— ¿De verdad crees que existe el amor en esos seres? Razor. —Pregunto Daki.
—Eso no te lo puedo contestar, pero si sé algo… Yo creo y confió en Lidia, la humana que envié a tu mundo, y que ha sido capaz de ir en contra del destino que escribiste. —Respondió Razor.
—¿Amor? Ustedes los humanos siempre están hablando del amor, pero entonces ¿Por qué maltratan, celan y envidian a sus seres amados? ¿Cómo es posible que tengan tales sentimientos por quienes dicen amar? No, lo que ustedes sienten no es más estúpidos pensamientos e idealizaciones que crean en sus mentes sobre aquel supuesto ser amado… Entonces Lidia, ¿realmente piensas que existe el amor? ¿Realmente estás dispuesta a apostar conmigo si el amor existe en el mundo humano? ¿Estás dispuesta a perder la libertad que tienes por confiar en ellos? ¿Sabes que al no ser capaz de demostrar tu punto tendrás que comenzar a seguir el destino que yo escriba verdad? —Pregunto Daki mostrándose completamente fría.
—Sí, claro que voy a demostrarlo, demostraré que el amor sincero y sin egoísmo existe, y que es uno de los sentimientos más poderosos que puede tener el ser humano, así que sí, acepto la apuesta. —Respondió Lidia mirando a Daki con ojos agudos, Razor que se encontraba allí, extendió su mano e hizo aparecer un número en la muñeca de Lidia.
— ¿Qué es esto? —Pregunto Lidia volteando para mirar a Razor quien le había puesto ese número en la muñeca.
—Lidia, esos son los días que tienes para ganar la apuesta y demostrar que tienes razón, cincuenta días humanos con cinco horas adicionales, y no te preocupes, nadie más que tú podrás verlos, bueno mi niña… Te deseo buena suerte, confió en ti. —Concluyo Razor antes de chasquear los dedos y hacer que el piso bajo los pies de Lidia desapareciera.
Lidia abrió los ojos despertando acostada en la cama de su cuarto, en la residencia de los mercenarios, con el pequeño Javier recostado a su lado sosteniendo su mano “Javier, ¿Qué hace Javiercito aquí? «Se preguntó Lidia confundida sentándose en la cama viendo entonces abrirse la puerta repentinamente, encontrándose con Diego frente a ella.
— ¿Diego? ¿Qué ha pasado? ¿Javiercito que hace aquí? —Pregunto Lidia.
—Oh, al fin has despertado, que bien, ya estaba por darme por vencido contigo, pensé que tendrías que prepararte una tumba pronto si no despertabas, sin contar que yo debería de escapar, puesto que Cion no me dejaría ir si te pasa algo. —Dijo Diego.
—Él… ¿Cion? ¿Cion donde está? ¿Él sigue en el palacio? —Pregunto Lidia preocupada, sin saber cuánto tiempo había pasado desde que se había desmayado, pero entendiendo que seguramente era bastante, puesto que el tinte de su cabello ya se estaba desvaneciendo.
Diego dejó una jarra con agua en la mesa y luego se sentó en una silla al costado de la cama de Lidia y comenzó a hablar.
—Cion aún no ha vuelto y han pasado dos semanas desde que te desmayaste, mande a llamar a algunos médicos, sacerdotes e incluso magos, pero nadie me pudo decir cuando despertarías, aunque bueno, no te podía cremar, puesto que seguía viva, Cion, mi amigo me pidió cuidarte y protegerte así que no puedo fallarle. —Dijo Diego.
Lidia se sintió sorprendida al darse cuenta qué habían pasado dos semanas en el mundo humano, mientras que ella había estado menos de tres horas con los dioses, “Parece que el tiempo funciona de manera diferente en ese lugar y aquí, pero… Más importante que eso, ¿Por qué Cion no ha vuelto? «Lidia comenzó a preguntarse por Cion sintiéndose ansiosa y preocupada.
— ¿Por qué Cion aún no ha vuelto? ¿Él está bien? —Diego miro a Lidia, quien preguntaba con una evidente preocupación.
—Él… Creo que es mejor que lo hablemos luego, prefiero que sea cuando estemos los dos solos. —Respondió Diego mirando al pequeño Javier que estaba acostado al costado de Lidia.
Durante las siguientes horas Lidia se estuvo preguntando qué es lo que había estado sucediendo durante su ausencia, puesto que parecía ser que todos estaban ocupados y Diego se notaba bastante preocupado “¿Qué está sucediendo? Tendré que ir a ver a Diego “Lidia se levantó con dificultad de la cama y miro a Javier durmiendo en su cama mientras que ella salía del cuarto y se dirigía a ver a Diego que había vuelto a trabajar.
— ¡Señorita Lilith! ¡¿Qué hace levantada?! Acaba de despertar, es mejor que vuelva a su cuarto señorita. —Dijo uno de los mercenarios, el cual vio a Lidia caminando por el pasillo camino a la oficina de Diego.
—Necesito hablar con Diego ahora, ¿puedes ayudarme a llegar con él? Por favor, me es un poco difícil caminar. —Contesto Lidia a las palabras del hombre frente a ella, el cual era bastante corpulento.
El mercenario tomo a Lidia en brazos y la llevo cargándola hacia la oficina de Diego, Lidia no podía creer que aquel hombre el cual a pesar de ser grande parecía estar cerca de sus sesenta años tuviera tanta fuerza como para cargarla en brazos sin ninguna dificultad.
—Hemos llegado, señorita, espere un minuto, veré si Diego puede atenderla. —Hablo el mercenario llamando a la puerta de la oficina y preguntando por Diego.
Comment