Capítulo 27
Tras atravesar el portal, Ciel llegó a la mansión provincial del Ducado de Leopardt. Y, sin demora alguna, se dirigió directamente a la mansión independiente, donde residía su hermano menor.
La repentina aparición del cabeza de familia hizo que toda la residencia se llenara de alboroto. Sin embargo, pronto se calmó cuando el mayordomo, encargado de la mansión provincial, salió rápidamente al encuentro de Ciel.
«Alteza, ¿ha llegado? Le pido disculpas por no haber podido saludarle, ya que no había recibido aviso previo de su llegada, señor.»
«No importa. He venido a ver a Aiden. No tienes que seguirme».
«…Entiendo. Si hay algo que necesite, Su Alteza, por favor llámeme.»
«De acuerdo.»
Mientras el mayordomo de la mansión provincial miraba a Ciel con ojos perplejos, era una reminiscencia de la mirada confusa que el mayordomo de la mansión capital le dirigió a Ciel.
El jefe de familia, cuyo comportamiento había cambiado tan repentinamente, le resultaba ciertamente muy desconocido.
El duque que el mayordomo conocía era el tipo de hombre que no respondería así a otra persona. El trabajo del mayordomo consistía en intentar calibrar los pensamientos de su señor.
Y aquí, el mayordomo sólo podía preguntarse. ¿Adónde había ido a parar la refinada y aristocrática atmósfera del señor? El maestro que tenía delante desprendía una atmósfera tan violenta que una palabra equivocada podía costarle la vida.
Tal atmósfera era quizá común entre los mercenarios de bajo grado. El mayordomo no pudo replicar y se retiró en silencio.
Por un momento, Ciel cerró los ojos y los abrió en un paisaje que no había visto en mucho tiempo.
Estaba mareado. Su cuerpo, que constantemente pedía a gritos una Guía, ya había empezado a mostrar síntomas anormales.
Algunos días tenía alucinaciones ilusorias. Otros días, alucinaciones auditivas. Aunque no podía ver ninguna pesadilla, ya que estaba abismalmente desprovisto de sueño, no podía escapar a la vívida imagen de los últimos momentos de su esposa, tanto que le dejaba sin aliento.
Deseaba olvidar, pero no podía. Cada vez que lo intentaba, se llenaba de mucha culpa, y esto hacía que su estado parcial -que había estado intentando suprimir todo este tiempo- fluctuara aún más violentamente.
Otra alucinación lo estaba atormentando, sin embargo, pronto salió de ella debido a la voz que lo llamaba. Sonaba mucho más joven de lo que recordaba.
«¿Hermano?»
Ciel levantó lentamente su mirada pesada y giratoria.
Ante sus ojos se alzaba un muchacho delgado que era aproximadamente una cabeza más bajo que Ciel. Debajo del pelo negro del chico había una cara pequeña que era excesivamente pálida, y esto se debía a lo poco que veía el sol.
Y con ello, su rostro pálido hacía resaltar sus ojos rojos, como rubíes.
Sorprendido por la repentina visita de Ciel, los ojos de Aiden se abrieron de par en par.
En el pasado, Ciel pensaba fugazmente en lo agudos que eran los sentidos de Aiden, pero se quedaba ahí. Sin embargo, ahora, Ciel podía sentir la energía que Aiden estaba emitiendo, era la energía de un compañero Esper.
El propio Aiden aún no se había dado cuenta de que lo era.
Con Aiden de pie frente a él, Ciel sonrió ampliamente, mostrando los dientes. Era muy agradable volver a ver a su hermano menor. Habían pasado casi diez años desde la última vez que Ciel lo vio.
«Aiden.»
Cuando Ciel lo llamó, los ojos de Aiden, ya muy abiertos, se agrandaron aún más.
«…¿Eh?»
«Necesito tu ayuda.»
«…¿Mi ayuda?»
En el pasado, Ciel no había sido capaz de reconocer correctamente las habilidades de su hermano menor. Por lo tanto, con el pretexto de unas vacaciones, Aiden fue enviado a una villa lejana.
Aunque todavía estaba dentro de los terrenos del ducado, Aiden permaneció en esa villa hasta el final. Había enviado cartas a Ciel de vez en cuando, pero Ciel nunca le respondió.
Algún tiempo después, Ciel siguió a Seo-yoon y cruzó las fronteras dimensionales, y nunca tuvo la oportunidad de volver a encontrarse con Aiden.
Este también fue uno de los muchos remordimientos que Ciel tuvo antes de morir.
Esta vez, Ciel quería cuidar más del hermano menor que había descuidado. Ciel le enseñaría a Aiden a usar sus habilidades hasta el punto de que no se dejara influenciar por el propio Ciel. Además, Ciel también le ayudaría a convertirse en una persona sana, psicológicamente hablando.
«No te encierres más en la mansión separada».
Como avergonzado al escuchar las palabras de Ciel, Aiden bajó los ojos.
«Hermano».
«Aiden. Tu mente no está enferma».
«……»
«Eres un Esper».
La franca proclamación hizo que Aiden se mordiera los labios.
Ciel se acercó un paso más a su hermano pequeño y le agarró firmemente del hombro.
Tratando de contener su impaciencia, Ciel dijo.
«Hay un lugar que necesita tu poder».
«Pero, hermano… ¿Soy realmente un Esper? Si lo soy, no sé cómo usar mis habilidades como tú. Pero, realmente, ¿cómo es posible que yo sea un Esper? Si sólo dices esto porque no quieres que siga quedándome en la mansión separada…»
Ciel miró a Aiden mientras temblaba de miedo. Pronto, Ciel tiró de su hermano menor en un abrazo. Palmeándole lentamente la espalda, Ciel reflexionó sobre el pasado y recordó cómo era Aiden antes.
No tenían una gran diferencia de edad entre ellos, pero Ciel lamentaba haber enviado a su hermano menor a una residencia separada. Aunque Aiden no quisiera, Ciel debería haberlo arrastrado y enseñarle a valerse por sí mismo.
No, en primer lugar, si no hubiera retrocedido, Ciel no habría sabido que Aiden era un Esper. Aún así, debería haber hecho un esfuerzo para ayudar a Aiden a mejorar.
Durante ese tiempo, Ciel sintió como si todas las cargas del mundo entero estuvieran sobre sus hombros. Agobiado por una lástima egocéntrica, descuidó a todas las personas que le rodeaban.
Como resultado, había perdido a su mujer en una vida pasada a la que no podía volver. Y aquí, tan obtuso como era, había desatendido a su hermano menor y ni siquiera se había esforzado por examinar debidamente su estado.
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