Durante esa misma noche, antes de volver a su habitación, el mayordomo detuvo a Helena en la puerta de su habitación y con un rostro serio comenzó hablar.
—Robert, ¿qué sucede? —Pregunto Helena viendo el rostro de Robert tensarse al escucharla a ella llamarlo por su nombre “Esta niña sigue llamándome por mi nombre, supongo que no importa mientras nadie más la escuche aparte de los que vivimos en el castillo” pensó Robert para sí mismo.
*Suspiro*
—Bueno, señorita Helena, pronto el gran duque Hurelbad llegará al castillo, él es el tío materno de su alteza, el príncipe, así que deberemos preparar el castillo para darle la bienvenida a él y a sus subordinados. Según sabemos llegara en tres semanas, así que tenemos muy poco tiempo para organizar todo en el castillo, debemos preparar los establos, las habitaciones, el comedor, la cocina, los pasillos, las ventanas, la escalera y el patio de entrenamiento. Será bastante, debemos comenzar mañana a organizar y ordenar todo en el castillo, así que Helena vamos a necesitar de toda tu ayuda. —Dijo el mayordomo, Helena miro al mayordomo unos segundos y luego sonrió.
—Tranquilo, daré lo mejor de mí, le aseguro que esto estará perfecto para cuando llegue el duque de visita. —Contesto Helena con una sonrisa en su rostro.
Al terminar de hablar, el mayordomo se marchó y Helena entro a su cuarto. “Esta es una gran oportunidad, puedo mandar a llamar a Nicolás, Mateo, y a Massiel. Estoy segura de que así podemos terminar a tiempo y podríamos sacar algo de dinero extra” pensó Helena mientras se cambiaba de ropa y salía del castillo a hurtadillas, “Si me encuentro con el campesino que vive por aquí, podre darle algo de dinero para que vaya a darle el mensaje él a mis hermanos”. Helena, a salir del castillo y caminar por más de treinta minutos afuera, bajo la oscuridad y la nieve, se encontró con una casa, toco la puerta algo insegura, pero recordaba que la esposa de aquel hombre le había dicho donde vivían cuando había ido a proveer algunas verduras al castillo. Helena tocó la puerta y fue recibida rápidamente por la esposa del campesino.
—Señorita Helena, que gran sorpresa que esté aquí a estas horas, ¿sucedió algo? —Pregunto la mujer quien tenía alrededor de cuarenta años.
—Señora Rosa, no, no es nada grave, pero quería pedirle un favor a su marido, es que, no conozco a nadie más que pueda ayudarme con esto y yo no puedo hacerlo, puesto que queda muy lejos, así que… —Helena miro a la señora y ella tomó la mano de Helena y la invito a sentarse.
—Está bien mi niña, dime que es lo que necesitas, yo me encargaré que James lo haga, así que no te preocupes. —Respondió la señora provocando que una pequeña sonrisa se dibujara en el rostro de Helena y le contara a ella que necesitaba de alguien que fuera en busca de sus hermanos Nicolás, Mateo y Massiel, para que así ellos fueran al castillo.
Cuando estaban terminando de hablar se escuchó un golpe en la puerta de la casa y esta se abrió, frente a Helena se encontraba James, el marido de Rosa, y Michael, el hijo de ambos, Michael que nunca había visto a Helena antes, se sonrojó de inmediato al ver aquella hermosa joven en su casa.
—Bueno, señora Rosa, creo que ya es hora de que me vaya, debo de levantarme temprano mañana, así que los veo después. —Dijo Helena despidiéndose de todos y esperando que Rosa se hiciera cargo de darle su mensaje a James y que este pudiera ayudarla.
Al llevar de vuelta al castillo se encontró con el príncipe heredero sentado sobre uno de los escalones de la escalera principal, Helena al verlo pudo evitar notar como este mostraba una mirada preocupada y molesta al mismo tiempo “El príncipe ¿Qué hace aquí?” Se preguntó Helena mientras se acercaba a él.
—Su alteza, ¿está bien? ¿Sucede algo? —Pregunto Helena viendo al príncipe que la miraba directamente.
— ¿Dónde estabas?, hace horas te vi desde mi ventana como saliste del castillo, ¿dónde fuiste tan tarde?, ¿sabes lo peligroso que es afuera a estas horas?, puedes encontrarte alguna bestia, incluso monstruos, hace meses no sufrimos ataques de monstruos, pero aun así puede haber algunos merodeando todavía en las noches. ¿Tienes idea lo preocupado que estaba? —Dijo el príncipe mientras que Helena lo observaba, dándose cuenta lo molesto y preocupado que este se veía.
—He, su alteza yo, yo solo… Es que supe que vendría su tío y, bueno, pensé que necesitaríamos un poco más de ayuda para… —Helena iba a seguir hablando, pero Noah, molesto, se levantó de las escaleras y camino hacia ella.
— ¿Crees que esa es una justificación? Podrías haberle dicho al mayordomo que se encargara de eso en la mañana, pero estuviste fuera durante la noche, tú eres uno de mis subordinados, eres mi única mucama, y, por lo tanto, eres mi responsabilidad, tienes hermanos, hablas de ellos todo el tiempo, entonces ¿Cómo puedes ponerte en peligro así? —Reclamo el príncipe mientras fruncía el ceño frente a Helena.
—Mírate, estas toda mojada por culpa de la nieve, vete a tu cuarto y cámbiate, espero que esta vez si te acuestes a descansar. —Concluyo el príncipe Noah retirándose para volver a su habitación.
Comment