—Señorita Irene, usted es alguien realmente increíble y creo que ya es tiempo de que se abra más a otras señoritas, estoy segura de que más de una debe de pensar como yo y la admirara con sinceridad solo por lo que es usted, créame, si yo pude ver lo increíble que usted es, estoy segura de que otras damas también lo harán, así que intente confiar más en eso. —Dijo Lidia mientras que el carruaje comenzaba a detenerse.
Irene miró a Lidia ponerse de pie dentro del carruaje cuando repentinamente se abrió la puerta de este, apareciendo frente a ellas un extraño hombre vestido extremadamente extravagante.
— ¿Usted? ¿Qué hace aquí? —Pregunto Lidia frunciendo el ceño y confundida.
—No pensarás que dejaría sola a mi pequeña niña el día de su boda, ¿verdad? —El hombre frente a ella la miro con una gran sonrisa mientras la sujetaba por la cintura y la bajaba del carruaje.
—Razor, no pensé qué fueras capaz de venir aquí, ¿Cómo? —Pregunto Lidia mientras miraba a Razor incrédula.
—Nada es imposible para mí, así que vamos mi pequeña, hoy es tu gran día, debes de disfrutarlo. —Respondió Razor mientras extendía la mano a Irene, quien estaba bajando del carruaje y luego él se ofreció a escoltar a ambas, hasta la capilla.
Lidia comenzó a caminar nerviosa por el césped y las flores silvestres que la guiaban hasta la capilla, Razor sonreía alegremente mientras miraba a Lidia, quien veía como una pequeña niña a quien él quería proteger y quería que fuera feliz, puesto que también era la única esperanza de que ese mundo tuviera libre albedrío. Al entrar en la capilla, Lidia vio a Cion de pie esperándola frente al altar, este la observaba con ojos brillantes y una sonrisa en su rostro. Lidia llegó frente a Cion y este extendió su mano para dar comienzo a la ceremonia.
Razor observo la boda con una sonrisa, feliz al ver la alegría en la mirada de Lidia quien abrazaba fuertemente a Cion que la sujetaba en sus brazos al salir de la capilla, los amigos de ambos los rodeaban y felicitaban una y otra vez por haber unido sus vidas en matrimonio “Esta pequeña realmente cambia a todas las personas a su paso, incluyéndonos a nosotros, los dioses ¿no crees mi querida amiga?”, pensó Razor levantando la mirada al cielo, esperando que la diosa Daki escuchara sus pensamientos.
[—No te sobrepases Razor, solo te di permiso esta vez para intervenir en mi mundo, así que mantén el límite, no me hagas enojar, sé que ya discutimos sobre ella antes, pero no interfieras más] —Respondió la diosa Daki a Razor quien solo sonrió confiando en su intuición.
Mientras todos se preparaban fuera de la capilla para celebrar una pequeña fiesta, Lidia se dio cuenta de que Razor se había apartado y se encontraba mirando hacia el cielo con una sonrisa, luego este volteo y miro las hermosas flores silvestres que se encontraban en el césped, se agachó sobre ellas y miro cada detalle del hermoso paisaje.
—Son hermosas, ¿verdad? —pregunto Lidia a Razor mientras que este levantaba la mirada y le sonreía.
—Absolutamente, la creación de Daki es maravillosa, siempre lo he pensado, la forma en que Daki ha creado este mundo y ha hecho de él algo tan hermoso es increíble, solo me gustaría que ella se dé el tiempo de observar y admirar sus propias creaciones, que sea capaz de darse cuenta de que sí, algunas pueden tener defectos, pero esos mismos defectos pueden hacerlos únicos en sí mismo, e incluso hacerlos más hermosos y perfectos, es como, ese árbol que ves allí, puede que en estos momentos no se vea muy hermoso, pero si te das el tiempo de observarlo detenidamente y conocer un poco más de él, con el tiempo te darás cuenta de que de él saldrán hermosas flores, las cuales contemplaras luego con admiración por su belleza. —Lidia miro al dios Razor quien observaba detenidamente el árbol que estaba frente a ella, el cual no tenía ni hojas ni flores aún.
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