Helena con dificultad sentó al príncipe abrazándolo mientras intentaba sacarle la camisa, la cual se encontraba pegada a su piel por el sudor.
—Su alteza, he traído algo de agua tibia, vamos, debe lavarse, no puede dejar que el sudor se seque en su cuerpo… ¡Señora Inés! —Grito Helena, pero nadie contestaba.
Al paso de quince minutos, Helena ya había terminado de limpiar el cuerpo del príncipe e intentaba bajarle la fiebre usando nada más los paños tibios “Tiene una fiebre demasiado alta, su pulso está acelerado y parece estar sufriendo demasiado dolor” pensaba Helena mientras miraba lágrimas recorrer el rostro del príncipe mientras que él apretaba las cobijas de la cama.
—Su alteza, su alteza, por favor resista un poco más, iré por algunas hierbas, se sentirá bien pronto. —Dijo Helena corriendo rápidamente hacia su habitación.
Al salir de la habitación del príncipe, Helena se dio cuenta de que el mayordomo e Inés no parecían encontrarse en el castillo, por lo cual preocupada ella debería de intentar ayudar al príncipe por y misma, “Sé que traje algunas hierbas medicinales desde el bosque detrás de la casa” pensaba Helena mientras buscaba en su bolso.
— ¡Aquí está!, sí, esto servirá. —Helena tomo las hierbas y corrió rápidamente hacia la habitación del príncipe, allí aún quedaba agua caliente, y la taza que había llevado para servirle té al príncipe.
El príncipe se aferraba fuertemente a las cobijas de la cama, mientras que Helena preocupada comenzaba a preparar el té medicinal. “Por favor, esto tiene que funcionar, no entiendo por qué el mayordomo y la señora Inés no están en ninguna parte, se supone que ellos deben de cuidar del príncipe, entonces porque no aparecen en ninguna parte” Helena preparo el té medicinal y comenzó a darle con cuidado al príncipe.
—Su alteza, vamos, debe beber un poco de té, le hará bien, debe enderezarse… —Helena, preocupada, miro al príncipe y comenzó a darle con una cuchara poco a poco el té.
Mientras que Helena trataba al príncipe, escucho los pasos en el pasillo, y luego la puerta se abrió, apareciendo la señora Inés frente a ella.
—Helena ¿Qué es esto? ¿Qué le estás dando al príncipe? —Pregunto Inés, preocupada.
—Es un té medicinal, cuando llegue encontré al príncipe así, parece que tiene fiebre y mucho dolor, así que… —Helena iba a seguir hablando, pero Inés la detuvo.
—Está bien, entiendo, no necesitas decir más, traeré la medicina para el príncipe de inmediato, también debemos traer una poción de… —La señora Inés parecía preocupada y miro hacia afuera por la ventana.
Helena, al ver hacia donde miraba la señora, guio su mirada hacia el mismo sitio, dándose cuenta de que afuera, parecía haber una gran tormenta de nieve, la cual mantenía el castillo con aún más frío de lo normal, “Es… Es el frío, el príncipe seguramente se siente de esa manera por culpa del frío” Helena miro hacia la chimenea viendo está completamente apagada, por lo que le pidió a Inés que fuera por el mayordomo para que le llevara algo de leña para la chimenea del príncipe.
—Debemos mantener la habitación cálida, el frío hará aún más doloroso el estado del príncipe, también hay que aplicarle estas compresas en la espalda, tienen un poco de árnica, es buena para la inflamación, mialgias y las luxaciones, le ayudara a relajar el músculo y a desinflamar, mientras tanto ya le di un té de viburno, este le ayudara contra el dolor en las cervicales, espalda, también es desinflamatorio y analgésico. —Inés al escuchar hablar a Helena se quedó en silencio, parecía que Helena realmente sabía lo que estaba diciendo, y llamar a un médico para tratar al príncipe tomaría días, ya que estaban muy aislados.
— ¿Estás segura de que todo eso funcionara? —Pregunto Inés preocupada.
—No puedo asegurarlo con total certeza, pero puedo decirle que claramente si hacemos esto ayudaremos al príncipe a sentirme mejor. —Contesto Helena.
Al escuchar las palabras de Helena, Inés inmediatamente comenzó a moverse según las órdenes de Helena, encontró al mayordomo y lo envió a prender la chimenea de la habitación del príncipe. Después de un par de horas atendiendo al príncipe, mientras que Helena frotaba los paños húmedos en la espalda del príncipe, este se despertó, al ver el rostro de Helena tan cerca de él, quedo completamente sorprendido, “Ella…” El príncipe no pudo pensar bien, puesto que el rostro de su mucama estaba a tan solo unos centímetros de él.
—Su alteza, que bien, ha despertado, llamaré a la señora Inés de inmediato. —Dijo Helena mientras corría a la puerta de la habitación para llamar a la jefa de las mucamas y al mayordomo.
— ¡Su alteza! Que bien, ha despertado, hemos traído la poción que le había enviado el hechicero del emperador, pero creo que ya no será necesario. —La señora Inés, quien era jefa de las mucamas y la niñera del príncipe, se acercó a él y acaricio su frente con preocupación.
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