—No sabes lo que estás haciendo, la magia es un poder peligroso que puede consumirte si no puedes controlarlo. —Advirtió el duque.
Pero Helena no escuchaba las palabras del duque. Su atención estaba completamente centrada en Noah, “No puedo dejarlo, no puedo, yo… Lo amo, sea un príncipe o no, lo amo más de lo que podría haber imaginado” en su deseo de salvarlo a cualquier costo, Helena no se detuvo. Sintiendo un dolor agudo atravesar su pecho, Helena escupió sangre y cayó al suelo, habiendo trasferido gran parte de las heridas del príncipe a ella.
El príncipe Noah logró despertar, mirando a su alrededor con confusión y asombro. Su cuerpo se sentía más ligero, sus heridas sanadas de manera milagrosa. Pero al ver a su alrededor pudo notar a Helena tendida en el suelo, inconsciente y pálida como la luna, su corazón se llenó de angustia y temor ante la escena que veía frente a él.
—¡Helena! ¿Qué has hecho? —Exclamó el príncipe, arrodillándose a su lado.
El duque observó la escena con expresión sombría, comprensión y preocupación entremezcladas en su mirada. Sabía que el príncipe tenía una maldición desde su nacimiento, una maldición que había sido parcialmente desvanecida por el sacrificio de Helena. La joroba en la espalda del príncipe había desaparecido por completo, pero su ojo seguía siendo negro como la noche.
Entre lágrimas y temores, el príncipe tomó a Helena en sus brazos, jurando protegerla y cuidarla hasta que despertara. El duque ayudó al príncipe a sostener a Helena y salir de la cueva con cuidado, guiándose así los dos hasta el castillo. Al llegar al castillo y entrar, la sirvienta llamada Jessica corrió hacia el príncipe, lo miro de pies a cabeza, mostrando extrema preocupación en su rostro mientras sus ojos llorosos la hacían ver inocente y pura ante todos.
— ¡Tú! —Grito el príncipe mirando a la sirvienta con el ceño fruncido y completamente furioso.
—He… Su, su alteza, ¿Qué sucede?, yo… ¿Quiere que lo ayude? —Dijo la sirvienta haciendo que la expresión del príncipe se volviera mucho más aterradora y molesta.
El mayordomo miró al príncipe acercándose a él rápidamente, viendo como este traía a Helena inconsciente en sus brazos, con varias heridas mortales en su cuerpo.
—La señorita Helena, ¿su alteza que sucedió? —Pregunto el mayordomo angustiado.
La jefa de las mucamas apareció frente al príncipe junto a los hermanos de Helena, quienes al ver a su hermana mayor en tal situación comenzaron a llorar, pensado en lo peor.
—Tranquilos, ella aún está viva, ¡Inés! Ve con los hermanos de Helena a mi habitación y preparen todo para tratar a Helena, ella se quedará en mi habitación mientras tanto… ¡Y Robert…! ¡Llévate a esta sirvienta al calabozo de inmediato, no le den comida ni agua, déjenla encerrada hasta que yo vaya allí! —Grito el príncipe molesto, mientras que el mayordomo y algunos de los caballeros del duque sujetaban a la sirvienta, llevándosela a lo más profundo de los calabozos del castillo.
La sirvienta llamada Jessica gritó y lloro pidiéndole al príncipe que hablara con ella, que por favor este la escuchara y no la encerrara en aquel frío y oscuro lugar. El príncipe camino con Helena en sus brazos hacia su habitación dejando a Helena sobre su cama, esta respiraba con dificultad mientras que sus hermanos se acercaban a ella preocupados.
—Hermano Matías, ¿Qué le pasa a mi hermana? ¿Ella se recuperará? —Pregunto uno de los niños, mientras que el pequeño Oliver, quien Helena había visto en la cueva, corría hacia ella en la cama.
— ¡Hermana!, ¡Hermana Helena! ¿Por qué mi hermana está así? —Pregunto el pequeño mientras que el príncipe lo observaba confundido.
—Niño, dijo un sirviente del duque que vio a Helena conversando con otra sirvienta, ella dijo que tú habías salido del castillo en el momento del estruendo hace horas, dime ¿Dónde estabas? —Pregunto el príncipe mirando al pequeño Oliver.
El niño miró al príncipe y luego a su hermana, al ver como el príncipe aún tenía algunas heridas en su cuerpo pudo notar que este había luchado para proteger a Helena, por lo que se sintió agradecido y en deuda con él por proteger a su hermana mayor.
—Hace horas, yo y mi hermano Liam fuimos a la cocina, cuando se escuchó ese fuerte ruido Liam se asustó y una sirvienta muy amable nos ofreció galletas, leche y pastel, dijo que podíamos quedarnos allí hasta que estuviéramos más tranquilos, luego ella se fue, ella fue muy amable y se veía muy bonita, tenía un cabello celeste y ojos rosados, no recuerdo como se llamaba, pero sonreía mucho.-Dijo Oliver mientras que el príncipe intentaba controlar su expresión facial frente a los niños para no asustarlos.
El mayordomo se presentó ante el príncipe con el médico del duque, quien lo había acompañado hasta el territorio, este miro a Helena asustado al ver la cantidad de heridas que tenía en su cuerpo “Esta joven… No logrará pasar la noche” pensó el médico al ver el estado de Helena. El príncipe al notar la expresión del médico al ver a Helena noto rápidamente lo que pensaba.
—Debes salvarla, ¿queda claro?, nadie en este castillo saldrá ni comerá hasta que ella abra los ojos, y tú… Más te vale que ella despierte si valoras tu vida. —Concluyo el príncipe, mostrándose molesto ante todos para luego voltear y tomar la mano de Helena entre las suyas, suplicando en su interior que esta se recuperara.
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