Capítulo 13
Ciel estaba ensimismado mientras entraba en la sala con el príncipe heredero. El primer lugar donde conocería a esa mujer no era otro que esta ceremonia de mayoría de edad.
Desde que esa mujer llegó a este imperio en un cambio dimensional, fue como si todo encajara.
En el pasado, él seguía todo lo que esa mujer decía. También pensó que era la voluntad de Dios que la escuchara. Pero no es sólo eso
Todos los que vivían en el Imperio de Stern servían al dios Asteras y veneraban el templo.
Entonces llegó una santa llamada la hija amada de tal dios, y entonces, por supuesto, la gente no tuvo más remedio que adorarla.
Pero ahora, él pensaba de otra manera.
No sabía por qué había regresado, si tal vez era la voluntad de dios o no. Pero era difícil soportar su codicia e impaciencia por lo que le esperaba.
Ahora mismo, sólo había una razón por la que tenía que buscar a la santa que era tan desagradable como recordaba.
Necesitaba cruzar dimensiones y volver a Corea. Así es como sería capaz de reunirse con Seohyun de nuevo.
Mi esposa…
Mi única guía…
Mientras pudiera reunirse con ella vivo una vez más, no importaba si ya nunca podría regresar al imperio.
Su sed era insoportable. Sólo con mirar a toda la gente en esta sala abarrotada ya se sentía enfermo y cansado, pero sobre todo, sentía como si no pudiera respirar bien porque es como si su garganta estuviera siempre tan reseca.
En este momento, sabía que este síntoma se agudizaba porque necesitaba ser guiado, pero la guía de la santa ya no podía satisfacerle.
Sólo Seohyun, sólo ella…
Ella era la única que podía saciar su sed agonizante, la única que podía calmar sus poderes.
Esta vez no la dejaría sola, pasara lo que pasara. Incluso si seguir este camino le llevara a la autodestrucción.
«No te ves muy bien. ¿Aiden causó problemas otra vez?»
El príncipe heredero Jace era amigo íntimo de Ciel desde que eran niños. También tenían el tipo de relación de un señor y un vasallo, pero eran más cercanos que eso cuando no estaban bajo la atenta mirada del público.
Aun así, Ciel detestó tanto a este hombre en el pasado.
No podía negar que antes se había sentido implacablemente celoso de Jace al recibir más atención de Seo-yoon.
Sin embargo, eso fue durante el tiempo en que Ciel todavía estaba ciego a las verdaderas intenciones de Seo-yoon. Cuando tardíamente se enteró de la verdad, ya había sido demasiado tarde.
«Aiden…»
Ciel murmuró el nombre de su hermano menor.
Aiden tenía un carácter tan débil y frágil y, sin embargo, aquel niño era quisquilloso y propenso a enfadarse por cualquier nimiedad. Antes de volver, a Ciel no le caía muy bien su hermano menor.
«Claro, no es que no pueda entender cómo te sientes, pero… Tsk, tienes el cutis hecho un desastre. Pásate por mi habitación más tarde. Tengo un poco de agua bendita del templo en reserva esta vez. Aunque no es tan efectiva como el agua bendita que has estado bebiendo hasta ahora».
El agua bendita a la que se refería Jace era el agua bendita de los Espers, difícil de conseguir en el imperio.
Los Espers casi se habían extinguido en el imperio, por lo que era una bendición que hubieran vuelto a surgir en este mundo.
Aun así, no había Guías que estuvieran a la altura de los Espers.
En el momento en que un Esper manifestaba su poder y si no había un Guía a su lado, su existencia no se sentía diferente a caminar perpetuamente sobre arena abrasadoramente caliente.
Es como si el Esper estuviera varado en medio de un desierto donde la arena lo arrastrara lentamente hacia abajo y hacia abajo, aunque siguiera intentando caminar hacia adelante durante el resto de su vida.
Qué delicioso fue el alivio que le proporcionó un Guía cuando lo probó por primera vez.
Era tan podrídamente dulce.
Atravesando la multitud y entrando en un espacio privado, Ciel se sentó en el sofá antes de que el príncipe heredero pudiera hacerlo primero.
Engulló el agua helada que le habían preparado de antemano.
Masticando el hielo sin piedad, sacó sus recuerdos y recordó cómo había sido Seo-yoon en el pasado.
La guía que ella le proporcionaba era nada menos que veneno.
A pesar de haber planeado ganarse la confianza de aquella mujer, Ciel pensó firmemente en cualquier forma de evitar su guía a toda costa.
Jace se sentó en el sofá frente a él. A pesar de la actitud tal vez profana de Ciel ante la realeza, Jace se mostró indiferente.
«¿Debo ordenar a alguien que traiga el agua bendita ahora?»
«…Su Alteza.»
«¿Por qué me llamas así ahora? De ninguna manera, ¿realmente pasa algo malo?»
Jace miró fijamente a los ojos de Ciel con expresión rígida.
Al igual que Jace, Ciel era un Esper, y era una de las pocas personas que visitaba libremente al príncipe desde que eran jóvenes. Jace apreciaba mucho a Ciel como a un querido amigo.
Pero un día, su disposición cambió de repente. Cuando Jace se encontró por primera vez con el Ciel cambiado, ni siquiera pudo abrir la boca delante de él.
Los ojos de Ciel ya eran originalmente afilados, pero cuando cambió, su mirada parecía excesivamente viciosa.
Antes de eso, Ciel se mantenía con la característica dignidad orgullosa de un alto aristócrata.
Pero, ¿dónde había quedado aquel semblante?
Lo que quedaba en el hombre era una atmósfera salvaje y desinhibida que hacía estremecer a Jace sólo con ser testigo de ella.
«Siento las molestias, pero aceptaré tu oferta».
«No me digas… Tú. ¿Estás en estado parcial?»
Comment