Helena nerviosa miró al príncipe, quien se quedó en silencio rápidamente y apretó los labios sin saber qué decir, no quería tener que sacarse la capa y asustar a los niños, quienes eran tan preciosos para Helena.
—Esto, yo… —El príncipe nervioso no sabía que contestar intentando pensar en que excusa dar para no tener que asustar a los niños.
—Alas…— Helena interrumpió al príncipe, dejando a los niños completamente en silencio.
El príncipe, quedando sorprendido, miro a Helena sin saber qué decir, puesto que los niños al escuchar las palabras de Helena parecían aún más entusiasmados en querer ver lo que el príncipe tenía bajo su capa.
— ¡¿Alas?! Son alas, vamos veamos, muéstrenos, señor. —Dijeron los niños todos juntos entusiasmados.
—Yo, he… Yo… —El príncipe miro a Helena abriendo los ojos sin saber cómo reaccione.
—Vamos niños, quédense tranquilos o asustarán a su alteza. —Dijo Helena mirando al príncipe, quien se veía algo inquieto.
Helena se acercó a los niños agachándose para hablarles más de cerca, mientras que el príncipe intentaba acomodar su capa para no dejar ver su espalda, sintiéndose nervioso, por lo que los niños podrían decir si realmente veían lo que él ocultaba debajo. “Debí sospechar que los niños tendrían curiosidad, no debí haber entrado, no debí venir, esos pequeños solo son curiosos, son niños, pero… ¿Qué se supone que haré ahora?” El príncipe se encontraba preocupado cuando escucho la voz de Helena que les explicaba a los niños sobre la joroba del príncipe.
—Su alteza es alguien muy especial, antes de llegar en este mundo él convivía con los ángeles, ellos lo amaban tanto que cuando lo enviaron a la tierra dejaron los residuos de sus alas en su espalda, es por eso que el príncipe es tan fuerte, amable e inteligente, él es un ángel enviado de los cielos. —Dijo Helena dejando al príncipe completamente en silencio, mientras que los niños emocionados comenzaban a mirar al príncipe.
Todos los pequeños parecían asombrados mientras observaban al príncipe con una expresión de emoción, “¿Qué? Ella ha calmado a los niños tan fácilmente” pensó el príncipe mientras miraba a Helena y observaba a los niños, Helena le sonrió tiernamente al príncipe, mientras que él no sabía qué responder ante la emoción de los niños.
— ¡Señor, ¿puedo tocar sus alas?!-Pregunto uno de los niños, mientras que los otros emocionados comenzaban a mostrar sus grandes ojos de entusiasmo.
Helena, preocupada al escucharlos que los niños decían, interino rápidamente para no seguir incomodando al príncipe, quien se asustó al ver a todos los niños entusiasmados frente a él por tocar su espalda.
—No, no, he… El príncipe debe de estar cansado ya, es mejor que lo dejemos descansar un poco, ¿Qué piensan niños? —Dijo Helena nerviosa.
—Si eso es lo que piensa la hermana Helena, entonces está bien, vamos a jugar, dejemos a la hermana descansar con el príncipe. —Dijeron los niños corriendo hacia una de las habitaciones de la casa.
El príncipe miró a Helena sin poder creer lo que esta había provocado, era increíble que los niños lo vieran con tanta alegría y entusiasmo en vez de sentir asco o miedo por él. “Jamás creí que un niño pudiera mostrar esa clase de expresión frente a mí” El príncipe miro a Helena y esta sonrió con nerviosismo mientras se sentaba frente a Noah.
—Lo siento su alteza, los niños son… Un poco curiosos, yo, yo luego hablaré mejor con ellos, me aseguraré que no vuelvan a molestarlo. —Dijo Helena nerviosa al pensar en cómo se debía de sentir el príncipe.
El príncipe miró a Helena y luego sonrió, sintiéndose aliviado por tener a alguien tan amable como ella a su lado “Eres increíble” pensó el príncipe mientras observaba a Helena frente a él completamente nerviosa.
—Tranquila, todo está bien, puedo entender perfectamente que los niños pueden ser bastante curiosos, así que no te preocupes. —Respondió Noah mientras se levantaba de su asiento y salía por la puerta de la cabaña.
El príncipe al salir de la cabaña se encontró de inmediato con su tío, quien parecía estar esperándolo fuera sentado en una roca. El duque miró a Noah y sonrió con sutileza, Noah no quería tener que tener contacto con nadie que tuviera que ver con su familia, ya que todos ellos lo habían abandonado, a excepción de su madre, que le había enviado a su niñera Inés y a su mayordomo para que lo cuidaran y protegieran. Estos eran los sirvientes más leales de la emperatriz, y ella había renunciado a ellos al ver como estos amaban tanto al príncipe y que estaban dispuestos a dar sus vidas por él.
— ¿Qué es lo que está haciendo aquí, Duque? No recuerdo que me haya enviado siguiera una carta en estos últimos veinte años, entonces dígame ¿Qué hace ahora aquí? —Pregunto el príncipe mientras mostraba una clara molestia por la presencia de su tío frente a él.
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