Al día siguiente Helena se encontró con la condesa en el comedor, ella mostraba ojos rojos y grandes ojeras las cuales era imposible ocultar incluso con el maquillaje “Debe de estar realmente afectada” se decía Helena al ver el rostro de la condesa mientras que se llevaba la taza de té a los labios con un rostro completamente cansado y triste. Noah, quien también se había enterado del reporte del duque, no podía evitar sentir algo de simpatía por la condesa, todos sabían el gran amor que habían vivido ella y su marido, era un amor sin igual por lo que el que le pidieran entregarle esos terrenos a otra persona era algo absurdo y malvado.
—Condesa, hoy tengo pensado salir con Helena al mercado, ella quiere ver algunas cosas allí, así que ¿Qué le parece acompañarnos? Usted conoce la capital mejor que nosotros, así que ¿Qué dice? —Pregunto Noah mientras intentaba mostrarse respetuoso con ella, como si se tratara de ganar la aprobación de la madre de su amada.
— ¿Ir al mercado? —Pregunto la condesa mientras volteaba a mirar a Helena, quien sintiéndose observaba por la condesa, se sintió avergonzada, puesto que se suponía que ella era su madre ahora, y Noah estaba pidiendo el permiso de la condesa para salir con ella.
—He… Sí, sí, bueno es que, aquí en la capital hay muchas más plantas, piedras espirituales y piedras de maná, de las que podría haber en la frontera, así que, bueno, quisiera ir a ver que puedo encontrar, yo… El príncipe me acompañará si usted lo permite madre. —Concluyo de hablar Helena, quien aún no apartaba su mirada de su taza esperando la respuesta de la condesa.
El duque miró de reojo a la condesa viendo como esta observaba a Helena para después desviar su mirada al príncipe.
—Está bien, pueden ir ustedes dos primero, nos encontraremos en la boutique de Karina, veremos que tanto ha hecho respecto a la vestimenta para la celebración de esta semana, por lo que me contó ayer antes de marcharse ya tenía preparado algo básico sobre lo que haría de sus vestimentas, hoy iremos a ver qué tanto ha avanzado en un día. Así que salgan ustedes primero, nos encontraremos hoy en la boutique de Karina a las cinco de la tarde, no sean impuntuales. —Concluyo la condesa mientras volvía su mirada a la taza antes de dejarla en la mesa y levantarse.
Helena asintió a las palabras de la condesa para luego despedirse de ella. El príncipe miró confundido a la madre adoptiva de Helena, puesto que no creía que lo iban a dejar ir solo con Helena, aun así, se sentía contento de saber que podría tener al fin una cita real con ella.
—Helena, iré a preparar el carruaje, tú ve a prepararte mientras tanto, te espero afuera. —Dijo el príncipe mientras que Helena emocionada se dirigía a su habitación a toda prisa.
Al llegar a su habitación, Helena mando a llamar a alguna de las criadas que la condesa había puesto para atenderla y entre ella y las sirvientas comenzaron a revisar los vestidos que se encontraban en el gran closet.
—Señorita, ¿Qué tipo de vestido quisiera para el día de hoy? —Pregunto una de las sirvientas, la cual parecía emocionada por la salida que esta tendría con el príncipe.
—Elige algo sencillo, iremos a caminar y estaremos conociendo los alrededores, así que no debe ser muy llamativo. —Dijo Helena mientras sonreía alegremente.
Las criadas miraban felices a Helena, la sonrisa en su rostro era tan genuina que hacía sentir emocionadas incluso a las personas que la servían al estar con ella “La señorita parece realmente emocionada por su salida con el príncipe, en todos estos días que ha estado aquí, es primera vez que la veo sonreír así.” Pensaban las criadas mientras ponían todo su esmero en hacer ver hermosa a Helena sin hacerla destacar mucho entre los demás de la capital. Al terminar de arreglarse, Helena salió rápidamente fuera de la mansión donde Noah la estaba esperando, preparado para salir con ella.
—Su alteza… Lamento haber demorado. —Hablo Helena mientras algunos sirvientes los observaban.
—No tiene nada de que disculparse, nosotros acabamos de terminar de hablar. —Respondió Noah haciéndole un gesto de agradecimiento al cochero.
—Oh, entiendo, entonces vamos, no quiero esperar más ¡Ah! —Helena emocionada camino hacia el carruaje, tropezando en último momento sorprendiéndose al sentir el agarre de Noah sujetándola por la cintura.
