—Lidia, te quedarás con Diego unos días, yo iré por ti en cuanto todo se calme en el palacio, ya que no podemos levantar sospechas, él es mi amigo, pertenecía al escuadrón bronce hasta hace poco, así que puedes confiar en él. —Dijo Cion mientras miraba a Lidia preocupada.
Diego, el amigo de Cion miro a este ansioso y luego sonrió al ver como Cion se comportaba con Lidia “Parece que ella realmente es muy importante para Cion, voy a cuidarla bien, no quiero volver a ver a mi amigo pasarla mal” Pensó Diego mientras sacaba una capa de su bolso y se lo pasaba a Lidia pidiéndole a esta que se sacara su vestido y las joyas.
— ¿Qué? ¿Por qué le estás pidiendo eso Diego? —Pregunto Cion quién parecía molesto.
—Cion, necesitamos despistar a los caballeros, así que lo mejor es dejar algunas huellas de tu amiga hacia otra dirección, enviaré a alguien a dejar sus cosas al precipicio, así por lo menos les tomara un tiempo saber dónde está. —Dijo Diego, mientras que Cion no parecía convencido.
—En… Entiendo, pero, no creo que sea necesario que ella se saque su ropa, eso es… —Cion miro a Lidia y ella tomó su mano calmándolo.
Diego, que observaba la escena, podía darse cuenta claramente del sentimiento mutuo que se tenían ambos, por lo que dando un suspiro saco su espada y se acercó a Lidia.
— ¡¿Qué crees que haces Diego?! —Exclamo Cion colocando a Lidia detrás de él, protegiéndola.
—Cortaré la falda de su vestido, si se niegan a que me dé el vestido, por lo menos algo de la falda podrá llamar la atención, es seguro que el príncipe o alguno de los demás caballeros reconocerá la tela, así que también podemos hacer esto. —Dijo Diego mientras sea cercaba a Lidia y cortaba gran parte de su falda.
Lidia, aún algo inquieta, tomo la mano de Cion y la sujeto con fuerza ofreciéndose para curar la herida que este tenía en su brazo, pero Cion se negó a su ayuda porque no podían perder más tiempo.
—Cion, vuelve a salvo, por favor, no dejes que el príncipe te descubra, tienes, tienes que estar bien, ¿de acuerdo? —Dijo Lidia preocupada.
—Ya hemos hablado de esto todos estos días Lidia, te aseguro que todo saldrá bien, ahora ve, confía en Diego, él te protegerá mientras no estoy, iré por ti pronto. —Concluyo Cion besando la frente de Lidia y subiendo a su caballo para marcharse de vuelta al castillo.
Al volver al castillo, Cion tuvo que lastimarse a sí mismo, apuñalando su pierna y provocando un pequeño corte en su mejilla con una daga, para así poder convencer a todos de que había sido atacado, por lo que no había alcanzado a llegar con Lidia para protegerla junto a Camila. El príncipe al ver lo malherido que se encontraba Cion no dudo de este, aunque las preguntas sobre el ataque que había recibido fueron bastantes, Camila, por otra parte, parecía no estar convencida de la historia que Cion les había contado. “Todo es demasiado conveniente, la señorita se emborrachó, Cion escuchó un ruido por lo que se fue, y justo cuando él se marchó los caballos se volvieron locos y corrieron por todos los jardines del palacio, apareciendo ese encapuchado frente a nosotras y llevándose a la señorita, y aún más extraño es… Creo estar segura de que la señorita me miro directo a los ojos antes de que ese hombre se la llevara, la señorita no parecía borracha en ese momento, al contrario, parecía muy lucida” pensaba para sí misma Camila, sin querer compartir sus pensamientos con nadie más que ella misma.
[Mientras tanto]
—Señorita, ¿quiere darse un baño?, le traeré algo de ropa y creo que un poco de tinte también le hará falta. —Dijo Diego mientras se volteaba para dejar a Lidia en la posada donde vivían también algunos mercenarios, dándole así una habitación separada sola para ella.
—He… ¿Tinte? —Pregunto Lidia confundida.
—Tendrá que cambiar el color de su cabello para no llamar la atención, bueno, mientras tanto estará aquí en la posada, pero estoy seguro de que no en mucho tiempo el príncipe enviara gente en su búsqueda, por lo que es mejor prevenir que sea reconocida. —Dijo Diego mientras dejaba a Lidia sola en la habitación, saliendo él por las cosas que ella podía necesitar.
Durante los días siguientes Lidia fue un huésped más en la posada, esta ahora tenía el cabello castaño y sus ojos azules, pero a pesar de que parecía que ya podía estar tranquila, aún había algo que la preocupaba “Cion… Él me dijo que vendría pronto, pero… Han pasado ya nueve días y él aún no ha venido a verme” pensó Lidia mientras miraba por la ventana de su habitación y escuchaba a los mercenarios reírse a carcajadas en el primer piso de la posada.
—Señorita Lilith, ¿puede venir un momento? —Hablo una mujer al otro lado de la puerta de la habitación de Lidia, quien ahora se hacía llamar Lilith para no levantar sospechas.
—Voy ahora. —Respondió Lidia mientras salía del cuarto encontrándose con la mujer que la había llamado.
—Señorita, el jefe pide verla, dice que tiene una noticia que darle y que debe de ir de inmediato, por favor sígame. —Dijo la mujer mientras guiaba a Lidia a la oficina del jefe de los mercenarios, quien se quedaba en el ático de la posada.
Lidia, confundida y ansiosa, siguió a la mujer que la había ido a buscar, llegando así al ático, donde Diego la estaba esperando. “Diego” Lidia miro a Diego sorprendida, ya que apenas se estaba enterando de que él era el jefe de los mercenarios, aun así, eso no le importaba demasiado, lo único que rondaba en la cabeza de Lidia era el saber porque la habían llamado. “Se tratará de Cion, talvez vendrá hoy, o tiene algún recado” pensó Lidia mirando a Diego ansiosa.
—Señorita Lid… Lilith, es mejor que tome asiento, hablaré con usted de inmediato. —Dijo Diego mientras entregaba una carta a su subordinada, quien había acabado de ir a dejar a Lidia allí.
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