Capítulo 105
No había forma de averiguarlo aunque yo mismo fuera un Guía. Como aquí no había máquinas cuantificadoras, a diferencia de Corea, la única forma de averiguar si alguien era Guía o no era cuando un Esper de alto rango estaba a su lado.
Miré a Ciel, que se acercó a la chica de inmediato. Es como si me hubiera leído la mente.
Entonces, Aiden se acercó hacia aquí. Por la forma en que miraba a la chica con curiosidad, casi me convencí de que esa chica era realmente una Guía. Pero aún así, para estar seguros, había que comprobarlo.
Ciel se movió alrededor de la chica sin decir una palabra. Cada vez que se acercaba a ella, la mirada de la chica se volvía hacia él. Extrañamente, verlos hacer esto me hizo sentir incómoda.
Sin embargo, no me molesté en averiguar qué tipo de emociones subyacían a esta incomodidad.
“¿Quién es ella?”
preguntó Aiden, con ojos llenos de curiosidad. La chica reconoció a Aiden como un aristócrata a primera vista, e inclinó la cabeza.
“Me llamo Rose, mi señor”.
“Qué nombre tan bonito”.
Aunque se sentía avergonzada de que Ciel estuviera tan cerca de ella, se mantuvo con cautela y recelo. Para Aiden, sin embargo, era diferente. No parecía que le resultara difícil enfrentarse a ella, tal vez porque tenían una edad parecida.
Observandolos a los dos, pronto camino hacia Ciel y le pregunto en voz baja.
“¿Qué te parece?”
“Parece de bajo rango, pero Guía al fin y al cabo”.
“¿Está haciendo alguna guía radial?”.
“Sí, y si continúa aún más, podría requerir mucha de su fuerza…”.
Después de todo, había tres Espers en la misma zona. Me acerqué a Rose y le tendí la mano.
“Rose, ¿dónde están tus padres?”
“Ah, mi casa es la que tiene el tejado rojo en el pueblo. Mis padres ya han vuelto a casa, e iba a seguirlos, pero…”.
Rose se interrumpió y señaló a Morgan.
“Ya veo”, respondí. “Si no te importa, y con el permiso de tus padres, ¿estaría bien que vinieras a mi casa un rato…?”.
“¿Yo, Milady? ¿A la mansión del Señor del Feudo?”.
Los ojos castaños, que se abrieron de par en par por la sorpresa, eran encantadores. La cogí de la mano y la conduje primero. Y mientras íbamos de camino, le pregunté esto y aquello. ¿Has tenido fiebre alta recientemente, si es así, cuándo ocurrió…?
Así terminó el día de la primera ola de monstruos.
* * *
Ahora que por fin le habían dado una invitación oficial para entrar en la residencia de la Baronía de Closch, Ciel preparó un ramo de rosas gisella, que le recordaban a ella, y una rosa negra, igual que antes. La última vez no pudo entregárselo personalmente, pero le hacía mucha ilusión pensar que hoy podría dárselo en persona.
Se paró frente a un espejo, estudiando su apariencia que estaba vestida con un traje cuidadosamente seleccionado.
“¿Puedo ir a reunirme con Rose?”
En ese momento, Aiden entró en la habitación donde se encontraba Ciel y preguntó esto. Parecía que ya había estado viendo mucho a Rose últimamente, pero no había quien lo parara. ¿Cómo podría cualquier Esper resistirse a una Guía?
“Sí, sí puedes. Pero prométeme que no irás solo; asegúrate de que te acompañen caballeros. Nunca se sabe lo que puede pasar”.
Se refería claramente a los monstruos endémicos de esta tierra fronteriza. Como Aiden era un Esper psíquico, debía tener cuidado con su seguridad física porque no sería capaz de defenderse de un monstruo sólo con su fuerza.
“De acuerdo, pero Hermano.”
“¿Qué pasa?”
Mientras Ciel estaba en medio de la elección de un corbatín, tratando de ver si el uso de uno lo haría verse mejor o no, miró a Aiden a través del reflejo del espejo.
El hermano menor apretó los labios, frunciendo las cejas como si estuviera agonizando si hablar o no.
“En aquel entonces, por casualidad leí los pensamientos de alguien…”.
“¿De quién?”
“De los padres de Lady Closch.”
“¿Leíste los pensamientos del Barón?”
Él no era capaz de leer los pensamientos de los caballeros competentes no hace mucho tiempo. Parecía que las habilidades de Aiden habían mejorado significativamente en el transcurso de este tiempo, y el Barón podría haberse sobreexigido a sí mismo hasta el punto de que Aiden fuera capaz de obtener una lectura de sus pensamientos.
Ciel pensó en ello una y otra vez, agonizante. Quería saberlo. Quería saber tanto porque podría usar esos pensamientos para ponerse de su lado bueno.
Sin embargo, no era lo correcto. Le pesaba la conciencia.
“Huu…”
Arrojando la corbata al sofá, Ciel lo meditó una vez más, pero pronto se dio la vuelta y se acercó a Aiden. Poniendo una mano en el hombro de su hermano menor, Ciel se aclaró la garganta y respondió.
“No deseo aprovecharme de tu poder por motivos personales. Tengo otros medios. Además, creo que sería mejor que lo usaras sólo cuando fuera necesario”.
“…Entiendo”.
Dándole una palmadita en el hombro al ahora hosco Aiden, Ciel añadió,
“No hace falta que intentes probarte así, Aiden. Tus habilidades superan con creces lo que otros Espers pueden hacer, así que es mejor ocultarlo todo lo que puedas.”
“De acuerdo…”
“Ve y pásalo bien con Rose, y cuida de ella si hay algo que la preocupe. Es una niña muy preciosa”.
“Entonces, le compraré un pastel. La última vez le compré tarta de chocolate y le gustó mucho”.
“Es una buena idea.”
Aiden no tenía muchos amigos de su edad, ya que aún no había tenido una novia ni había entrado en la alta sociedad. Ciel supuso que Aiden preferiría pasar el rato con Rose de todos modos.
Se alegró. Y era bueno que hubiera un Guía al lado de su hermano menor.
Pensando en varias posibilidades y direcciones que podría tomar el futuro, Ciel despidió a su hermano menor y terminó los últimos retoques de su traje.
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