Los sirvientes que se encontraban allí corrieron rápidamente hacia Helena preocupados, todos la miraban con grandes ojos preguntando una y otra vez si se había lastimado en algún lugar. Helena agitaba las manos, negado cualquier herida. Noah la observo frunciendo el ceño unos segundos y luego abrió la puerta del carruaje invitando a Helena a entrar.
—Gracias su alteza, bueno, no por favor, ustedes no se preocupen, yo estoy bien, ahora debo ir, vayan tranquilos. —Dijo Helena ante la mirada preocupada de los sirvientes que habían ido a ayudarla.
Helena entró al carruaje esperando a que Noah entrara junto a ella. Noah se despidió de los sirvientes, dejándolos mucho más tranquilos, y prometiendo cuidar bien de Helena en la salida. Al entrar al carruaje, este se sentó frente a Helena para luego preguntarle por su estado.
— ¿Estás bien? —Pregunto Noah mientras se acercaba a ella para sujetar su mano.
—Sí, no fue nada, solo tuve un leve mareo, llevo así un par de días, pero debe de ser por el cambio de ambiente al venir a la capital. —Respondió Helena mientras sonreía para tranquilizar a Noah.
Noah, sabía que algo no estaba del todo bien, pero no quería presionarla, puesto que prefería esperar a que ella decidiera por su propia cuenta decirle que sucedía “Aún no sé qué me pasa, no puedo decirles nada hasta que no esté segura de lo que tengo… Todas esas pesadillas, los mareos y ruidos que suelo escuchar a veces, eso no es normal, temo estar teniendo alguna clase de paranoia o algo parecido” pensó Helena mientras frotaba sus manos entre sí y volteaba a mirar a al exterior del carruaje.
—La condesa nos esperará en la boutique de la señora Karina, así que ¿Qué piensas de ir primero a recorrer el mercado por algo de comer? —Pregunto Noah mientras sonreía sujetando la mano de Helena.
—Sí, me parece bien, pero… Su alteza, ¿Por qué se ha puesto esa cosa hoy? Supuse que no la usaría porque desde que llegamos a la mansión usted no ha tenido la necesidad de usarla. —Pregunto Helena mientras miraba el ojo oculto detrás del parche debajo del cabello de Noah.
Noah se llevó su mano hacia su ojo maldito. Si era verdad que Helena había logrado levantar parte de la maldición de Noah, pero aún no había desaparecido por completo, su ojo todavía seguía teñido completamente de negro, y él temía que eso pudiera asustar a las personas que se encontrarían en la capital. Aquellos que habían sido manipulados por los rumores que corrían en todo el imperio sobre él, era por eso que prefería ocultar su ojo bajo un parche antes de presentarse en el palacio.
—No quiero que las personas del palacio se enteren de donde me encuentro, si se corre la voz en el imperio de que se vio al príncipe olvidado con su ojo maldito en el mercado, seguramente mi padre y mis hermanos actuarían en mi contra, prefiero mantenerme alejado de eso hasta que nos presentemos oficialmente ante todos en el baile. Aparte, no quiero que las personas me teman al recorrer las calles con esa apariencia. —Concluyo el príncipe mientras que Helena lo observaba preocupada.
Helena se levantó y se sentó al lado del príncipe, recargando su cabeza en el hombro de él para reconfortarlo. Al paso de unos minutos ambos bajaron del carruaje encontrándose en el gran mercado de la capital. Todos en el lugar se veían animados, varias personas caminaban juntas sonriendo entre la multitud riéndose y divirtiéndose mientras gozaban del comercio del lugar.
— ¡Mira un mimo!, ¡Vamos rápido! —Dijo en voz alta Helena mientras tomaba la mano de Noah y corría hacia show que presentaban cuatro mimos juntos haciendo reír tanto a niños como adultos.
Noah no podía apartar su mirada de Helena, quien reía como una niña frente a sus ojos “Esta es la primera vez que hago este tipo de cosas, Helena… Eres realmente encantadora, tú me salvaste de la soledad, me has enseñado tantas cosas nuevas, nuevas emociones que ni yo mismo pensaba que podría sentir algún día” se decía Noah mientras reía junto a Helena observando el show que se presentaba ante ellos. Helena y Noah disfrutaron cada uno de los eventos presentados en el mercado, cada presentación de los artistas callejeros y de las comidas vendidas por los aldeanos. Al pasar de las horas, ambos se dirigieron a la boutique en la cual habían quedado de encontrarse con la condesa.
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