—Es lindo, jamás pensé que podría recibir un regalo de alguien diferente a mi padre o mi hermano… Realmente es un broche realmente lindo. —Murmuro Lidia antes de cerrar los ojos, quedando completamente dormida.
Durante la mañana siguiente Lidia se levantó temprano y preparo el desayuno para Javier, luego le dio el tratamiento y absorbió el maná excedente de su cuerpo, el pequeño parecía cada día con más energía y su sonrisa se volvía más brillante.
—Lidia, ¿hoy podría comer algo dulce? —Pregunto el pequeño.
—Si claro, pero, ¿estás seguro? Normalmente, vomitas cuando comes cosas dulces, así que… —Lidia preocupada pregunto.
—Quiero algo dulce, siempre me han gustado los dulces, pero antes cuando los comía me ardía la garganta y el estómago y los vomitaba, pero ahora puedo comer muchas más cosas, creo que también podría comer dulces, así que… ¿Podría? —Pregunto Javier mirando a Lidia con una mirada alegre.
Lidia, al ver aquella sonrisa en el rostro del pequeño, no pudo rechazarlo y prometió prepararle algunos dulces para la tarde “Prepararé algunos para los abuelos y para Cion también, él ha sido un buen amigo desde que lo conocí, aparte, ayer me ayudo bastante” pensó Lidia llevando su mano a su cabello donde tenía el broche de cabello que Cion le había regalado. Durante esa tarde, Lidia estuvo preparando varios postres y los repartió a todos quienes habían sido amables con ella en la posada, incluyendo al pequeño Javier y a Cion quien acababa de llegar del turno en el palacio.
—Cion, llegaste temprano hoy, ¿Qué paso? —Pregunto Lidia.
—Nada importante, hoy tuve la oportunidad de conocer al príncipe heredero, ya que fue al patio de entrenamiento de los caballeros y bueno, él es, realmente genial con la espada, es un completo genio, no podía quitar la vista de aquella llama azul que emanaba de esa espada mientras él la blandía, me encantaría ser la mitad de bueno de lo que es él por lo menos… ¡Bueno, no importa, no me desanimaré, aun si no soy tan bueno como el príncipe heredero, soy el mejor en el escuadrón bronce del palacio, no tengo maná ni soy de la nobleza, pero soy lo suficientemente bueno para sobresalir un poco! ¿Soy genial verdad? —Dijo Cion mirando a Lidia con una gran sonrisa.
— ¿Llama azul? Cion tú… ¿Puedes ver el maná? —Pregunto Lidia a Cion.
Cion parecía pertenecer al escuadrón bronce porque era un plebeyo sin maná en su cuerpo, lo cual lo hacía alguien de bajo rango entre los demás caballeros del escuadrón plata, oro y diamante, aun así, perteneciendo al escuadrón más bajo este se destacaba.
— ¿Mana? No, claro que no, yo tengo maná, así que no puedo verlo. —Respondió Cion llevándose un pastel a la boca mientras miraba a Lidia.
Lidia lo observo detenidamente y se acercó a él colocando sus manos sobre las mejillas regordetas de pastel de Cion, este la miro confundido y le guiño el ojo de forma divertida.
— ¿Soy demasiado atractivo que no puedes resistirte Lidia? ¿Vas a atacarme? —Pregunto Cion riéndose frente a ella.
—Cion tú… ¿Alguna vez viste un médico de maná antes? —Pregunto Lidia preocupada.
—¿Qué? No, claro que no, ni siquiera teníamos dinero para pagar un médico normal, menos aún tendríamos para un especialista en maná. —Respondió Cion.
Lidia lo observo por unos minutos más, convenciéndose de lo que sospechaba “Él es poseedor de maná, no es muy fuerte ni tiene demasiado, pero logro sentir un poco en él, aunque…” Lidia miró a Cion y sonrió sabiendo que él aceptaría.
—Cion ¿te gustaría ser poseedor de maná? —Pregunto Lidia.
—Claro, todos los plebeyos soñamos con serlo, aunque solo algunos son poseedores. —Respondió Cion.
Lidia se acercó a este y beso su frente dándole algo del maná de ella. “Su fuente de maná está fracturada, es por eso que no puede usarla ni sentirla, el sí posee mana” pensó Lidia reparando aquella fractura con su propio maná trasladándolo hacia el cuerpo de Cion para repararlo, Cion sintió un gran ardor en su pecho el cual nunca había sentido antes, pero después de unos segundos este se disolvió, y solo quedo una sensación de alivio y frescura en su interior.
— ¿Qué? ¿Qué fue eso Lidia? —Pregunto Cion.
—Dame tu mano Cion… Bien ahora piensa en una de esas sensaciones que sentiste hace unos minutos, puede ser calor o frescura, cualquiera de las dos trasládalas a la punta de tus dedos. —Dijo Lidia.
— ¿Qué? ¿Cómo? No entiendo ¿Qué quieres que hagas? —Pregunto nuevamente Cion.
—Cion, imagínate esa sensación de un color o forma, vamos sé que puedes, luego de que te imagines su color y forma, imagínate que esta se traslada por tu cuerpo hasta la punta de tus dedos. —Respondió Lidia mirando a Cion quien obedeció de inmediato.
Lidia se sorprendió al ver que Cion lograba controlar aquel maná tan rápidamente “No es mucho maná, pero es suficiente, supongo que por culpa de aquella fractura que su cuerpo no pudo resguardar más mana” Lidia tomando la mano de Cion fuertemente, le sonrió con alegría.
—Felicidades, Cion, eres portador de maná, ahora solo necesitas practicar más. —Dijo Lidia sonriéndole a Cion.
Cion miro a Lidia y sonrió confundido por las palabras de ella, pero creyéndole completamente “Yo… Soy poseedor de maná, al igual que mi hermano y mi padre” pensó Cion emocionado mirando a Lidia frente a él, Lidia lo había estado ayudando de varias maneras desde que él había llegado a vivir allí, por lo que le era imposible alejar su mirada de ella.
—Eres realmente una buena amiga Lidia, gracias por esto. —Dijo Cion.
—Cion tú, tú eres el primer amigo que tengo, así que no tienes nada que agradecer. —Respondió Lidia, dejando a Cion completamente en silencio por unos segundos.
— ¿El primero? ¡Bueno, entonces supongo que tendremos que divertirnos y hacer muchas cosas! ¡Tienes que disfrutar más de la vida, salir, divertirte y sonreír más! ¡Yo te enseñaré lo que es divertirse con amigos! —Dijo Cion emocionado.
Lidia sonrió y asintió con la cabeza un poco avergonzada, para luego salir de la habitación y volver a su cuarto “Mi primer amigo… Cion realmente es mi primer amigo” pensó Lidia recordando todo lo que había sucedido ese último tiempo y como este siempre parecía hacer bromas y chistes para hacerla sentir bien. Durante esa noche Lidia durmió con una sonrisa al pensar en toda la gente que había conocido y todo lo que había experimentado en tan poco tiempo, lo cual jamás pensó vivir antes de llegar a ese mundo. Así fueron pasando los días donde Lidia seguía cuidando a Javier hasta que este se recuperó por completo luego de un mes tratamiento, el pequeño niño ya podía salir de la posada a comprar junto a Lidia o su hermano.
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