Capítulo 63
“Si sólo me dices: ‘Soy yo, tu mujer’, yo…”
A diferencia del pasado, ya no tenía miedo hasta el punto de querer ocultar sus sentimientos, de mostrar su relación con ella a los demás.
Pero en el fondo de su cabeza, podía entender por qué ella no quería revelarle su identidad y por qué fingía. Con expresión inexpresiva y paso despreocupado, Ciel entró en la mansión.
Esa actitud aparentemente distante la había desarrollado desde muy joven, y el tiempo que pasó en Corea le hizo parecer aún más cerrado.
Habiendo vivido constantemente en entornos en los que mostrar sus emociones podía significar la vida o la muerte, se serenaba y actuaba como si nada hubiera pasado.
Sin embargo, en ese momento, se sintió muy agradecido de estar en el mismo lugar que su esposa.
* * *
“¿Qué? ¿Dónde dices que está?”
El príncipe heredero tenía la cabeza gacha mientras leía unos documentos, pero justo en ese momento, levantó la cabeza bruscamente, sorprendido al escuchar el informe del asistente jefe. Como le pidieron que se repitiera, el asistente jefe volvió a explicar al príncipe heredero lo que había averiguado hoy.
“El duque Leopardt trajo al joven duque en una inspección local de la tierra, y ahora, ambos están en la finca Closch”.
“¿Pero no está la finca Closch en las afueras occidentales del Imperio?”.
“Sí, así es.”
“¿Qué razón tiene para ir hasta allí?”
“Le pido disculpas, pero desconozco el motivo. Enviaré un mensajero de inmediato para averiguar la respuesta, Alteza”.
Dejando los documentos y recostándose en su asiento, el príncipe heredero agitó una mano.
“Está bien. No hace falta que vaya tan lejos”.
El príncipe heredero Jace recordó al duque, su amigo de mayor confianza, al que no veía desde hacía bastante tiempo. Teniendo en cuenta que la última vez que se vieron fue durante la ceremonia de mayoría de edad, hacía más de un mes que ni siquiera lo veía.
Aunque no tuvieran que hablar de trabajo, era extraño no verle durante tanto tiempo porque el duque pasaba a menudo por el palacio imperial y mantenía conversaciones privadas con el príncipe heredero. Al fin y al cabo, se alojaba en su casa de la capital.
En particular, es difícil comprender por qué el duque abandonó su residencia en la capital en un momento tan crucial. La santa había aparecido no hacía mucho.
Además, también regresó primero a su propia finca para llevarse a Aiden antes de ir a la inspección…
El príncipe heredero empezaba a preocuparse por el estado de su amigo íntimo, que últimamente actuaba de forma completamente diferente.
“Hmm…”
Ahora que lo pensaba, el ambiente general de Ciel había cambiado en algún momento alrededor de la ceremonia de mayoría de edad. Fue un cambio evidente, porque incluso justo antes de la ceremonia, se le vio visiblemente afectado por la profecía entregada por el templo.
Jace pensó en cómo el normalmente silencioso e inexpresivo Ciel no podía ocultar su sonrisa mientras hablaban aquel día. Pero justo en ese momento, oyó que alguien llamaba a su puerta.
El jefe de asistentes se dirigió enérgicamente hacia la puerta y estaba a punto de decirle a esa persona que se marchara, sin embargo no fue capaz.
Se apresuró a llegar junto a Jace, visiblemente sorprendido, e informó al príncipe heredero de la visita.
“Alteza, la Santa ha venido a verle”.
“¿La Santa?”
Jace tampoco pudo borrar su sorpresa.
“Dile que pase”.
“Sí, Alteza”.
Incapaz de ocultar su asombro, el jefe de asistentes abrió la puerta para saludar a la santa.
Cuando la santa, Seo-yoon, entró en la sala vestida con la túnica blanca del templo, Jace se levantó de su asiento y le dio la bienvenida con una brillante sonrisa.
“Santa, ya está aquí”.
A pesar de su posición como príncipe heredero del imperio, hablaba con mucha cortesía hacia la santa. Era una señal de respeto a su Dios, Asteras, y al templo.
Además de eso, la santa era una persona reverencial para él, por lo que era natural tratarla con alta estima.
“Hola, Alteza”.
Seo-yoon lo miró con una tímida sonrisa. A cambio, bajo sus pestañas que brillaban como el oro, unos ojos resplandecientes como el cielo despejado la miraron con un 100% de favor hacia ella. Imposible no sentirse emocionada por esto.
Aún le resultaba difícil creer que no hubiera Guías en este mundo.
En Corea, sólo era una guía de clase C. Sin embargo, desde el momento en que llegó a este lugar, recibió un apoyo absoluto y fue acogida con una calidez comparable al trato que recibiría una Guía de Clase S. Estaba tan satisfecha de la vida aquí que no quería volver a su mundo original.
A pesar de ser el príncipe heredero del imperio, Jace se desvivió por acomodar a Seo-yoon y se apresuró a ordenar al asistente jefe.
“Ve por té y refrescos. No olvides seleccionar sólo lo mejor para que Su Eminencia la Santa pueda comer cómodamente”.
“Sí, Alteza. Por favor, déjemelo a mí”.
Como ciudadano del imperio que era devoto creyente de la religión de la nación, aunque el príncipe heredero no se lo hubiera ordenado, el asistente principal ya tenía esa intención.
“Santa, por favor venga por aquí.”
“Sí, Alteza”.
Cada vez que un hombre apuesto le ofrecía cortésmente su mano para escoltarla, Seo-yoon estaba cegada por la emoción de todo aquello.
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