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Me convertí en la sirvienta del príncipe olvidado (Novela) – Capitulo 52

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Durante el resto del día, Helena se quedó junto al duque y la condesa, preparando todo para el banquete. Ella debía aprenderse el nombre de varios nobles, la etiqueta al entrar en el banquete y el saludo que debía dar al emperador como acompañante del príncipe. También debía conocer las conexiones y circunstancias de cada familia para poder interactuar con ellos con mayor naturalidad. Al terminar el día, el duque le comentó a Helena que Lilian sería uno de sus caballeros escoltas, acompañándola a ella, la condesa y al príncipe al palacio.

—¿Es necesario ir con tantos escoltas? Digo, estaremos en público, dudo que algo suceda —dijo Helena.

—Precisamente por eso es importante llevar escoltas. Los lugares donde se encuentran multitudes de personas son perfectos para un ataque. Así que solo haz caso y lleva escoltas contigo, Helena —recalcó el duque mientras el príncipe asentía de acuerdo con su tío.

Dos días después, Helena fue despertada por las sirvientas, quienes estaban alteradas porque la diseñadora iría temprano a la mansión para llevar los atuendos de ella y del príncipe.

—Señorita, venga conmigo, he preparado un baño de rosas para usted. Debe estar lista cuando llegue su vestido —dijo una de las sirvientas mientras la guiaban hacia la tina para que tomara el baño más exquisito de su vida.

—¿Esto es necesario? No creo que… ohhhh… —Helena se sumergió en la tina, sintiendo una completa relajación.

El agua tibia y aromatizada la hacía sentir completamente cómoda y relajada, algo que jamás había experimentado. Desde que había llegado a la mansión de la condesa, había disfrutado de agua tibia diariamente, pero algo tan maravilloso como ese momento nunca antes. “Esto es genial”, pensó Helena mientras escuchaba a las sirvientas correr de un lado al otro detrás del biombo que separaba la tina del resto de la habitación.

—Oye, ¿qué está sucediendo? —preguntó Helena al escuchar tanto alboroto.

—Su vestido ya llegó. La condesa envió algunas joyas para que combinen con su atuendo y el de su alteza —respondió la sirvienta mientras limpiaba el cuerpo de Helena con una esponja y le masajeaba los hombros.

Al terminar el baño, Helena se levantó de la tina y se puso su bata mientras otras sirvientas arreglaban una mesa con algo ligero de comer.

—Uf, qué bien, tenía mucha hambre —dijo Helena, comenzando a comer mientras algunas sirvientas empezaban a arreglar su cabello y le masajeaban las piernas. Todos parecían completamente sumergidos en sus trabajos para que el día fuera perfecto.

Helena se puso de pie al terminar de comer y comenzó su maquillaje mientras veía el hermoso vestido frente a ella. “Ese es mi vestido, es… hace apenas dos días lo vi, pero ahora parece completamente diferente. ¿Cómo puede verse tan distinto?” Pensó Helena.

—Señorita, han pasado cuatro horas. Es tiempo de almorzar. Debe comer algo antes de ponerse el vestido. Será difícil comer bien luego de vestirse, así que… —la sirvienta abrió la puerta dejando entrar a otras sirvientas con bandejas de comida.

—¿Será difícil comer después? —preguntó confundida Helena.

—Sí, bueno, el vestido que usará no tiene corset, pero aun así puede ser difícil comer bien con el puesto, ya que se podría manchar o algo así. La condesa nos pidió que le sirviéramos el almuerzo ahora para evitar que usted se ponga nerviosa, luego —contestó la sirvienta mientras colocaba los platos sobre la mesa.

Al terminar de comer, Helena miró por la ventana de la habitación, nerviosa, viendo cómo el duque parecía estar dando órdenes a algunos caballeros y cómo la condesa preparaba los arreglos del carruaje. “¿Es necesario tanto escándalo por una celebración? Solo debemos presentarnos allá. Se supone que lo importante es lo que suceda durante la fiesta, no cómo sea el carruaje”, se decía a sí misma Helena viendo el carruaje completamente morado con negro y detalles dorados.

—Señorita, ¿está lista? —se escuchó una voz interrumpir los pensamientos de Helena.

—¿Eh? Ah, sí, claro, prosigamos con lo que sigue —respondió Helena levantándose de su asiento. El sol ya estaba a punto de comenzar a ponerse, demostrando que llevaba más de diez horas preparándose.

—Ya es momento del vestido, señorita —dijo la voz de la diseñadora entrando en la habitación para ayudarla.

—Señora Karina, qué bien que haya venido —dijo Helena. Las sirvientas se alejaron, dándole espacio a la diseñadora y sus ayudantes para colocar el vestido en Helena.

Helena, con una sonrisa, recibió a todas en su habitación mientras disimuladamente se acercaba a Karina y le hablaba en susurros.

—¿Pudo hacer lo que le pedí? —preguntó Helena.

—Sí, señorita, no tiene de qué preocuparse. He preparado el repuesto tal como me pidió —respondió Karina, guiando con la mirada a Helena para ver a la mujer que ella y el príncipe habían ayudado días antes.

La mujer, que habían defendido días antes, ahora conversaba con Lilian, quien sería la escolta de Helena, entregándole una gran caja blanca. Helena suspiró y luego sonrió. “Es perfecto, es mejor estar preparada para todo, más aún después de todo lo que he visto que es capaz de hacer”, pensó Helena. Karina sujetó el vestido con delicadeza mientras sus ayudantes lo colocaban en Helena.

—Ya está. Fue difícil, pero quedó perfecto. Pueden soltar el cabello de su alteza —dijo Karina mirando a Helena y admirando su creación.

—No creo que pudiera ser mejor. Se ve hermosa, señorita —dijo Karina extendiendo su mano para ayudar a Helena a bajar del pedestal.

Helena bajó y fue guiada al espejo, notando la hermosa creación que llevaba puesta. “Esto… no puedo creer que esta sea yo”, pensó Helena, incapaz de creer lo que veía en el espejo. Nunca antes hubiera imaginado que llegaría a verse de esa manera.

—Lilian, ¿qué piensas? —preguntó Helena a su amiga, volteando para esperar la respuesta.

—Se ve preciosa, señorita —dijo Lilian con una sonrisa honesta.

Helena, ya lista para salir, volteó para agradecer a todas las personas que la habían ayudado antes de tomar la mano de Lilian para ser escoltada al carruaje.

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