En el frío invierno.
Una delicada criatura estaba agazapada sobre el asfalto cubierto de nieve. Llena de soledad desmoronada y de heridas secas, fue abandonada ante el inminente peligro.
Por eso trajiste a tu casa una criatura cuyo nombre ni siquiera escuchaste.
“Este… ¿Qué significa?”
“Ya que me ayudaste, quiero pagarte”.
Un mundo perfecto donde sólo existen dos cuerpos en la oscuridad donde no brilla ni una sola luz. Sin embargo, intoxicada por el dulce dolor, la criatura llena de cicatrices se va descomponiendo poco a poco.
“Yo también lo sé. “Soy realmente raro”.
El sonido de la soledad acariciando una herida. Ese es el sonido del dolor que devora la soledad. Cuando mi mente se estaba derritiendo en una lánguida hipnosis, respiré profundamente y cerré los ojos lentamente.
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