Capítulo 143
Ya fuera que él entendiera lo que quise decir o no, la esquina de uno de sus ojos se contrajo de repente. Los ojos que momentos antes estaban llenos de alegría temblaron suavemente.
—…Está bien.
Aunque su tono fue un poco seco, dejando entrever sus emociones, no me detuve.
Después de todo, era un banquete imperial que involucraba a todo el país y sus provincias, así que no había necesidad de imponer los estilos exclusivos de la capital.
—Oh, Ciel.
—¿Hmm? ¿Por qué?
Cuando estaba a punto de salir de la habitación con pasos inciertos, Ciel volvió rápidamente a su posición original al escucharme llamarlo.
Le sonreí y dije:
—¿Puedes llamar a mi madre?
—…Es la baronesa, por supuesto.
Antes de que terminara de hablar, Isabella intervino rápidamente:
—Inicialmente tenía la intención de ver a Lady Closch primero y luego encontrarme con la señora, pero en un lugar como este, tal vez sea mejor que la joven dama vea los diseños junto a su madre.
—Cierto, ¿no es así?
Asentí, dando a entender que ya había terminado de hablar, y le guiñé un ojo a Ciel a modo de despedida.
Cuando volvió a dirigirse hacia la puerta, hablé una vez más, y él adoptó la expresión de un cachorro con las orejas caídas.
—Gracias. Nos veremos cuando nos vayamos al banquete.
—…Mientras sea de tu agrado.
Fue expulsado de la habitación, justo como lo había planeado, aunque nunca lo dije explícitamente.
El momento en que se fue, Isabella se acercó rápidamente y me susurró:
—Ohooo, ¿cómo lograste conquistar a Su Gracia? ¿Sabes lo famosa que eres en la capital?
—Bueno, no estoy muy segura.
—Te serviré con esmero. Traeré los diseños más recientes para ti, Lady Closch. Así que, por favor, comparte más detalles de tu historia de amor conmigo.
Como si hubiera encontrado por fin una novela romántica rara, Isabella mostró más interés en mi historia con Ciel que en los vestidos. Había mucho que podría contar, pero no era una historia que pudiera compartir con otros.
—Hmm…
Entonces, ¿por qué no crear una historia que sí pueda contar con confianza en el futuro?
Volví mi mirada hacia el catálogo, sin ocultar mi sonrisa.
Aunque Isabella parecía decepcionada, todavía no estaba lista para contarle a nadie.
Es decir, cuán profundamente se había enamorado ese hombre de mí.
—
El día antes del banquete imperial, nuestra familia llegó a la capital a través de un portal. Por supuesto, Ciel y Aiden estaban con nosotros.
—Habría sido genial si Rose pudiera haber venido con nosotros…
Aunque Aiden había estado viendo a Rose todos los días, expresó su pesar con una voz llena de decepción.
—Ahora no podemos traerla a la capital. ¿No te lo dije ya? Necesitas protegerla. Para hacerlo, es mejor que no se la vea en los círculos sociales por ahora.
—Eso es cierto, pero…
—Además, no olvides que Rose es una plebeya. ¿De verdad quieres dejar que esos buitres la vean?
Con un tono más firme de lo esperado, Aiden no dijo nada más. Observé en silencio a los dos y luego me acerqué a Aiden para guiarlo suavemente.
—Gracias por cuidar de Rose, joven duque. Pero también estoy de acuerdo con Su Gracia. Por ahora, es mejor ser cautelosos.
Actualmente, la única Guía conocida era la Santa. Además de eso, los únicos Espers conocidos eran el príncipe heredero y el duque, aunque tanto Aiden como Morgan también se habían manifestado como Espers.
La novela “profética” que había leído en el pasado había tomado un rumbo completamente diferente, y necesitaba entender la relación entre Seo-yoon y las olas de monstruos. Al enfrentar a un enemigo, prefería esperar en silencio y, con un solo movimiento, cortar su línea de vida.
Mientras hablaba y guiaba a Aiden, él asintió lentamente, aunque con una expresión confusa.
Tal vez una guía radial habría sido suficiente, aunque fuera de bajo nivel.
¿Había una diferencia entre nuestros niveles?
Mientras contemplaba eso, una mano cálida tomó la mía con cierta firmeza.
—Ah, lo siento.
Aunque se disculpó verbalmente, su agarre no cambió. De hecho, apretó un poco más mientras continuaba hablando.
—Creo que ya puedes detenerte.
Se refería a mi guía. La voz baja y ronca me resultaba familiar, como si no la hubiera escuchado en mucho tiempo.
—De acuerdo.
Cuando accedí, su rostro se iluminó. Sin embargo, no soltó mi mano; al contrario, la sostuvo con más ternura.
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