—Lidia, he decidido liberar a Cion de los calabozos y concederle su libertad. Además, como agradecimiento por haber salvado la vida del rey, te otorgaré una recompensa generosa. Quiero que sepas que, a partir de ahora, estarás protegida. Tomar medidas para asegurarme de que el príncipe heredero no te persiga ni intente hacerte daño para forzarte a regresar.
Lidia sintió un gran alivio al escuchar las palabras de la reina. Sabía que había ganado la confianza y el respeto de la reina al cumplir con su parte del trato.
—Gracias, su majestad. Aprecio su generosidad y su consideración. Estoy sinceramente agradecida por la liberación de Cion y por asegurar mi seguridad, prometo que no les causaré problemas y haré todo lo posible para construir una vida pacífica junto a Cion.— respondió Lidia con gratitud.
La reina sonrió cálidamente y se acercó a Lidia, colocando una mano reconfortante en su hombro.
—Lidia, confío en ti y en tus intenciones, ha demostrado ser una persona valiente y desinteresada, estoy segura de que encontrarás la felicidad que buscas. A partir de ahora, yo me ocuparé personalmente de mi hijo, el príncipe heredero, y me aseguraré de que no interfiera en tu vida. Puedes estar tranquila.— Dijo la reina.
Lidia asintió, sintiendo una enorme gratitud hacia la reina por su apoyo y protección. Lidia se despidió de la reina con una reverencia y salió del comedor real junto a Camila. El corazón de Lidia latía con emoción mientras se dirigía hacia los calabozos, ansiosa por reunirse con Cion. Finalmente, juntas Lidia y Camila llegaron frente a la puerta del calabozo. Camila sacó una llave de su bolsillo y la introdujo en la cerradura, liberando la puerta con un chasquido. Cion emergió cautelosamente, aún sorprendido por la repentina liberación. Al ver a Cion salir de la celda, Lidia no pudo contener su alegría. Corrió hacia él y saltó en sus brazos, abrazándolo con fuerza. Cion la recibí con los brazos abiertos, sosteniéndola con ternura mientras sus labios se encontraban en un beso tierno y amoroso.
Camila, aunque se sintió ligeramente avergonzada al presenciar ese momento íntimo, no pudo evitar sonreír al ver la felicidad de sus amigos. Sabía qué habían pasado por muchas adversidades juntos y verlos finalmente reunidos y felices era una recompensa en sí misma. Después de un prolongado abrazo y beso, Lidia y Cion se separaron, pero sus manos todavía se entrelazaban, como si no quisieran soltarse nunca más. Miraron profundamente a los ojos del otro, sintiendo su amor y la determinación de enfrentar cualquier desafío que se presentara.
Lidia y Cion se despidieron de Camila y salieron juntas del imponente palacio. Lidia, antes de partir, se aseguró de dejar alimentos cubiertos de maná curativo para los reyes, esperando que estos se mantuvieran sanos y fuertes. Caminaron hacia la posada donde los esperaría Diego, el jefe de los mercenarios. Al llegar, encontramos al pequeño Javiercito mirando por una de las ventanas de la posada y este, al ver a su hermano mayor, con los ojos iluminados de alegría, corrió hacia él, abrazándolo con fuerza.
— ¡Ción! ¡Ción! ¡Hermano! ¡Ha vuelto!— Exclamó Javiercito emocionado.
Cion correspondió al abrazo de su hermano menor, sintiendo una mezcla de alegría y nostalgia por el tiempo que habían estado separados. Lidia observa la tierna escena con una sonrisa, feliz de ver la conexión entre los hermanos. Después del abrazo, Ción y Javiercito se dirigieron hasta la habitación de Lidia y Javiercito. Cion sabiendo que Javiercito era solo un niño, dedicó a explicarle la situación con palabras sencillas y amorosas. Javiercito, con una expresión de curiosidad e impaciencia, miraba a su hermano mayor con ojos brillantes, esperando ansiosamente a escuchar lo que tenía que decir. Cion por su parte, se sintió un poco avergonzado por la situación y le costaba encontrar las palabras adecuadas para explicarle a su hermanito la nueva etapa de su vida con Lidia, así que tomo un suspiro profundo y comenzó a hablar,
—Javier, hermano… ya sabes que Lidia es una persona muy especial para mí, y, bueno… ha surgido algo más entre nosotros, Lidia y yo, pues, nos hemos enamorado y… —Cion desvió un poco la mirada avergonzada.
Los ojos de Javiercito se iluminaron y abrieron de alegría, mostrando una emoción desbordante en su rostro. Sus pequeñas manos se apretaron con entusiasmo mientras esperaba que Cion continuara.
—Entonces, bueno, Lidia y yo hemos decidido que queremos vivir juntos, como una familia, nos iremos de la capital para encontrar un hogar donde podamos estar juntos los tres y ser felices. —Dijo Cion miraba mientras a su pequeño hermano frente suyo.
Javiercito soltó un grito de alegría y saltó de emoción en su asiento, haciendo que Cion y Lidia rieran con cariño ante su reacción.
— ¡Eso es increíble, hermano! ¡Estoy tan feliz! ¡Ahora seremos una verdadera familia!— exclamó Javiercito, sin poder contener su entusiasmo.
Cion sonrió, aliviado, de ver la reacción positiva de su hermanito. Se inclinó y lo abrazó con ternura.
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