Helena, al escuchar los gritos de sus preciados hermanos, corrió mientras se sujetaba de las paredes rocosas de la cueva para no perder el camino en la oscuridad, “Niños, por favor”. Al llegar a lo más profundo de la cueva Helena pudo ver a sus pequeños hermanos de rodillas, ambos lloraban desesperados mientras secaban sus lágrimas y llamaban a su hermana, fue entonces que Helena noto algo extraño en ellos.
— ¡Niños!… Oliver, Oliver tú… He… ¿Oliver?… No, tu, tu, no… —Helena volteo a mirar a su alrededor viendo el cuerpo de Liam ensangrentado sobre el suelo rocoso.
— ¿Qué? … ¡¿Liam?!… ¿Qué es esto? ¡Liam, ¿puedes escucharme?! —Helena miro a sus pequeños hermanos notando algo extraño en ellos.
Al mirar el cuerpo de sus hermanos se sentía extraña, sentía que algo estaba mal, era como si se encontrara dentro de un sueño donde ella no podía intervenir, donde todo era borroso y no podía ver los rostros de los niños con claridad, “Ellos, ellos no, son Liam y Oliver ¿Qué es esto? …” Helena, que se encontraba de rodillas en el suelo mirando a los niños, se puso de pie rápidamente.
—Her… Hermana, ven… Ayúdanos, sálvanos… —Dijo Liam provocando que Helena dudara y quisiera acercarse a ellos.
—Helena, tu, tu nos trajiste aquí, hermana, es tu culpa, tú… Tú nos mataste, nos has entregado a ese monstruo. —Hablo Oliver mientras aparecía el príncipe Noah frente a ella con sangre en sus manos cargando un hacha, la cual se encontraba ensangrentada con la sangre de Liam.
Helena, asustada por la escena ante sus ojos, miro al príncipe sin poder apartar la mirada de la sangre que lo cubría a él y a su hacha, mientras que Liam se encontraba tendido en el suelo, suplicando ser salvado, “No, esto no es real, no puede, el príncipe jamás… Él jamás dañaría a los niños, esto no es real” pensó Helena cuando a lo lejos escucho una tenebrosa risa, la cual se desvanecía haciendo eco en las paredes.
—Hermana, ¿Por qué nos abandonaste? ¿Por qué dejaste que el príncipe nos hiciera esto? —Helena miro a Oliver, quien se arrastraba hacia Liam y lo abrazaba.
Fue en aquel momento en que Helena vio como el príncipe Noah levantaba nuevamente su hacha y con una mirada tenebrosa en su rostro y una sonrisa maliciosa en sus labios, dejaba caer su hacha para acabar con los hermanos. Helena asustada ante la situación corrió por instinto hacia los niños aun sintiendo que lo que estaba ante sus ojos no era real, pero el impacto de sentir que estos podrían estar en peligro la hizo actuar por impulso colocándose sobre ellos para protegerlos del hacha que el príncipe estaba levantando.
—Moujajaja… —Se escuchó nuevamente una risa extraña a lo lejos, la cual resonaba en las paredes rocosas de la cueva, haciendo eco por todo el lugar.
—¡¡¡¡Esto no es real, sal de ahí quien quiera que seas!!!! —Grito Helena molesta mientras miraba a Noah levantando su hacha para atacarla a ella y a los niños.
Helena se sintió confundida cuando comenzó a notar que poco a poco los rostros de sus hermanos y el de Noah habían desaparecido, ellos ahora parecían simples estatuas quietas sin rostros, ninguno parecía moverse, no tenían labios ni ojos para hablar o mirar, pero las voces de sus hermanos parecían seguir saliendo de ellos.
—¡¡¡Sal!!!, ¡No dejaré que me hagas dudar de quienes amo!, ¡Ninguno se parece a ellos! —Grito Helena furiosa.
Haciendo que todo a su alrededor se desvaneciera viéndose completamente sola dentro de una gran cueva, dentro se veía bastante húmedo, sucio y oscuro, cuando unos pequeños ruidos comenzaron a escucharse haciendo eco en todo el lugar “Ese sonido…” Helena comenzó a mirar a su alrededor, asustada cuando una carcajada maliciosa volvió a escucharse venir de la parte superior de la cueva. Helena fijo su mirada en uno de los grandes orificios en la parte superior de la cueva, viendo como de allí se veía salir unas manos con largas uñas que parecían garras largas y afiladas, para luego mostrar una extraña criatura, con el torso de mujer y cuerpo de araña. La mujer miró a Helena con una gran sonrisa mostrando sus grandes y afilados dientes mientras daba una carcajada burlona.
— ¡¿Acaso esos niños eran tus hermanos, querida?!… ¡Creo que podría darme un buen festín con ellos si los traes aquí! —Dijo la mujer mientras mostraba su monstruosa sonrisa.
Helena dio un paso atrás al ver a la mujer caminar por la pared rocosa mientras bajaba al suelo.
— ¡Ahora dime ¿Cómo fuiste capaz de despertar? ¿Por qué no caíste en la pesadilla?! —Pregunto molesta la mujer monstruosa, al notar que Helena había sido capaz de escapar de la ilusión que esta la había hecho ver.
—Tú… Tú, eres… ¿Qué eres? —Helena intento correr hacia la salida de la cueva, pero el suelo hacia la salida se llenó de pequeñas arañas obstruyendo el camino.
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