—Los he invitado a todos, puesto que falta poco para ir a la celebración del príncipe en el palacio, así que como había prometido, duque Hurelbad aceptaré que Helena sea la acompañante del príncipe Noah en la celebración. Helena, tú estás de acuerdo, ¿verdad? —Pregunto la condesa sabiendo claramente la respuesta que daría Helena ante su pregunta.
—Si, claro su señoría, no tengo objeción alguna en ser la acompañante de su alteza en la celebración, le aseguro que no debe de preocuparse, me comportaré de manera digna del condado madre. —Respondió Helena mientras mordía sus labios, emocionada y miraba disimuladamente al príncipe que se encontraba frente a ella.
La condesa trató de ignorar las miradas de Helena y el príncipe, mientras ella intentaba simplemente concentrarse en el filete que se encontraba sobre el plato frente a ella. Durante la noche de ese mismo día, el duque se dirigió a la habitación de Helena. Al tocar la puerta, Helena respondió rápidamente invitándolo a entrar.
—Helena, espero que no seas así con los demás, no es bueno que invites a un hombre a entrar a tu habitación, ¿queda claro? —Dijo el duque regañando a Helena, quien lo había invitado a entrar a la habitación tan rápidamente.
—Oh, lo siento aún, aún no me acostumbro, es que… En el castillo no era necesario ser tan cuidadosos, allí, todos confiaban en todos, nadie pensaría algo extraño si lo invito a entrar si este fuera el castillo. —Respondió Helena recordando como era vivir en el castillo del príncipe hasta hace solo unos días.
El duque, notando la nostalgia en la mirada de Helena, toco su cabeza consolándola mientras él se dirigía al sofá de la habitación y se sentaba tranquilamente.
—Tienes razón, el castillo del príncipe es muy diferente de aquí, allí nadie juzga a nadie y todos se cuidan y protegen como una familia. Pero debes aprender Helena, que la vida de un noble no es así, ahora como parte de la nobleza debes entender que cualquier error que cometas siempre será visto y juzgado por los demás, aquí todos viven portando una máscara para ser aceptados mientras por detrás juzgan y maldicen a otros, los nobles suelen ser bastante… Crueles y maliciosos, ellos piensan nada más que en sus propios intereses sin importar los demás, si tú no te comportas como se espera de un noble, entonces ellos pueden querer usarte como su nueva mascota en la sociedad, y eso no es algo que una señorita como tú deba aguantar. Ahora eres hija de la condesa, pareja de mi sobrino y también mi protegida, debes demostrar que eres apta para todo lo que se te ha dado. —Hablo el duque mientras observaba unas hermosas flores en un jarrón sobre la chimenea.
—Yo… Entiendo su excelencia, lo siento, prometo ser más cuidadosa en el futuro. —Respondió Helena mientras se sentaba frente al duque y bajaba su mirada avergonzada, sabiendo que era verdad todo lo que el duque acababa de decirle.
Helena era consciente de que había tenido bastante suerte en ser aprobada y protegida por el duque, mientras que la condesa la había recibido como su nueva hija con gran aprecio, y era aún más afortunada al tener al príncipe como su compañero, a él, de quien se había enamorado absolutamente.
—Bueno, ya no importa… En realidad he venido hablar contigo sobre lo que me dijiste esta mañana sobre la condesa. —Helena al escuchar las palabras del duque levanto su mirada rápidamente interesada.
— ¿Descubrió que es lo que le sucede a su señoría? —Pregunto Helena.
—Sí, bueno, mande a alguien a investigar sobre esto temprano y me llego con la información hace unas horas, creí que era importante que tú lo supieras, ya que fuiste quien me dio la información primero, así que… Bueno, parece ser que su majestad el emperador ha ordenado a la condesa a transferir una de sus propiedades a la reina como pedido personal, no es una orden oficial, pero si el emperador le está pidiendo esto a la condesa, ella no tiene muchas opciones como para poder negarse. —Hablo el duque mientras que bajaba la cabeza para luego llevarse la mano al rostro presionando su entre cejas.
Helena, notando que algo parecía estar mal, se inclinó un poco para acercarse al duque que se encontraba sentado frente a ella.
— ¿Sucede algo más su excelencia? —Pregunto Helena al ver el rostro e incomodidad del duque.
—He… Bueno, es que… La propiedad que el emperador pidió que fuera transferido a la reina es… La mansión de descanso de los condes, mejor dicho… Es el lugar donde la condesa vivía con el conde antes de que este muriera, y donde ahora se encuentra descansando su cuerpo (su tumba). —Dijo el duque mientras parecía perturbado por las palabras que el mismo estaba diciendo.
Helena se quedó helada al escuchar de lo que se trataba, ahora podía entender por completo la reacción que tenía la condesa, por qué sus ojos se veían de esa manera, porque parecía estar desanimada y con una mirada tan triste. “Le ordenaron regalar la residencia donde descansa el cuerpo de su esposo, quieren… Quieren que ella entregue ese lugar cuando es un espacio tan íntimo y preciado para ella” Helena sintió como su pecho se apretaba al imaginar cómo se sentía la condesa, debía de ser un sentimiento realmente angustiante el pensar que debes de renunciar al único lugar donde viviste con el hombre que amaste, y donde ahora se encuentra su tumba.
—Él… El emperador puede obligar a la condesa a entregar ese sitio, ¿se puede hacer algo para que ella no tenga que renunciar aquel sitio? —Pregunto Helena.
El duque vio el rostro de Helena entendiendo por completo como se sentía, era obvio que era perturbarte para todos, el pensar que el emperador ordenaría a alguien de sus súbditos renunciar a algo tan impórtate como el lugar de descanso del cuerpo de su esposo.
—Eso, claro que no es correcto lo que está haciendo el emperador, pero nosotros con el poder que tenemos ahora, no podemos hacer mucho, intentaré averiguar si podemos ayudar un poco, ver si es posible mover el cuerpo o simplemente, encontrar alguna manera a que la reina se decida por otro lugar, no sé… El problema es que el jardín de lirios de la mansión del occidente de la condesa, es muy conocido por su belleza, así que seguramente eso es lo que desea la reina. —Helena, al escuchar hablar al duque, le era incomprensible que alguien decidiera perturbar el descanso de un muerto solo por el hecho de la belleza de un simple jardín.
—Esto es… Ridículo, ¿Qué es lo que tiene en la cabeza el emperador con esa mujer? ¿Cómo pueden considerar perturbar el descanso de un muerto por el simple hecho del capricho de su esposa?, son unos idiotas. —Helena murmuro mientras bajaba la cabeza molesta.
Helena se estaba poniendo en el lugar de la condesa, ¿Cómo se sentiría ella si se tratara de Noah? ¿Qué tanto lloraría si tuviera que entregar un lugar tan preciado y amado por ella y su difunto esposo?
—Bueno, Helena, ya te he contado todo lo que debía, así que ya me voy a retirar, ve a descansar mientras tanto, ya que faltan solo cuatro días para tu presentación en sociedad junto a Noah, deberías descansar puesto que tendrás mucho que aprender en este corto tiempo. —Concluyo el duque mientras se colocaba de pie para marcharse.
—Bien, no se preocupe, no los defraudaré, daré lo mejor de mí para ayudar a su alteza Noah. —Helena hizo una reverencia despidiéndose del duque antes de cerrar la puerta de su habitación.
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