Lidia sonrió al escuchar aquellas palabras y luego se unió a Cion quien estaba preparando la cena. Javiercito salió de la casa y fue a jugar afuera mientras que Cion y Lidia cocinaban, al terminar llamaron a Javier y los tres se sentaron en la mesa a comer.
Seis años después.
—Mamá, ¿mamá la tía Camila vendrá con Ethan hoy? —Pregunto una pequeña niña de cabello blanco y hermosos ojos dorados.
—Si cariño, el pequeño Ethan también vendrá, pero recuerda que debes ser cuidadosa con él, él no está acostumbrado a este lugar y es más que pequeño que ustedes. —Respondió Lidia acariciando la cabeza de sus dos hijos.
Un pequeño niño de cinco años llamado Óscar, quien tenía el cabello verde azulado y brillantes ojos dorados, y una hermosa niña de la misma edad, llamada Alice, quien tenía un cabello blanco y los ojos tan brillantes como los de su hermano. Ambos habían nacido con aún más poder y potencial que Lidia, por lo que habían nacido con un color diferente al de sus padres, demostrando así su gran poder.
—Mamá, mi hermana sigue molestándome, dice que soy un cobarde por no querer atrapar insectos con ella. —Dijo el pequeño Óscar mientras miraba a su madre.
—Alice, cariño, ¿Qué te he dicho de molestar a tu hermano?, él es tu hermano mayor, no debes ser así, ustedes deben apoyarse siempre el uno al otro, ¿de acuerdo? —Pregunto Lidia.
Cion que escuchaba hablar a Lidia, se acercó a los niños para ver que sucedía, “Otra vez están peleando esos dos, ha, pero ya que, de todas formas, son niños, y por mucho que se molesten, siempre se cuidan y protegen el uno al otro. Cuando Lidia regaña alguno, el otro siempre está para defenderlo, son adorables” pensó Cion mientras abrazaba a Lidia y miraba a sus pequeños.
— ¿Qué sucede aquí mi amor? No me digas, ¿otra vez se estaban peleando niños? —Pregunto Cion mirando con una sonrisa a sus hijos.
— ¡No! No papi, no, no pelamos. —Dijo Óscar rápidamente mirando a su papá.
—Sí, nosotros no pelamos, nos queremos mucho, mucho, mucho, mucho, ¿verdad, hermano? —Pregunto rápidamente Alice.
Lidia sonrió divertida al ver como sus hijos negaban la discusión que estaban teniendo frente a su padre, puesto que Cion les había puesto de condición que se portaran bien. A cambio de traerles nuevos libros de la ciudad a Óscar, y comenzaría a entrenar a Alice con la espada de madera que le había hecho el mismo “Si se trata de libros y de entrenamiento, siempre se tranquilizan” pensó Lidia.
—Papi, ¿me podrás comprar el libro de maná de la última vez? —Pregunto Óscar.
—A, Óscar, tendré que ver si me alcanza ¿de acuerdo? Aunque creo que tengo suficiente dinero, pero tendré que revisar, sabes que los libros que te gustan son bastante costosos y con la mamá hemos dicho que gastaríamos solo cierta cantidad de dinero al mes. —Respondió Cion.
El pequeño Óscar tenía mucha curiosidad por los libros, desde pequeño comenzó a mostrarse entusiasmado cada vez que Lidia le leía las páginas de los libros que tenían, pero como eran pocos en el hogar, él comenzó a pedir más libros. Luego, al ver que Lidia no podía estar leyendo para él siempre, le pidió a su madre que le enseñara como se leía cada letra, poco a poco comenzó el mismo a juntar sílabas, para aprender a leer solo con cuatro años, era un niño muy inteligente y curioso, quien amaba la lectura y ampliar sus conocimientos sobre el mundo. En cambio, Alice, solo se preocupaba de seguir a su padre, imitaba todo lo que Cion hacía, desde su rutina al levantarse, su forma de comer, de entretenerse, sus expresiones e incluso, intentaba imitar a Cion cuando lo veía entrenar, ya que ella quería seguir a su padre y acompañarlo en el futuro en ir a cazar animales. Aunque podía parecer que Alice era una niña extrovertida y molestosa, ella siempre se preocupaba por todos a su alrededor, desde los más pequeños animales, hasta las personas que vivían cerca de su hogar.
—Papá, mamá dijo que Ethan vendría hoy con la tía Camila, ¿es verdad? ¿A qué hora vendrán? —Pregunto Alice mientras que Lidia sonreía y Cion fruncía el ceño.
—Papá, a mi hermana le gusta más Ethan que yo. —Dijo Óscar, frunciendo el ceño y bajando la mirada mientras hacía un pequeño puchero.
Alice, al ver a su hermano ponerse triste, está salto sobre Óscar y lo abrazo fuertemente, cayendo ambos sobre el césped. Lidia miró a sus hijos, era claro a la vista cuanto se querían aquellos pequeños, podían molestarse entre ellos y pelear, pero más allá de eso, el amor de hermanos entre ambos era claramente visible.
[Dos horas después]
— ¡Mamá! ¡Mamá, llego la tía Camila! —Grito Alice mientras corría por el césped para dar la bienvenida a Camila, la mejor amiga de su madre.
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