en la garganta al pensar en reunirse con sus hermanos después de todo lo que había sucedido. Se preguntaba cómo reaccionarían al verla despierta y recuperada, y como se encontrarían los pequeños Oliver y Liam.

― Gracias, su alteza… Gracias por cuidar de mí y por estar a mi lado. ―Susurró Helena.

El príncipe le devolvió la mirada a Helena con unos ojos radiantes de amor y ternura.

― Siempre estaré a tu lado Helena, siempre… —Concluyo el príncipe saliendo la habitación, dejando a Helena sola en el interior, mientras que él se dirigía a dar aviso a los hermanos de que Helena ya estaba despierta.

El príncipe se dirigió a la habitación de los hermanos a dar aviso del buen estado de Helena, alegrando a todos los niños quienes habían estado preocupados por su hermana. Al terminar de dar el aviso del estado de Helena, les invito a todos a la habitación de él dónde Helena se estaba quedando, para que fueran a comer junto a Helena y así pudieran estar con ella y pasar tiempo juntos.

—Gracias su alteza, si no fuera por usted nuestra hermana… —Massiel se quedó en silencio mientras que Matías se acercaba a ella para calmarla.

—Tranquilos, Helena es importante para mí, así que jamás dejaría que algo le sucediera, cuidaré de ella, eso se los aseguro. —Dijo el príncipe despidiéndose y saliendo de la habitación para dirigirse hablar con el mayordomo y su tío, el duque.

El castillo se encontraba en completo silencio. Los caballeros del duque habían sido restringidos a quedarse fuera del castillo y acampar bajo la nieve en el patio de entrenamiento, estos se encontraban molestos con el príncipe, pero no podían refutar debido a que el mismo duque los había castigado por no haber protegido a la sirvienta personal del príncipe. El deber de ellos era el cuidar a la gente del castillo, y en vez de eso habían estado divirtiéndose ese último tiempo desde que habían llegado al territorio del príncipe Noah.

—Duque… Creo que deberíamos hablar ahora que Helena se encuentra mucho mejor.—El duque miro al mayordomo, quien desvió la mirada, desconfiado.

—Su alteza, no creo que esto sea algo que debamos hablar delante de… —El duque, sintiéndose avergonzado por lo que había sucedido con sus propios empleados, se vio interrumpido por Noah.

—No te atrevas, Robert no es igual a tus sirvientes, él no solo ha sido mi mayordomo por más de veinte años, él ha estado conmigo todo este tiempo poniendo su vida en peligro para estar a mi lado, desafío al emperador y perdió a su familia por protegerme, no puedes compararte con él… Él e Inés han demostrado mucha más lealtad por mí que cualquiera en este imperio, incluyéndote a ti tío. —El duque se quedó en silencio al escuchar las palabras del príncipe, quien protegía a sus sirvientes como parte de su familia.

Inés, su ama de llaves y jefa de las mucamas, había perdido uno de sus brazos protegiendo al príncipe cuando este era solo un bebe, y el mayordomo perdió a su esposa cuando protegió al príncipe en camino al castillo. Ambos habían demostrado su lealtad y amor por su alteza, dejando claro que no lo abandonarían, aunque todo el imperio le diera la espalda y lo despreciara, ellos dos jamás lo harían.

—Yo… Lo siento sobrino, me equivoqué, vine aquí para protegerte y demostrarte mi apoyo, para que puedas regresar a la capital junto a tu madre y así pudieras reclamar lo que te pertenece, pero… Me equivoqué, traje a los traidores a tu territorio e incluso entraron en tu hogar, yo, lo lamento su alteza. —Concluyo el duque mientras se inclinaba bajando la cabeza en señal de disculpa.

El príncipe observó al duque durante unos segundos y luego suspiro agobiado.

—Hah… Vamos, es suficiente, levántate y acompáñame a los calabozos, debemos ver a esa sirvienta ahora. —Dijo el príncipe caminando delante del duque.

El duque pudo ver como el príncipe empuñaba las manos con ira mientras caminaba hacia los calabozos, este se veía realmente molesto ante la idea de volver a ver aquella sirvienta que había puesto en peligro a Helena. Noah, el duque y Robert, se adentran en el calabozo, ambos confundidos por la ausencia de los caballeros que debían estar haciendo guardia en el lugar.

― Esto es extraño… Robert, ¿dónde están los caballeros que dejamos haciendo guardia? ―pregunta el príncipe, notando que el camino hacia los calabozos está completamente despejado.

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Chapter 34