Capítulo 48
Ciel dejó de pensar en su mejor estado físico y se centró en el dolor sordo de la nuca, que se frotó con una mano. Era una sensación muy familiar.
En el pasado, cada vez que llegaba al punto de desmayarse mientras lo guiaban, se despertaba sin recuerdos de la sesión. En lugar de eso, siempre sentía tensión en la nuca.
Las yemas de los dedos le temblaban ligeramente. Su cuerpo temblaba de placer.
Aún no estaba seguro al cien por cien, pero en su interior habían surgido vagas expectativas. ¿Y si Dios se había apiadado de él? ¿Y si había traído a Seohyun a este mundo?
Ninguna otra explicación tenía sentido si no era ésta.
¿De qué otra forma podía explicarse que otra persona distinta tuviera los mismos hábitos, los mismos andares, la misma forma de guiar de su mujer?
En primer lugar, ya había pasado por varias situaciones igualmente ilógicas.
Por un lado, era un hecho que la santa tenía la capacidad de viajar a otros mundos mediante el desplazamiento dimensional. Del mismo modo, él también viajó a otro nuevo mundo a través de ese método de desplazamiento dimensional.
Además, su regresión era aún más difícil de explicar con palabras.
Así que, aunque no hubiera forma de que sonara plausible, ¿cómo podría decirse que es “imposible” que su esposa haya sido traída de vuelta aquí?
Todas las posibilidades deben quedar abiertas hasta que se demuestre que son falsas.
Mientras pudiera estar con Seohyun de nuevo, estaba dispuesto a soportarlo todo. Haría absolutamente cualquier cosa.
Sin embargo, antes de eso, había algunas cosas que tenía que mirar.
“Ah… Las patatas aquí están todas cocidas”, se lamentó el barón.
“…¿Está cultivando patatas aquí?”.
“Parece que mi esposa hizo que los sirvientes plantaran algunas…”.
Arthur sacó unas cuantas patatas y, dando ligeros golpecitos, les quitó la tierra y les dio un bocado.
“Está perfectamente cocida. Sabe bien, pero… Mi mujer seguro que me regañará”.
“…Me disculparé con la Baronesa como es debido.”
“…En absoluto, Duque. Pudimos erradicar a los monstruos fácilmente gracias a usted, así que no tiene que… Mmh, bueno ella tampoco diría que eso es correcto. Entonces, la disculpa de Su Alteza, la aceptaré con gratitud.”
“Pfft…”
Ciel soltó una breve risita mientras escuchaba a Arthur decir eso. Era muy inusual que un aristócrata lo hiciera, pero aun así, era agradable ver al barón ser tan franco y abierto sobre lo loco que estaba por su esposa.
“Incluso limpiaré perfectamente este desastre. No tiene que preocuparse”.
“Sí, lo dejaré en tus manos, Duque. Entonces, ¿bajamos?”
“Por supuesto. Pero antes de eso…”
Ciel utilizó su poder del viento para desenterrar todas las patatas restantes de la tierra. Sólo una mirada a ellas y era obvio que habían sido bien asadas. No pudo ocultar su sonrisa avergonzada.
Cuando los dos bajaron de la montaña, David fue el primero en encontrarlos, por lo que salió corriendo de la mansión.
“¿Está bien, Duque?”
Ciel saludó a David con una mirada mucho más favorable que cuando se conocieron. No pudo evitar pensar que los hombres de esta casa eran tan genuinos y transparentes.
“Sí, estoy bien. Por cierto, ¿dónde está la Baronesa?”
“Oh, mi madre acaba de ir a la habitación de mi hermana pequeña.”
“¿Lo hizo? Envié de vuelta a la Señora y a Aiden a la mansión antes de enfrentarme a los monstruos. No debería haber pasado nada, pero ¿se ha hecho daño en algún sitio?”
“No, señor. También oí que el Joven Duque había llegado sano y salvo y que ahora descansa en sus aposentos. Madre fue a la habitación de mi hermana porque de repente dijo que cenará en su habitación aparte.”
“…Creo que es bastante normal que las jóvenes nobles coman solas a menudo. Parece que la Baronesa la cuida bien entonces”.
“No, mi hermana siempre come con nosotros, pero de repente dice que comerá sola en su habitación. Por eso mamá se había preocupado”.
“¿Ella dijo eso?”, preguntó el barón.
“Sí, padre”.
“Huuuh, ¿por qué mi hija hace algo que normalmente no hace?”.
“Ya se ha hecho adulta, padre, es natural que empiece a hacer cosas que antes no hacía”.
“¿Así que estás diciendo… que hoy no comeré junto a mi querida hija…?”
“…Padre, no puedes forzar a Rin a salir.”
“Haa…”
Arthur dejó escapar un largo y pesado suspiro lleno de pesar. La comida era mucho mejor siempre que comía junto a su hija y toda la familia, por eso siempre iba a casa a la hora de comer pasara lo que pasara. Pero no podía creer que hoy no estuvieran completos.
Con una expresión desolada en el rostro, Arthur entró en la mansión.
“Debería entrar y asearse primero, Alteza”, dijo David.
“Claro. Entraré pronto, tú deberías ir primero”.
“De acuerdo.”
En cuanto David desapareció por las puertas principales, Ciel se dirigió al establo a paso rápido. Después de comprobar las patas de los caballos, le preguntó al mozo de cuadra que llegó después de él.
“¿Cuál de estos caballos es el de la Joven Dama?”.
“Ah, sí señor. Es aquel caballo blanco de allí”.
Tras recibir la respuesta del mozo, Ciel se giró de inmediato. Y cuando vio que era el caballo con las patas embarradas que había comprobado antes de que llegara el mozo, sintió una indiscutible oleada de alegría.
Se apresuró a regresar a la mansión, pero antes de volver a la habitación de invitados que le había sido asignada, primero se disculpó con la baronesa y le explicó lo que había sucedido en la montaña.
Luego, en cuanto entró en sus aposentos, Aiden se apresuró a acercarse a él como si lo hubiera estado esperando.
El rostro de Aiden estaba enrojecido por la emoción cuando dijo,
“¡Hermano! Creo que Lady Closch también es una Esper”.
Su comentario surgió de la nada. Ciel no pudo evitar preguntar.
“¿Por qué lo crees?
“Cuando la cogí de la mano, sentí algo extraño.
“¿Le cogiste la mano?”
Los dejé a solas brevemente, ¿pero se tomaron de la mano mientras tanto?
Era el simple hecho de cogerse de la mano, pero extrañamente surgió malestar en el interior de Ciel.
Sin darse cuenta, Ciel hizo una mueca amarga.
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