Capítulo 107
“En primer lugar, me gustaría hacerte una pregunta. ¿Por qué demonios has elegido a mi hija y por qué le has enviado una propuesta de matrimonio? ¿Es únicamente por su capacidad para ayudar a los Espers?”.
Arthur preguntó con tanta franqueza que ya no se podía decir que fuera sin rodeos. Pensando momentáneamente: “Así es como empieza”, Ciel contestó con decisión.
“Me enamoré a primera vista”.
“……”
Su respuesta dejó a Arthur sin habla. Helen intervino.
“Efectivamente, el amor a primera vista le puede pasar a cualquiera. Todos podemos pasar por ello”.
“Pero yo también te pedí matrimonio porque me enamoré a primera vista…”.
Helen pellizcó furtivamente los muslos del irreflexivo Arthur cuando dijo aquello.
“Querida, debe de haber sido duro para ti últimamente. Parece que has perdido algo de fuerza en los dedos”.
“Padre…”
Aunque David no lo vio, llamó a su padre en voz baja, y Arthur, tardíamente, volvió a cambiar su expresión a una mirada severa.
Sin embargo, Ciel pronto pareció más cómodo al encararse con Arthur. Inclinó ligeramente la cabeza hacia el barón con expresión comprensiva.
Ante esto, Arthur pareció abrirse un poco, como si hubiera conocido a un camarada.
Sin embargo, Helen volvió a hablar.
“A pesar de las intenciones de Su Alteza, no sabemos cómo se tomará esto todo el Ducado de Leopardt. ¿No te parece?”
Cuando Helen mencionó esto, Ciel pareció disgustado.
“¿Cómo se atreve alguno de mis vasallos a hablar en contra de mi compañera?”.
“A mis ojos, mi hija es la chica más guapa e inteligente que hay, pero el resto del mundo no estará de acuerdo conmigo. Es hija de un barón, y no sólo eso, procede de un hogar rural que está a las afueras del imperio, y…”.
Tras una momentánea expresión de consternación, Helen añadió.
“Es una noble dama cuyo cuerpo ha sido estropeado por una grave cicatriz de quemadura en el dorso de la mano, así que…”.
Pero antes de que Helen pudiera terminar el pensamiento, Ciel expresó su descontento.
“Si a alguien se le ocurre señalar tales cosas, le cortaré la cabeza en el acto. Quién se atrevería!”
Helen se estremeció entonces brevemente ante las feroces palabras del duque. Si este hombre realmente se preocupaba tanto por su hija, ¿no estaría bien…?
Sin embargo, el futuro no estaba escrito en piedra. Aunque ahora sintiera tanto afecto por su hija, es posible que perdiera el interés después de casarse. El “amor a primera vista” no era una base sólida para nada.
“Sinceramente, es difícil creer cada palabra que dice, Alteza. Debería saber a qué clase de humillación podría enfrentarse mi hija una vez que se haya ido de nuestro lado. Aparte de eso, ¿sabe también mi hija que será utilizada por su habilidad para ayudar a los Espers?”
“Baronesa”.
Ciel la llamó, pero Helen no se detuvo.
“Es mi preciosa hija. Siento un remordimiento infinito por ella porque tuvo que experimentar algo tan horrible como la muerte cuando era sólo una niña, pero a pesar de todo, creció hasta convertirse en una joven brillante. Ella se preocupa por su familia más que nadie, sin embargo, Su Gracia, ¿cree que simplemente enviaríamos lejos a una niña tan admirable? Aún no estoy preparada para eso, en absoluto”.
“Si ese es el caso, entonces sería mejor si pudiéramos vivir cerca…”
Entonces, Arthur murmuró como sugerencia. Ciel pensó que era en ese momento cuando debía revelar sus verdaderos sentimientos.
“Barón”.
Así que llamó al barón, sin embargo, fue frustrado una vez más. Por David esta vez.
“Pido disculpas por interrumpir, pero tengo una opinión diferente sobre el asunto.”
Aceptando las palabras de David como salvación, Ciel enderezó su postura y escuchó atentamente.
“¿Qué opiniones diferentes tienes entonces? Eres su hermano mayor, ¿no deberías pensar ante todo en su seguridad?”.
Pero a pesar de las frías palabras de su madre, David decidió que debía dar la cara por su hermana pequeña aquí mismo.
“Lo digo sólo porque parece que ambos lo han olvidado, madre y padre. No me digan que han olvidado lo más importante”.
“¿Y qué es eso?”
Cuando Arthur preguntó, ligeramente enfadado, David respondió con orgullo.
“Lo más importante es saber a quién ama nuestra Rin. Y sea quien sea, debemos apoyarla”.
La cara de Ciel se iluminó. Su humor se disparó al darse cuenta de que por fin había encontrado a alguien con quien podía hablar sin problemas.
“En ese caso…”
Ciel intentó hablar de nuevo, emocionado, pero fue bloqueado una vez más por Arthur.
“Loable lo que dices, David. Cierto, lo había olvidado. Nuestra Rin debe estar con alguien que le guste”.
“Es cierto. He estado demasiado centrado en mis propias opiniones al respecto”.
“No desprecies tus propias preocupaciones, querida. Hemos estado criando a nuestra querida hija en casa, así que hemos descuidado prestar atención al mundo que nos rodea.”
“Aún es demasiado joven… No puedo creer que ya esté a punto de casarse”.
“En efecto, todo lo que dices es cierto, querida”.
Entristecido, Arthur rodeó con un brazo el hombro de Helen.
Intuyendo que era el momento adecuado para intervenir, Ciel abrió rápidamente los labios para hablar.
“Comprendo sus preocupaciones, Barón y Baronesa. Sin embargo, no envié mi propuesta a medias”.
“Hmm…”
De la expresión de Arthur se desprendía claramente lo siguiente: ‘Aunque seas un Duque, no te perdonaré si esas son meras palabras vacías’. Aun así, Arthur pronto asintió con una expresión relativamente más relajada, y Ciel adquirió más valor.
“Baronesa, si le preocupa que su hija pueda estar demasiado lejos de usted, por favor, espere sólo un poco. Aunque yo no esté, Aiden puede ejercer de cabeza de familia. Una vez que alcance la edad adulta, le cederé mi puesto y me trasladaré aquí. ¿Qué le parece?”
A diferencia de cómo lo había estado mirando todo este tiempo, Helen finalmente mostró a Ciel una expresión favorable una vez que él expresó esta sugerencia.
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